Tomar decisiones
Ante nosotros se abre todo un abanico de
posibilidades y estilos a la hora de tomar cualquier decisión. Hecho que, dicho
sea de paso, no siempre es muy fácil de lograr.
Toda decisión depende, pues, de varios aspectos:
quién decide, su personalidad y experiencias anteriores en casos similares; en
medio de cuáles circunstancias se encuentra la persona que decide y las
repercusiones que esta pueda conllevar; a quién o quienes afectará esa decisión
y cuán cercanos estos sean; otras veces lo hacemos según se nos ha indicado,
aunque no estemos de acuerdo…
Lo cierto es que, la mayoría de las veces, es
nuestra intuición la que se encarga de tomar nuestras decisiones. En esta juega
papel importante el cúmulo de experiencias vividas.
Hoy Jesús nos propone un mecanismo para tomar
decisiones que, aunque infalible, generalmente no utilizamos. Antes de escoger
a sus doce apóstoles Jesús se retiró a orar toda la noche. ¡Qué exageración!,
podemos pensar. Toda una noche orando para escoger al “personal” que le
asistiría… Sin embargo, dada la trascendencia que tales personas
habrían de tener en su Plan de Salvación, era preciso escoger a las personas
adecuadas. Él las conocía a todas. Cada una de ellas tenía una posición ante la
vida y ante su Palabra. Su escogencia fue acertada y cada una de estas personas
tomó las decisiones previstas en los diferentes momentos de la predicación y
llagada “la Hora” del Señor.
Así, cuando nos corresponda tomar decisiones, sin
necesidad de retirarnos una noche a orar, entreguemos eso que está entre
nuestras manos y pidámosle al Señor su luz. Él sí que sabe qué es lo más conveniente
para cada uno de nosotros.
¡Dios te bendiga!
Simplemente,
Isabel
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