Inicio del Tiempo de Cuaresma, Eucaristía del Miércoles de Ceniza, 26 de febrero de 2020
¡Muy buenas noches, hermanos!
Nuestra Madre, la Iglesia, ha dispuesto un tiempo de gracia para la
preparación al misterio de sacrificio y entrega de Cristo que culmina en su
Muerte y Resurrección gloriosa.
Durante cuarenta días de particular importancia se nos acompañará
para reencontrarnos con nosotros en nuestro prójimo y caminar juntos hacia el
Señor y la Salvación que Jesús nos ha ganado.
¡Es momento de comenzar de nuevo!
Antífona de entrada:
Señor,
tú tienes misericordia de todos y nunca odias a tus criaturas; borras los
pecados de los hombres que se arrepientes y los perdonas, porque tú, Señor,
eres nuestro Dios. (Sab 11, 24-25.27).
(Se omite el acto penitencial, que es
sustituido por el rito de la imposición de la Ceniza).
Oración Colecta:
Que
el día de ayuno con el que iniciamos, Señor, esta Cuaresma, sea el principio de
una verdadera conversión a ti y que nuestros actos de penitencia nos ayuden a
vencer el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera Lectura: (Jl 2, 12-18)
Lo interior ante lo exterior, eso es lo que hemos de observar; ya
que el arrepentimiento sincero por el mal y el pecado cometidos y la favorable disposición
del corazón nos reencuentran y aproximan a Dios y al hermano
Lectura
del Libro del Profeta Joel
Esto dice el Señor:
“Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y
llanto; enluten su corazón y no sus vestidos.
Vuélvanse al Señor
Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en
clemencia, y se conmueve ante la desgracia.
Quizá se arrepienta,
se compadezca de nosotros y nos deje una bendición que haga posibles las
ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios.
Toquen la trompeta en
Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen
la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aún a los niños de
pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada.
Entre el vestíbulo y
el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: ‘Perdona, Señor,
perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no
digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?’ ”.
Y el Señor se llenó de celo por su tierra y
tuvo piedad de su pueblo. Palabra de Dios.
Salmo 50
(al Salmo respondemos)
/R Misericordia, Señor, hemos pecado.
L. Por tu inmensa
compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame
bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados /R
L. Puesto que
reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo
pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo /R
L. Crea en mí,
Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me
arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu /R
L. Devuélveme tu
salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis
labios y cantará mi boca tu alabanza /R
Segunda Lectura: (2Corintios 5,20—6,2)
La enemistad establecida por el pecado ha sido restaurada por el
sacrificio de Cristo. Es buen momento para reconciliarnos con Dios.
Lectura de la Segunda
Carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por
nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo
les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo
hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de
Dios y nos volvamos justos y santos.
Como colaboradores que somos de Dios, los
exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el
tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí. Pues bien,
ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación. Palabra de Dios.
Aclamación antes del Evangelio:
Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle
caso al Señor que nos dice: “No endurezcan su corazón”.
Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio: (Mt 6,1-6.16-18)
Ayudar al prójimo, orar y hacer ayuno o penitencia es muy bueno
cuando sale desde el corazón, porque la apariencia no tiene valor ante Dios.
Lectura del
santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para
que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por
lo tanto, cuando den limosna, no lo anuncien con trompeta, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres.
Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des
limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu
limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando
ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de
pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la
gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando
vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que
está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando
ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la
apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les
aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes,
perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás
ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto,
te recompensará”. Palabra del Señor
Bendición de la Ceniza:
(Después de la homilía, el sacerdote, de
pie y con las manos juntas dice:
Hermanos,
pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza que, en
señal de penitencia, vamos a imponer sobre nuestras cabezas.
Y después de un breve momento de oración
en silencio, prosigue…)
Oración:
Señor
Dios, que te apiadas de quienes se humillan y concedes tu paz a los que se
arrepienten, escucha con bondad nuestras súplicas y derrama la gracia (hace la
señal de la Cruz) de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir
la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales puedan llegar, con un
alma purificada, a celebrar la Pascua de tu Hijo, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
(Y rocía la ceniza con agua bendita sin decir
nada).
Imposición de la Ceniza
En seguida, el sacerdote impone la ceniza
a todos los presentes que se acercan a él, y dice a cada uno:
Arrepiéntete
y cree en el Evangelio. (Mc 1,15)
(Se puede entonar un canto apropiado).
Antífona:
Renovemos
nuestra vida con un espíritu de humildad y penitencia; ayunemos y lloremos
delante del Señor, porque la misericordia de nuestro Dios está siempre
dispuesta a perdonar nuestros pecados (Cfr Joel 2,13)
(Esta antífona puede repetirse después de
cada verso del Salmo 50, por su inmensa compasión y misericordia).
Responsorio
Renovémonos y reparemos los males que por ignorancia
hemos cometido; no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos,
sin poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia (Cfr Bar 3,2)
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado
contra ti. (sal 78,9)
Ven en nuestra ayuda, Dios salvador nuestro; por el
honor de tu nombre, líbranos Señor.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado
contra ti. (sal 78,9)
(Terminada
la imposición de la ceniza, el sacerdote se lava las manos. La ceremonia
termina con la oración universal de los fieles).
Oración de los fieles
S. Oremos al Señor, nuestro
Dios. Él nos escucha en este tiempo de gracia; nos ayuda en este día de
salvación.
L. Por la
Iglesia; para que, escuchando la Palabra de Dios y perseverando en la oración,
llegue a celebrar con sinceridad la Pascua,
roguemos al Señor.
L. Por
los que sufren hambre; para que nuestro ayuno de este día les procure el
alimento necesario, roguemos al Señor.
L. Por
los que viven sin fe; para que abran su corazón a este don, roguemos al Señor.
L. Por
quienes se sienten abrumados por las preocupaciones y el sufrimiento, para que
se fortalezcan en Jesús y tomen su cruz hasta donde corresponda, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta,
Señor, este sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, y
concédenos que por medio de las obras de caridad y penitencia, venzamos
nuestros vicios, y libres de pecado, podamos unirnos mejor a la pasión de tu
Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Antífona de comunión
El
que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto de su tiempo (Sal 1,2-3).
Oración después de la Comunión
Que
esta comunión abra, Señor, nuestro corazón a la justicia y a la caridad, para
que observemos el único ayuno que tú quieres y que conduce a nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Comentarios
Publicar un comentario