XXVI Domingo Ordinario, 28 de septiembre de 2019
ENTRADA
Muy buenos días, hermanos y hermanas. ¡Sintámonos
bienvenidos a la mesa del Señor! Cada Eucaristía nos anticipa lo que nos espera
en el cielo. El Día del Señor pone en el horizonte de nuestra vida de cada
semana a Dios.
La semana ha tenido
168 horas; el Señor nos pide que compartamos con Él tan solo una de esas horas.
Recordemos que es Dios quien nos da el tiempo, la riqueza, la sabiduría y los
medios materiales para vivir en la tierra.
Reflexionaremos sobre la dura realidad que representan la
excesiva riqueza y la pobreza asfixiante, causando desequilibrios ante los
abusos de unos pocos al traer hambre y
muerte a muchos, porque el abuso de las riquezas y de los medios materiales no
es otra cosa que un camino criminal que lleva al sufrimiento a muchos.
PENITENCIAL
1. Porque solo buscamos lo que produce gozo y placer
personal, mientras olvidamos las necesidades de otros. ¡Señor, ten piedad!
2. Por olvidar cómo debe actuar un cristiano ante las
necesidades de los demás. ¡Cristo, ten piedad!
3. Por ser egoístas y despreocuparnos de nuestro prójimo
necesitado. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El
Profeta Amós relacionará la profundización de la riqueza y la pobreza con la
aplicación de la justicia y la generación de igualdad entre las personas. En su
época, así como en la nuestra, muchos ricos se constituían en crueles
explotadores de los pobres, quienes eran cada vez más necesitados.
SALMO.- El
salmo 145 es el primero de una serie de cinco salmos que ensalzan y glorifican a Dios, y con los
cuales concluye el libro de los Salmos. A Dios se alaba porque solo Él puede
dar al mundo la justicia, la paz y la esperanza que tanto necesitamos.
SEGUNDA.- San
Pablo se esfuerza por formar a su amado discípulo, Timoteo, alertándole aún en
la distancia. Como servidor que es, debe cultivar ciertas virtudes, como
honradez, religiosidad, fe, amor, paciencia, bondad. Viviendo así logrará
enfrentar la riqueza despreocupada que tanto nos seduce.
EVANGELIO.- El
Evangelio de San Lucas nos narra hoy la parábola del rico epulón y del pobre
Lázaro. La riqueza bien empleada es buena; pero cuando nos centramos sólo en
ella, puede llevarnos a vivir de espaldas a Dios y a olvidar a todos los que nos
rodean. De ahí que debamos cultivar la caridad y el desprendimiento tendiendo
una mano al necesitado.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Para que no se canse nunca de
insistir y de llamar al encuentro con Dios. Oremos.
2. Por todos los políticos; para que dejen a un lado
sus diferencias y trabajen por fomentar una justa distribución de la riqueza en
el mundo. Oremos.
3. Por todos los que estamos en esta Eucaristía.
Para que descubramos a Dios en medio de nosotros. Para que el afán de tener no
sea más grande que el de creer. Oremos.
4. Por todos los niños y jóvenes; para que no se
dejen engañar por los falsos anuncios que pintan un mundo que sólo vale y
existe por lo que se ve y se toca. Oremos.
5. Por todos nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas
y servidores, especialmente los que están enfermos, atribulados o
solitarios. Oremos.
6. Por quienes sufren por enfermedad propia o ajena,
problemas familiares, económicos, de trabajo, prisión de cualquier tipo,
soledad, abandono o abusos. Para que descubran en Cristo y Su Iglesia el
descanso ante su dolor. Oremos.
OFERTORIO
1. Con estas manos
abiertas queremos expresar, Señor, nuestro deseo de poner al servicio de
los demás, parte de lo que somos y tenemos. (Unas manos abiertas)
2. Con el pan y el
vino, esfuerzo y conquista de toda la semana, llevamos hasta el altar
nuestro deseo de querer alimentar nuestra vida con la Presencia de Jesús muerto
y resucitado.
ACCIÓN DE GRACIAS
Señor, que nos vas hablando y explicando lo que nuestro
entendimiento requiere para lograr un corazón grande y agradecido a Ti por
medio de nuestros hermanos, de manera que Te descubramos en cada persona
necesitada o sufriente, ayúdanos, Te suplicamos, a descubrirte en sus
necesidades y posibilidades y a ser testimonios vivientes de Tu amor
transformador, integrador y promotor. Amén.
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