II Domingo de Pascua, 19 de abril de 2020, Divina Misericordia


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos, bendito Domingo de la Misericordia de Dios! A una semana de la Resurrección del Señor, Jesús vuelve a hacerse presente en medio de sus elegidos entregándoles Su paz.
Litúrgicamente hemos estado celebrando ese anuncio de la Resurrección durante los días ‘octavos de Pascua’ de la semana que concluye. Y nos podemos preguntar: ¿Creemos que Jesús padeció, murió y, al tercer día, resucitó? Porque si no nos fiamos del testimonio de los Apóstoles, entonces nuestra fe es demasiado pequeña y no tiene dónde agarrarse.
Tendremos, pues, que unirnos al Apóstol Tomás y clamar al Señor diciendo: ‘¡Señor mío y Dios mío!’ Que el Señor derrame sobre nosotros Su Misericordia -que brota de su costado abierto- y dejemos que nuestra fe reviva al punto de transformar hasta las más duras realidades que estamos atravesando a consecuencia de la pandemia o de otras situaciones de dolor.

PENITENCIAL
v Es tarea de cada bautizado mostrar al mundo una manera de vivir basada en el amor y la unidad. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.
v Nos molesta nuestra fe cuando tropezamos con el dolor que no suele seguir de largo, t perdemos la esperanza. Cristo de Misericordia, ten piedad de nosotros.
v Conducimos nuestras vidas desde certezas históricas pero, poco, desde la del Crucificado, que resucitó y reina. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra cómo predicación, sanación, fe y esperanza, habían sumado muchos creyentes al ‘Camino’. El estilo de vida que ellos representaban constituía una novedad a ser imitada, tal y como debería ocurrir con nosotros.
SALMO.- Agradeceremos la victoria pascual del Señor con el salmo 117, himno pascual por excelencia, rico en expresividad, utilizado en la procesión de entrada al Templo durante la fiesta de las tiendas o tabernáculos. Para san Agustín, "Nada más grande que esta pequeña alabanza, ‘porque es bueno’”.
SEGUNDA.- La I Carta de San Pedro refiere que la fe auténtica se prueba y agiganta en el sufrimiento de cada día. A pesar de esto, nos alegramos, pues nuestra fe se sostiene en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que nos llena de esperanza.
EVANGELIO.- El evangelista san Juan nos entrega una última bienaventuranza de labios de Jesús, derivada de la Resurrección del Señor Jesús. ¿Creemos nosotros que la Resurrección de Jesucristo es cuento o sentimos en el corazón la verdad de este misterio, que la razón no entiende?

ORACIÓN DE LOS FIELES (Respondemos: Tu Misericordia nos transforme, Señor.)
1. Oremos por la Iglesia, por el Papa Francisco, por todos los obispos y sacerdotes. Para que recuerden que en ellos todo el mundo debe encontrarse con Jesús, con su Misericordia. Oremos.
2. Oremos por nuestra parroquia, por quienes la integramos: sacerdotes, catequistas, grupos parroquiales, todos los que a ella acuden. Que la Vida del Resucitado, ahora estamos en casa se manifieste en cada Pequeña Iglesia Doméstica. Oremos.
3. Oremos por quienes sufren en el mundo entero a causa de la pandemia, para que su fe en Cristo Resucitado alivie tales sufrimientos. Oremos.
4. Tenemos proyectos personales, familiares, laborales o parroquiales que han cambiado súbitamente. Supliquemos porque haya éxito en su reconducción. Oremos.
5. Hay gente que cree en cualquier cosa, mientras que muchos decidieron no creer en Dios. Oremos, pues, por los crédulos y por los incrédulos, para que la fe de todos sea iluminada y fortalecida por la Misericordia de Dios. Oremos.
6. Señor, la pandemia también ha incidido sobre la formación de niños y jóvenes para recibir los sacramentos. Haz que tanto ellos como sus grupos familiares tomen la decisión de dar al Señor un lugar de privilegio en sus vidas y que se decidan a conocer y amar a Jesús cada vez más. Oremos.
7. Por las familias afectadas por la pandemia en sus integrantes, por quienes les han sostenido, ayudado y fortalecido, así como por todos los sacerdotes. Oremos.
8. Encomendemos a todos los difuntos a la Misericordia de Dios, para que triunfen con Cristo. Oremos.

OFERTORIO
1. Dice la Palabra que Jesús mostró a Tomás sus manos y su costado para que confirmara que era Jesús quien estaba ante él, el mismo a quien habían crucificado. Te entregamos nuestros sentidos físicos como instrumentos para avivar nuestra fe. (Se porta un cartel con los sentidos físicos.)
2. Con esta lámpara encendida queremos representar nuestros corazones, renovados por el Misterio Pascual. (Se porta un cirio encendido; se coloca ante el altar con la palabra ‘Fe’)
3. Señor, nos enseñaste que solo quien se entrega por los demás, los ama. Estamos alegres porque podemos encontrarnos siempre con tu Presencia eucarística. Al presentar el pan y el vino queremos agradecerte tanto amor. (Se porta el pan y el vino y, una vez entregados, se coloca la palabra ‘Aleluya’ delante del altar).

ORACIÓN FINAL
Señor, la vida nos llena de miedo con sus exigencias. Tenemos miedo por la pandemia y sus consecuencias en nuestras vidas. Haz que nuestra fe en Ti sea tan grande que pueda vencer todos esos obstáculos y descubrirte en nuestro prójimo para que seamos capaces de seguir a Jesús –a quien no hemos visto- y fiarnos de Su Palabra y del testimonio que otros nos han dado de Él. Que su Misericordia nos transforme. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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