V Domingo de Cuaresma, Misa Familiar, 7 de abril de 2019
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanos! Sean bienvenidos a nuestra Eucaristía del V Domingo de
Cuaresma. Llamados a ser misericordiosos unos con otros, perdonándonos y
perdonando, aceptando humildemente la Salvación que nos da Jesucristo, Señor
nuestro, nos acercamos a la Semana Mayor, con el Triduo Pascual, hemos podido
descubrir cuán misericordioso es el Padre y cómo el Hijo se hizo fragilidad humana
para salvarnos.
Hoy
nos encontraremos con una actitud muy necesaria: somos pecadores y, por tanto,
debemos arrepentirnos para poder seguir el camino de la Vida verdadera. Y, en
consecuencia, debemos ser compasivos ante las faltas ajenas, pues todos debemos
recibir el perdón y seguir construyendo sus vidas.
PENITENCIAL
1.
Confesamos nuestros pecados, pero no nos perdonamos por haberlos cometido. ¡Señor ten piedad! (Niño/a:
‘Yo no merezco el perdón de Dios.’ Otro/a: ‘Gracias, Señor, porque tu perdón me
restableció.’).
2.
Recordando nuestros pecados del pasado nos paralizamos y dejamos de crecer en
la fe, la esperanza y el amor. ¡Cristo
ten piedad! (Niño/a: ‘Yo no puedo cambiar
porque yo soy así.’ Otro/a: ‘Señor, tú eres mi fuerza para cambiar y lograr
seguir adelante. ¡Gracias, Señor!’).
3.
Nos fijamos en las faltas notorias de los demás, pero no consideramos las
nuestras, tal vez no tan visibles, pero sí muy significativas. ¡Señor ten piedad! (Niño/a:
‘¡Viste a esa muchachita que responde tan groseramente? ¡Qué horror!’ Otro/a:
‘No, yo estaba pensando qué mal estuvo cuando yo también lo hice… ¡Dios me
perdone!’)
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
Nuestro pasado -frecuentemente de pecado- pesa demasiado a
la hora de seguir adelante en la carrera del encuentro con Cristo Jesús,
nuestro Salvador y Señor. Sin embargo, el pecado debe ser impulso para
encontrarlo a Él, para conquistar la perfección a la que Él nos llama. Así
mismo, el pecado de otros debe llevarnos a la auto revisión de nosotros mismos.
La gracia y el poder de Cristo, que vive en nuestros corazones, logrará lo que
el palabrerío y nuestros propios sentimientos de culpa nos impiden obtener:
libertad y paz verdaderas.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1) La Iglesia es pecadora pero también es
santa. Y hemos de recordar que todos nosotros somos parte de esa Iglesia.
Te pedimos, Señor, que nos animemos a construirla con el amor, el perdón y el
esfuerzo de anunciarte cada día con nuestras obras y palabras. Oremos.
2) Por los que gobiernan pueblos y naciones. Por los países
sumidos en guerras y crisis de violencia. Por sus ciudadanos, verdaderos
hacedores de cambios en pro de la vida. Para que tu paz, Señor, el perdón de unos a otros y la
decisión de salir adelante los lleve a tu encuentro y a la superación de sus
dificultades. ¡Que tus bendiciones nos ayuden a todos a vivir en esperanza! Oremos.
3) Por los que nos reunimos en la casa del
Señor. Para que podamos descubrir la imperiosa necesidad de seguir
adelante, a pesar del dolor. Que recordemos a santa Carmen Sallés: ‘Adelante, siempre adelante. Dios proveerá.’
Oremos.
4) Nos cuesta mucho obrar según tu Voluntad,
Señor, y queremos que Tú cumplas la nuestra. Que, mirando a María, aprendamos
a ser humildes y confiar en Ti con gratitud. Oremos.
5) Cuando somos jóvenes creemos que tenemos el
mundo a nuestros pies. Para que nos convenzamos que la Cruz de Cristo es la
mejor herramienta para alcanzar una dichosa adultez y ancianidad, llena de
ánimo y confianza en el logro de nuestras mejores metas. Oremos.
6) Oramos por todos los sacerdotes,
especialmente por los nuestros. Que vean renovadas su fe y sus fuerzas en
este tiempo cuaresmal y puedan emprender a la luz del Espíritu cualquier obra
que les sea presentada, produciendo frutos de Vida. Que sean felices a pesar de
sus sacrificios. Oremos.
7) Oremos por los niños y jóvenes que se están
preparando en las diferentes catequesis parroquiales, para que
comprendan que la felicidad y la vida verdaderas se logran sirviendo a los
demás. Oremos.
8) Oremos por todos los difuntos, para que su eternidad transcurra en el gozo de adorarte,
Dios nuestro. Oremos.
OFERTORIO
Señor, es verdad que queremos parecernos a Ti,
pero no nos esforzamos y confiamos poco en tu Misericordia y poder. Sabemos que
en la gran dificultad oraste al Padre y Él te sostuvo. Nuevamente te entregarás
a Él por nosotros, aunque sin dolor. Al presentarte el pan y el vino que Tú convertirás en tu Cuerpo y en tu Sangre, te
entregamos nuestras vidas, nuestros hogares, nuestros conocidos, compañeros,
amigos y vecinos, nuestro país; en fin, a quienes forman nuestra historia.
¡Gracias, Señor, por hacerte presente siempre en la Eucaristía!
ORACIÓN FINAL
Señor Dios todopoderoso, que nos perdonas y enseñas para que, en tu
Nombre, congreguemos a las personas de buena voluntad que quieran encontrarse
con su Señor y Salvador, haz que, con corazón sencillo y obediente, podamos
recibir y llevar tu mensaje de Vida verdadera. ¡Gracias, Padre!
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