En el Huerto
Tal vez hoy podamos preguntarnos cómo estamos, así como si fuésemos un huerto. Luego, te pregunto: ¿Cómo está tu huerto?
Un huerto es un lugar de trabajo, donde hay cosas
que desechar y otras por cortar, apuntalar, limpiar –siempre limpiar--,
sembrar, regar, nutrir, enderezar…Tal vez hoy podamos
preguntarnos cómo estamos, así como si fuésemos un huerto. Luego, te pregunto:
¿Cómo está tu huerto?
Un huerto es un lugar de trabajo, donde hay cosas
que desechar y otras por cortar, apuntalar, limpiar –siempre limpiar--,
sembrar, regar, nutrir, enderezar…
A punto de entregarse al suplicio, sabiendo que
había llegado Su Hora, Jesús se retiró más de una hora a orar allí, en el
huerto de Getsemaní, lugar de intimidad. Hablando con su Padre le entregó su
súplica con un “Si es posible…”, el cual fue seguido por el “No se haga mi
voluntad sino la tuya”.
Tomando todo esto entendemos que, en nuestros
huertos, en nosotros mismos, tenemos mucho que hacer. La preparación del día
siguiente debe darse en nosotros mismos, en nuestro interior, donde hemos de desechar
posiciones, sueños o un pasado doloroso; cortar amistades nocivas, situaciones
dañinas, actitudes insanas; apuntalar nuestras actitudes positivas,
emprendimientos, perdones; limpiar rencores y temores; sembrar amor, perdón,
alegría, unidad, esfuerzos; regar las múltiples virtudes con que Dios nos ha
bendecido; nutrir lo que esté débil y necesite reforzarse para bien de los
demás y nuestro; enderezar caminos mal emprendidos, decisiones erradas,
proyectos que se han desviado del bien…
Una fe firme en nuestro Salvador nos proveerá de la capacidad de asumir en lo inmediato tales acciones, con las cuales la esperanza y la caridad se harán fortaleza en nosotros antes de que nos prenda el nuevo día, nuestro futuro.
Mas si tu huerto está oscuro, si es de noche y
tienes miedo, busca el consuelo del Señor hasta que, ya, llegue el día.
¡Bendiciones!
Isabel
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