VII Domingo de Pascua, Solemnidad de la Ascensión del Señor, Misa Familiar, 2 de junio de 2019
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Día
de bendiciones para todas y todos nosotros! Les damos la más cordial bienvenida
a nuestra Eucaristía del VII Domingo de Pascua, cuando celebramos la Ascensión
del Señor.
Jesús
se hizo uno con nosotros –menos en el pecado-, nos enseñó a vivir según la
Voluntad del Padre y nos entregó su propia vida y hasta a su Madre. Él prometió
quedarse siempre con nosotros, pero, antes, asciende a los cielos para sentarse
a la derecha del Padre. Mientras tanto, nosotros hemos de asumir un compromiso
real con nuestra fe y con nuestro prójimo siendo testimonio vivo en la
Eucaristía y en nuestro cada día.
PENITENCIAL
(Niño/a:
¡Quiero superarme, lograr mis metas! 1. Nos encanta soñar y hasta llegamos a creer que los
sueños se realizan solos. No nos gusta esforzarnos por lograr metas. ¡SEÑOR QUE NOS IMPULSAS A LA VIDA, TEN
PIEDAD!
(Niño/a:
¡Mi alma solo te busca a ti, Señor Jesús! 2. Pretendemos solucionar nuestra vida acudiendo a fuerzas
y poderes ocultos; olvidamos que sobre Jesús, nuestro Señor, no existe poder
alguno, que Él es el soberano. ¡CRISTO,
QUE VENCISTE A LA MUERTE, TEN PIEDAD!
(Niño/a:
¡Que lo que hago hable de la Iglesia que formo! 3. Hablamos muchas veces mal de la
Iglesia, olvidando que NOSOTROS SOMOS LA IGLESIA; que también tenemos que
evangelizar, principalmente con la manera en que vivimos. ¡SEÑOR, QUE NOS HICISTE IGLESIA TUYA, TEN PIEDAD!
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Jesús es el vencedor de
la muerte, y ahora le corresponde sentarse a la derecha del Padre, donde intercede por nosotros,
que vamos de camino, como Cuerpo suyo, hacia el Padre eterno.. La
Ascensión del Señor no puede ser motivo de tristezas sino de activa esperanza
que nos impulse al trabajo de construcción del Reino de Dios, que Jesús nos
trajo. Como discípulos de Jesús, contamos
con la fuerza del Paráclito, prometido tanto por el Padre como por el Hijo para
cumplir nuestra misión.
ORACION DE LOS FIELES
Jesús
no es una persona cualquiera. Nos enseñó cómo es Él antes de cumplir su Misión
y volver al Padre. Él es el Mediador por excelencia y le suplicamos en nuestras
necesidades diciendo: ¡Señor Jesús, eleva nuestra oración al Padre!
1. Tú eres fiel, Señor Jesús. Bendice a la Iglesia y a cada uno de sus ministros:
el Papa Francisco; nuestros obispos, sacerdotes y religiosos, así como a cada
bautizado; para que todos sintamos el gozo de servir a quien nos necesite, de
ser Iglesia. Oremos.
2. Tú nos enseñas lo bueno que es orar, Señor Jesús. Bendice a tus hijas
e hijos con el don de la oración comunitaria y personal, que pueda hacernos
mover las más grandes montañas: las que están en nuestro corazón. Oremos.
3. Tú eres Familia Trinitaria, Señor. Bendice nuestros hogares para que
tengamos el valor de cambiar las actitudes que destruyen y empobrecen a cada
integrante. Oremos.
4. Tú eres el Camino, Señor Jesús. Bendice los pasos de quienes ya se han
encontrado contigo y dirige y bendice nuestras decisiones. Oremos.
5. Tú eres la Verdad, Señor Jesús. Bendice nuestra voluntad para que seamos
auténticos y aprendamos a vivir en tu Verdad. Oremos.
6. Tú eres la Vida, oh Jesús. Bendice nuestra disposición de morir al egoísmo y
vivir plena y abundantemente, según tu oferta para nuestro cada día. Oremos.
7. Tú eres el Príncipe de la Paz. Bendice nuestra historia personal y comunitaria,
así como a nuestra nación, con esa Paz que no es como la que da el mundo. Oremos.
8. Jesús, Tú nos enseñaste que existe la Vida Eterna. Bendice nuestro recuerdo
de quienes ya han pasado de esta vida a la verdadera y dales a todos ellos gozo
en que creyeron. Oremos.
OFERTORIO
1.
En esta cajita hay muchos papeles donde te hemos escrito,
Señor, algunas necesidades. Te las entregamos para que las lleves al Padre, con
quien ahora estás, Jesús. (Antes
de empezar la Misa, se preparan unos papelitos en los que se han colocado
situaciones de la comunidad.)
2. ¡Nada podemos hacer sin Ti,
Señor Jesús! Sabemos que muy pronto volverás a ofrecerte al Padre por nosotros.
Creemos que tu Espíritu convertirá el
pan y el vino en tu Cuerpo y tu Sangre para nuestra salud. ¡Gracias, Señor
Jesús!
ORACIÓN FINAL
Padre
Bueno, que jamás desatiendes nuestros ruegos, acepta las súplicas y acciones de
gracias que han brotado de nuestros corazones para que, transformados y
fortalecidos por la Fuerza que viene de lo alto, podamos ser testigos creíbles
del amor que Jesús nos enseñó. Amén.
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