XXX Domingo Ordinario, 27 de octubre de 2019


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todos los hermanos aquí presentes! Al momento de darles la bienvenida a la celebración del XXX Domingo Ordinario, los invitamos a apreciar las bendiciones con que el Señor nos dice que nos ama, aunque tengamos tantos defectos y tantas equivocaciones y fracasos. Él siempre está dispuesto a consolarnos y a seguir haciendo grandes cosas por nosotros, pues Él quiere nuestra felicidad. Él, Sumo y Eterno Sacerdote, nos ha dado la Salvación y debemos vivir como quien ha sido salvado a tan grande precio, la Cruz Redentora.
Entendamos que, aunque el mundo nos muestre supuestas maravillas para lograr la felicidad, si dejamos que el Señor Jesús sea nuestro centro y lo llevamos con nosotros, podremos ser verdaderamente dichosos y otros, también, lo lograrán.

PENITENCIAL
1.- Ignoramos a muchas personas en torno a nosotros porque no nos importan o son  pobres. Les negamos nuestra ayuda. ¡Señor, ten piedad!
2.- Porque no nos comportamos como verdaderos amigos de Jesús y damos, por el contrario, testimonio de vida ‘para que otros no quieran convertirse a Él’. ¡Cristo, ten piedad!
3.- Porque llegamos a creemos mejores que los demás y nos negamos a descubrir que otros, dentro de sus circunstancias de vida, hacen muchas cosas buenas. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: Al estilo del Antiguo Testamento, el Libro del Eclesiástico nos recordará que Dios nos escucha a todos cuando Le hablamos –a todos, y siempre. No obstante, Él prefiere a los más pobres, a los débiles, a los que no tienen voz en nuestra sociedad. Para el Señor, cada persona merece ser escuchada y atendida.
SALMO: Oraremos con el salmo 33. Revela el salmista que, sin importar cuán grande sea nuestro problema, el Señor nos dará Su paz. Pero conviene tener la certeza de que Él siempre escuchará nuestros ruegos y nos dispongamos a gloriarnos en Él, bendecirlo y alabarlo, pues, con Dios de guía, toda situación adversa será más llevadera.
SEGUNDA: Escucharemos lo que sería la despedida de san Pablo de su discípulo y amigo, Timoteo. Seguro de la proximidad de su sacrificio, se goza de haber tomado la cruz como elección de vida y de haber predicado la fe en el Señor Jesús a los que no lo conocían. Así mismo, está seguro del premio a sus desvelos y humillaciones.
EVANGELIO: El Evangelio de Lucas, nos presenta la súplica de dos hombres de fe. Uno, cree ser merecedor de los favores de Dios. El otro, se reconoce indigno pecador ante el Señor. ¿Cuál oración creemos que será grata a Dios? ¿La del soberbio perfecto o la del humilde pecador? Recordemos esto: Dios ama a los humildes, mientras que los soberbios viven alejados de su Presencia.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1.- Para que la Iglesia sea luz que guía a todos, especialmente a los más necesitados. Roguemos al Señor.
2.- Encomendamos al papa Francisco, a los obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos y demás servidores del Señor; para que, coherentes con la fe profesada, sean cambiada las  actitudes egoístas y soberbias por otras misericordiosas. Roguemos al Señor.
3.- Por quienes no se saben misioneros. Por los padres que dejan la fe para que otros la transmitan a sus hijos. Por quienes olvidan que con sus actos pueden evangelizar. Roguemos al Señor.
4. Por los misioneros y misioneras para que, sostenidos en la oración de la Iglesia y ayudados por su aporte material, puedan ir por el mundo y predicar el Evangelio, según quiere Jesús. Roguemos al Señor.
5. Si soy Iglesia, estoy llamado a hablar de Jesús y a actuar como Él nos lo enseñó. Para que entendamos que también nosotros evangelizamos con lo que decimos y hacemos. Que nos animemos a orar y conocer más nuestra fe. Roguemos al Señor.
6.- Encomendemos a quienes realizan procesos de catequesis, para que aprendan a escuchar el paso del Señor y nada ni nadie les impida hablar con Él y recibir su sanación y Salvación. Roguemos al Señor.
7.- Recordemos a muchas personas que nos han pedido oración por sus necesidades y situaciones. Que sepamos ayudarles con amor. Roguemos al Señor.
8.- Finalmente, recordamos a los difuntos. Supliquemos al Señor les conceda ver y disfrutar la Luz y la paz prometidas. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Señor, ofrendamos el pan y el vino –las ofrendas propias del sacrificio eucarístico- porque Tú siempre nos escuchas, comprendes nuestras necesidades y situaciones y obras con poder en nuestras vidas. Por tu Presencia Eucarística, ¡gracias, Señor!

ACCIÓN DE GRACIAS
¡Gracias, Señor, porque en tu infinita Misericordia nos amas a cada uno de nosotros por igual! ¡Gracias porque siempre estás dispuesto a escucharnos y ayudarnos! ¡Gracias porque nos impulsas a sentirnos iguales de quienes nos rodean! ¡Gracias porque nos mueves a comprender y perdonar los errores ajenos y los nuestros! Amén.

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