XXXI Domingo Ordinario, Misa por Jesús Sayes Guardián, 3 de noviembre de 2019
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días para todas y todos! Hemos
llegado al Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. Nos hemos reunido a un mes de la
partida de nuestra amada Jesús Sayes Guardián, recordando su amor
unificador y generador de vida, recordando su fe y entrega a Aquel que siempre
nos mira, con tan grande amor, y nos llama a dejar de lado todo lo que nos
impide seguir adelante y ser felices en verdad.
En este día hemos de descubrir que una mirada
de Jesús puede cambiarlo todo, tal y como sucedió con Zaqueo, un hombre de poca
estatura, pero poderoso, rico y despreciado, un gran pecador que se convirtió
al llamado de Jesús. Porque todos estamos convocados a transparentar la bondad
de Dios, que todo lo ha hecho bien.
PENITENCIAL
1. Tú, Jesús, nos enseñas que lo que vale
y lo que cuenta para Dios son las personas. Perdón por no tratarlas como Tú nos
lo propones. ¡Señor, ten piedad!
2. Tú, Jesús, pasas a nuestro lado, nos
llamas, pero estamos tan ocupados en nuestros ‘poderes’ que no te vemos. ¡Cristo,
ten piedad!
3. Tú, Jesús, nos enseñas que ayudar a
uno es importante para Dios. Nosotros, en cambio, soñamos en cambiar a la
humanidad entera y, así, nada cambia. ¡Señor, ten piedad!
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
Dios nos creó con amor para que fuéramos felices.
Muchas veces en nuestras vidas nos desviamos del camino de salvación, pero Él, Padre
de todos, está siempre a nuestro lado, nos corrige con ternura y nos guía para
que seamos cada día mejores personas. Así, alabaremos a Dios por lo que ocurrió
con Zaqueo, un hombre rico y poderoso que estaba perdido, pero que tenía hambre
de Dios. Llamado para que se convirtiera y cambiara su vida, decide escuchar a
Jesús y seguirle, a toda costa, convirtiéndose en signo del amor y la gloria de Jesús. Seamos
nosotros, también, signo de cambio en nuestros ambientes.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Es un gran árbol
desde el que observamos el futuro que nos espera. Que el Señor la proteja,
la ilumine y le dé mucha fuerza para seguir adelante. Roguemos al Señor.
2. Como Zaqueo, también nosotros, vamos recaudando muchas cosas:
genio, dinero, envidias, violencia, enemistad. Que sepamos desprendernos de
todo eso para que Jesús se quede en nuestro corazón. Roguemos al Señor.
3. Somos débiles. No siempre damos gusto a Dios ni a las personas que
más amamos, como nuestra familia. Para que sepamos bajarnos de nuestro
orgullo, de nuestros caprichos, de aquello que estorba a nuestra amistad con
Dios y con los nuestros. Roguemos al Señor.
4. Acaba de comenzar el mes de noviembre cuando recordamos especialmente
a nuestros difuntos. Se han ido de nuestras familias abuelos, tíos o
incluso algún padre o madre, hermano o hermana. Que el Señor les haga felices
junto a Él. Roguemos al Señor.
5. Seguro que nuestra amada Jesús espera nuestras oraciones por su
eterno descanso. Ofrezcámoslas junto con nuestros sacrificios y
mortificaciones para lograr lo que toda abuela espera: que reine el amor y la
fraternidad, el perdón y la reconciliación, la alegría y la paz entre sus hijos,
nietos y demás familiares, y que nunca les falte lo que verdaderamente
necesitan. Roguemos al Señor.
6. Te damos gracias, Señor, por la familia de nuestra amada Jesús.
Haz que siempre sea reflejo de tu amor que nos reúne en una mirada, cercana en
lo cotidiano, generosa en lo importante. Roguemos al Señor.
7. Oremos también por los niños y
adolescentes, para que sepamos ayudar y perdonar a
todo el que lo necesite, al igual que hace Dios con nosotros. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
1. Con esta escalera, Señor,
queremos representar nuestro deseo de buscarte y encontrarte en medio de las dificultades
que siempre encontramos. ¡Ayúdanos, Señor!
2. Con este cofre queremos
decirte, Señor, que nuestra vida no es grande por lo que tenemos sino por
aquello que podemos ofrecer para que los demás, especialmente los más
necesitados, sean felices. Te
entregamos en él la familia Sayes …….. como alabanza agradecida por el
don de la vida y el de la familia. ¡Acéptalo, Señor!
3. Estos alimentos testimonien ante Ti, Señor, nuestra
disposición generosa a compartir lo que tu misericordia nos concede cada día,
nuestro amor por los más pequeños, a quienes Tú amas tan especialmente.
¡Utilízalos, Señor!
4. Con el pan y con el vino, queremos expresar cuál queremos
que sea nuestra mayor riqueza, nuestra gran fortaleza, nuestro lugar seguro: la
Eucaristía. Recibe nuestra gratitud por entregarte a nosotros con tanto amor y
sencillez. ¡Gracias, Señor!
ACCIÓN DE GRACIAS
Dios Padre bueno, te damos
gracias por nuestra amada Jesús Sayes Guardián, cuyo recuerdo hoy nos reúne.
Te damos gracias porque tu amor -que lo trasciende y lo transforma todo- ciñó
su vida de servicio y entrega. Cual nos enseñó el Señor, ella vivió imitando tu
amor -capaz de todo, vivificador y que llena de alegría. Por eso el sacrificio
y la entrega constituyeron para ella presencia viva, melodía perfecta, ritmo
contundente, fuerza de tu mismo amor, Señor… ¡Gracias, en fin, por tu amor
transmitido a través de las personas, a través de Jesús Sayes Guardián.
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