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Mostrando las entradas de noviembre, 2023

Tu familia y tú:

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      Simplemente, Isabel: Muchas veces pensé que había familias maravillosas, que jamás tenían problemas y, si los tenían, los sabían resolver de manera ejemplar. Cuando tuve mi primera y gran amiga ―más que eso, una hermana muy cercana― fui descubriendo que algunas familias también tenían situaciones difíciles, que no se solían resolver ejemplarmente. ¡Eran ya dos! No obstante, tuve la dicha temprana de descubrir la realidad: todas las familias tienen problemas que no siempre se resuelven de manera ejemplar. Más aun, hay problemas que se manejan ejemplarmente y hay otros que se manejan desastrosamente. Como en todo lo que es vida, lo bueno, hermoso, gratificante o positivo se alterna de manera constante con lo malo, feo, desagradable o negativo. No obstante cualquier calificativo negativo que tu familia o los integrantes de ella puedan merecer, a eso se le oponen numerosas cualidades (calificativos positivos), las cuales nos toca descubrir y favorecer. Porque, así como la

Prudencia y necedad

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                                                                       D os palabras comunes que, a veces, no consideramos lo suficiente y que Jesús trae  a colación en su Evangelio. ¿En qué consiste?  La  prudencia es una virtud que dispone la actitud razonable y práctica para enfrentar las situaciones con éxito y bien. La necedad, por el contrario, es una cualidad o característica de ignorancia en el individuo que lo mueve a actuar desacertadamente e, inclusive, a no actuar. Son, pues, actitudes y caminos opuestos para conducirse en la vida. Mientras aquella actitud de vida es responsable, proactiva, relativamente segura, ésta implica irresponsabilidad, tendencia al fracaso al abordar situaciones diversas. No obstante, las aparentes características positivas o negativas de ambas acciones, la prudencia excesiva nos puede inutilizar y anular mientras que la necedad nos puede llevar a la sagacidad que nos impulsa a callar, pensar y actuar con sabiduría. Evidentemente, hay un

Hacernos presentes

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  Con gusto profundo he observado el desarrollo de la participación de un niño en mi parroquia. Habiendo llegado un poco más tarde que los demás, este niño se ha involucrado en las actividades de la misma con entusiasmo y, aparentemente, con plena disposición a continuar y permanecer. Decir esto sobre una actividad relacionada con Dios es mucho hoy en día. A nuestro mundo no le interesa tanto este tema, o, por lo menos, eso es lo que a simple vista podemos percibir. Se le conoce como «Mundo sin Dios» ya desde el primer Salmo de la Biblia. Los catequistas constantemente se lamentan de que los niños y jóvenes no participan, lo cual, en realidad, es consecuencia de su entorno familiar, sus valores y prioridades. Por otra parte, no es que sea un asunto que te haga popular o del que puedas hablar fácilmente con tus compañeros y amistades, las cuales, aparte de llamarte fanático, harán lo posible porque participes en otro tipo de actividades ajenas a la fe. Dentro de esta decisión pe