Muchas
veces nos encontramos en cualquier lugar y sentimos que “cuadramos” con las
personas, que somos parte de algunos de ellos, que sus vidas y las nuestras van
juntas: los mismos intereses de vida, ocupaciones comunes, ambientes habituales,
amistades de familiares…
Otras
veces ocurre lo contrario: nos encontramos con personas que nos miran a
distancia, que apenas contestan el saludo, que nos miran de arriba abajo, como
escaneando o que se callan siempre que nos acercamos y nos vemos precisados a
iniciar un nuevo tema que pocas veces cuaja… ¡No somos de ellos! No conocemos
nada significativo de sus vidas.
Con
Jesús no tenemos ese problema. A
Él siempre le importamos. Si Él también es importante para nosotros, en su
presencia nos vamos a sentir como en casa; pues Él lo sabe todo de nosotros, de
hecho, ¡ha sido testigo presencial! Conoce nuestras alegrías y nuestras
tristezas y siempre, siempre, tiene tiempo para atendernos, escucharnos
involucrarse en eso que nos importa. ¡Jesús nos ama!
“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan
la Palabra de Dios y la ponen por obra” ha declarado públicamente. Así que
su Palabra ha de ser canal para sentirnos en sintonía con el Señor, nuestro
Amigo fiel que nunca falla.
Acojámonos
a su Misericordia, especialmente cuando estemos tristes, perdidos, nos sintamos
solos o con cualquier necesidad.
¡Dios te
bendiga!
Simplemente,
Isabel
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