Epifanía del Señor, Misa Familiar, 6 de enero de 2019



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos y amigos! ¡Dichosa manifestación del Señor!
Hoy es el día de los valientes y de los generosos. Valientes, que se sobreponen al trajín propio de estos días festivos para compartir el Festín sagrado. Generosos, porque le dan su tiempo al Señor. ¡Qué bueno que nos esforcemos en ser generosos con los pequeños del Señor, con aquellos que carecen de lo necesario! No estaría nada mal que nos ofrendáramos al Señor, completos, con todo lo que tenemos, para llevar Sus acciones a este mundo que tanto Lo necesita.

PENITENCIAL
1. Perdona, Señor, nuestra indiferencia hacia Ti. Perdona que no Te adoremos; perdona que no Te tratemos con la dignidad que mereces. ¡Señor, ten piedad!
2. Perdona, Señor, que no nos dejemos transformar por Ti y las grandes peleas familiares ocurran después de la Eucaristía. ¡Así, jamás Te daremos a conocer a otros! ¡Cristo, ten piedad!
3. Perdona, Señor, que actuemos como Herodes, diciendo que queremos adorarte, pero ocultando intenciones oscuras, que nada tienen que ver con amarte o postrar nuestras vidas ante Ti. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
Las lecturas de este día giran en torno a la gloriosa manifestación del Señor a la humanidad entera. Siendo Israel el Pueblo escogido para su revelación luego del pecado, ahora es el tiempo pleno en que se manifiesta a todas las naciones, al mundo entero. Ha venido el Reino de Dios, Jesús no ha venido para unos pocos sino para todos, porque a todos los ama.
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ORACIÓN DE LOS FIELES
1.  Para que nuestra Madre, la Iglesia, sea la estrella que anima a las personas a acercarse a Dios y adorarlo. Roguemos al Señor.
2. Por los gobernantes del mundo para que, lejos de asumir actitudes nerviosas, convoquen a quienes saben para dar a sus naciones y al mundo las mejores decisiones que construyan y ayuden a todos los ciudadanos. Roguemos al Señor.
3. Que el perdón, el amor, la paz, la alegría y la fraternidad sean nuestra respuesta personal al Dios que quiso venir a vivir y permanecer en medio de nosotros; que Le adoremos con esas actitudes. Roguemos al Señor.
4. Para que descubramos al Señor en los hechos de la vida, en los gestos sencillos. Para que valoremos Su Presencia Eucarística y Le adoremos. Para que vistamos adecuadamente cuando venimos al templo y recordemos que también nosotros somos templo del Espíritu Santo, respetemos a las personas y nos respetemos a nosotros mismos. Roguemos al Señor.
5. Que aprendamos, como los Magos, a adorar al Señor. Que siempre nos postremos en el momento de la consagración. Que adoremos a Dios con nuestro espíritu y con nuestro cuerpo, sin pena. Y que lo disfrutemos. Roguemos al Señor.
6. Para que los que sufren descubran cómo ofrecerle al Señor la mirra de sus penas y recuerden que Él conoció el sufrimiento humano hasta llegar a la muerte. Roguemos al Señor.
7. Por quienes ya no están en medio de nosotros, para que encuentren la Luz eterna. Por quienes lloran su partida o han decidido vivir en el recuerdo para que, consolados en Tu Bondad, decidan vivir como testigos del Amor de Dios. Roguemos al Señor.
8. Por nuestra Parroquia, por su(s) sacerdote(s), por sus feligreses, por todas las actividades que en ella se planifican y desarrollan. Que recordemos resplandecer a Jesús, nuestro Señor. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Se acercan 3  personas con las manos vacías; leída la monición correspondiente, cada uno se arrodillará ante el altar, bajando su cabeza como signo de adoración. Finalmente, dos personas traerán el pan y el vino y también se postrarán. Le ofrecerán:
1.   Te ofrecemos, Señor, el oro de nuestras vidas, nuestras pequeñas y grandes riquezas, nuestras familias, lo que somos y lo que quisiéramos ser.
2.    Te ofrecemos, Señor, el incienso de la fe, para adorarte en espíritu y verdad, nuestras oraciones personales, en familia y en comunidad parroquial.
3.   Te ofrecemos, Señor, la mirra de nuestros más puros sufrimientos y sacrificios, los dolores por carencias o excesos, la falta de un ser querido.
4.   Te ofrecemos, Señor y Rey nuestro, las especies de pan y vino donde Tú Te ofrecerás a Ti mismo al Padre en el más puro y agradable sacrificio, sólo que, ahora, sin dolor.

ORACIÓN FINAL
Te damos gracias, Señor, por la existencia, por todas las personas a quienes conocemos y tratamos cada día. Te damos gracias, Señor, porque a cada instante podemos ponernos en Tu Presencia, pues no cesas de manifestarte a todos Tus hijos e hijas. Amén
 


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