Amar, ¿hasta cuándo?
Cuando pensamos en el amor hay imágenes alusivas que casi son inevitables; entre ellas, los corazones son las más directas e importantes que se pueden hacer en nuestra mente.
No obstante, hay otras poco utilizadas pero que tienen un significado más profundo.
Es el caso de la Cruz, signo del amor más grande. "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos", según nos ha dicho Jesús.
"Que esto es historia" , como dirán muchos, o "que seguro no fue tan fuerte", al decir de otros.
Pero tú y yo sabemos que lo que Le pesaban eran nuestros pecados, los de toda la humanidad, de todos los tiempos. Engaños, trampas, impurezas, asesinatos, destrucción de nombres, reputaciones y haberes, todo con fines siniestros, al punto que no podemos detallar.
Jesús constituye ese centro que, liberándonos del pecado personal y comunitario, nos une con el cielo. No es Él centro para simplemente liberarnos. Se hace centro para unirnos al Padre y que recibamos la morada que nos ha sido asignada. En Su voluntad disfrutaremos de la Gloria eterna del Hijo -en quien hemos sido constituidos también 'hijos'- conviviendo con Dios en las moradas eternas.
¡Eso sí que es amor! Entrega total para la vida plena y total que nos será dada en dicha eterna.
Gracias, Señor, por amarnos así. 💗♡
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