Apariencia y Realidad
Nuestros sentidos son una maravillosa herramienta para conocer el mundo –con todo lo que esto implica–, así como para relacionarnos con él. Sin embargo, no siempre lo que percibimos es lo real. La subjetividad particular de cada ser en diferentes momentos puede traducir la realidad verdadera en una realidad subjetiva y alterada.
Así, pues, mis propias experiencias personales o
comunitarias pueden llevarme a malinterpretar las señales reales que percibo
por medio de mis sentidos, pudiéndose hablar de ceguera cuando el sentido físico funciona anatómicamente bien pero,
realmente, me desempeño como aquel que no ve.
Este fenómeno puede percibirse como algo bueno o
malo, positivo o negativo, beneficioso o perjudicial. Y siempre dependerá de mí
la posición que yo asuma para ver el mundo.
Cuando yo amo a alguien no percibo negativamente
algo que esa persona hace. Para ejemplo, la madre que permite a su hijita
juegos de mano que, desde fuera se perciben como irrespetuosos, mas, sin
embargo, para aquella no es más que un juego. No obstante, sin que la hijita
cambie su juego, un día la madre los recibe
no como un juego sino como una falta de respeto. Por el contrario, y siguiendo
con nuestros dos personajes, puede la niña hacer algo con intención de ofender
a su madre mientras esta considera que la
niña es muy juguetona.
Si llevamos ese ejemplo a otras situaciones,
similares en su esencia, descubriremos muy pronto que hechos esencialmente
idénticos son recibidos y percibidos de maneras totalmente diferentes.
De allí podríamos considerar que ver lo aparente nos puede llevar a errores lamentables, tanto en la simple relación familiar como en cualquier otra de mayor relevancia.Jesús nos invita a practicar el amor con caridad (Lucas 11, 37-41), limpiando lo que está dentro de nosotros y que nos impide ver las realidades de nuestro entorno, de la vida. (Continúa)
¡Dios te bendiga!
Simplemente,
Isabel
Simplemente,
Isabel muy pronto a la venta…
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