VI Domingo de Pascua, 17 de mayo de 2020


MONICIÓN DE ENTRADA
La Resurrección del Señor Jesús debe continuar siendo motivo de profunda alegría para cada cristiano, llenándonos transformador. Por eso, llenos de alegría y esperanza en Cristo Jesús, Señor de la Historia, les saludamos: ¡Muy buenos días tengamos todas y todos los hermanos! (…) A pesar de la distancia requerida, démosle la bienvenida a la Eucaristía de este Sexto Domingo de Pascua a quien está próximo a nosotros; miremos sus rostros y descubramos en ellos la Presencia y el amor de Jesús. (…)
La Iglesia nos transmite un anuncio significativo: El Señor enviará Su Espíritu, que siempre nos trae Su paz, gracias a quien podremos cumplir la misión de llevar Su Palabra a todas partes.

PENITENCIAL
1. Porque tenemos prejuicios contra otros, aunque su comportamiento sea realmente cristiano. ¡Señor, ten piedad de nosotros!
2. Porque copiamos maneras de ser y de actuar del mundo, pero nos da pena conformarnos a Cristo. ¡Cristo, ten piedad de nosotros!
3. Porque cumplimos muchos reglamentos y leyes, pero desechamos el Mandamiento del Amor de Jesús. ¡Señor, ten piedad de nosotros!  

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Se relata en los Hechos de los Apóstoles la fuerte acción evangelizadora del diácono Felipe en Samaria, considerada tierra de paganos. Su predicación fue confirmada por el Espíritu Santo con señales y prodigios que causaron numerosas conversiones y la consecuente maduración de la fe.
SALMO.- ¡Es momento de alabar, hermanos! Usando elocuentes imágenes, el salmo 65 agradece a Dios, el único capaz de transformarlo todo para cambiar nuestros corazones a la bondad, a la vida y salvarnos. De ahí la jubilosa aclamación.
SEGUNDA.- El cristiano ha de sufrir incomprensión y persecución. La segunda lectura, tomada de la Primera Carta de San Pedro, constituye una fraterna invitación para que imitemos las actitudes de Cristo quien, sufriendo por nuestros pecados, venció la muerte y nos obtuvo la Salvación.
EVANGELIO.- El Evangelio de san Juan nos presenta al que nos ama, a Jesús, anunciando que se va. En este punto recuerda la importancia de cumplir sus mandamientos como señal de adhesión a Él y de permanencia en el Padre: amando. Por eso promete enviarles al Otro Paráclito, quien será su defensa, ánimo y fortaleza, porque el Padre no quiere dejar solos a sus hijos: ¡Dios sigue con nosotros!

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Es posible tener una Iglesia servidora, a la que podamos acudir en nuestras necesidades y encontrar consuelo y auxilio. Oremos para que tu Espíritu llegue a todos: el papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y los laicos. Que la Misericordia divina se nos note a todos. Oremos.
2. Muchas naciones viven serios conflictos internos o externos. Para que se den respuestas humanas, dignas y suficientes para atender las necesidades de esos pueblos, cambiando lo que está mal. Que nuestras oraciones les sostengan y tu Espíritu les transforme. Oremos.
3. Muchos niños, niñas y adolescentes en estos días reciben la comunión u otros sacramentos. Oremos por sus grupos familiares para que les acompañen en sus procesos de fe y no tengan desgano en continuar buscando al Señor luego de culminado el curso o recibido el sacramento. Oremos.
4. La economía se está transformando demasiado de prisa! Para que esta crisis sanitaria y social dé un vuelco a las estructuras y los pobres sean menos pobres, los ricos sean menos ricos y comience a haber pan para todos. Oremos.
5. ¡Socorre a tus pequeños, Señor! Oremos al Espíritu Santo por los enfermos físicos, por quienes los atienden y por sus benefactores. Oremos por los enfermos mentales y por quienes sufren adicción. Oremos por quienes están, justa o injustamente, privados de libertad.  Oremos.
6. ¡Cómo cuesta vivir en orden, según las leyes, buscando el bien común! Oremos por quienes viven en anarquía, insatisfacción o desesperación. Oremos por quienes se sienten fuera de lugar. Oremos.
7. Encomendamos a la Misericordia de Dios a todos los difuntos, para que hayan encontrado el consuelo y la felicidad prometidos. Oremos.

OFERTORIO
Señor, con el pan y el vino, traemos hasta tu altar los sufrimientos de todos los enfermos en su mente, alma, corazón o cuerpo, de nuestra parroquia, de nuestras familias, de nuestra diócesis, de nuestro país, del mundo entero. Es que sabemos que la Eucaristía, Jesús, es la fuente de nuestra fuerza y de nuestra salud.

ORACIÓN FINAL
Padre Bueno, que en Jesús nos has dejado la paz que lo trasciende todo, ayúdanos a apoyarnos en quienes han pasado amando y haciendo el bien, para buscar tu justicia y dar, simplemente, tu amor. Amén.
 


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