Hacernos presentes

 



Con gusto profundo he observado el desarrollo de la participación de un niño en mi parroquia. Habiendo llegado un poco más tarde que los demás, este niño se ha involucrado en las actividades de la misma con entusiasmo y, aparentemente, con plena disposición a continuar y permanecer.

Decir esto sobre una actividad relacionada con Dios es mucho hoy en día. A nuestro mundo no le interesa tanto este tema, o, por lo menos, eso es lo que a simple vista podemos percibir. Se le conoce como «Mundo sin Dios» ya desde el primer Salmo de la Biblia.

Los catequistas constantemente se lamentan de que los niños y jóvenes no participan, lo cual, en realidad, es consecuencia de su entorno familiar, sus valores y prioridades. Por otra parte, no es que sea un asunto que te haga popular o del que puedas hablar fácilmente con tus compañeros y amistades, las cuales, aparte de llamarte fanático, harán lo posible porque participes en otro tipo de actividades ajenas a la fe.

Dentro de esta decisión personal del niño de hacerse parte de la Parroquia, he visto con admiración otro proceso, sumamente importante. Los primeros días ha asistido con su madre; pero al verla no solo a ella sino, además, a su padre, me pregunto qué pasaría si muchos padres y familiares se involucraran en la vida de sus hijos.

Muchas veces, en las escuelas solo se conoce a un familiar de los niños. Los demás están en sus cosas. Hay padres o madres que jamás aparecen hasta el acto de fin de curso o la Primera Comunión. Ahí es donde se les conoce, porque no se han involucrado en el mundo de sus pequeños, su gran mundo. ¡No saben lo que se han perdido!

Los hijos no quieren una familia metiche, que controle todo y a todos. Ellos disfrutan y crecen de manera enriquecida con la participación de los suyos en sus cosas, estando, oyendo, mirando, colaborando. ¡Los niños pueden transformar nuestras vidas de muchas maneras!

Aprovechemos, pues, de hacernos parte de la vida de nuestros niños. Si estos padres continúan acompañando a su hijo a la misa dominical y, en lo posible, a las otras actividades, veremos una familia rezando unida, aprendiendo algo, cada día, de la Palabra, haciéndose parte de la gran Familia de los Hijos de Dios… ¡creciendo juntos!

El Señor nos enseñe a hacerlo.

 

¡Dios te bendiga!

 

Simplemente,

                   Isabel

 

«Simplemente, Isabel»,  esta semana a la venta…



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