I Domingo de Adviento, Misa Familiar, 2 de diciembre de 2018
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanas y hermanos! La semana pasada concluíamos el Tiempo
Ordinario y el Año Litúrgico del ciclo B y hoy iniciamos el Año Litúrgico del
Ciclo C con el Tiempo de Adviento, especialmente dedicado a preparar la venida
de nuestro Señor. Durante 4 semanas nos vamos a preparar para celebrar juntos
el cumpleaños de Jesús que, como todos sabemos, será el 25 de Diciembre y nos
servirá para profundizar la esperanza y la alegría que nos produce. Sin rezar
el Gloria y reducida la música con instrumentos y los adornos festivos, el
sacerdote usará vestiduras moradas.
La
Corona de Adviento nos invitará y ayudará a profundizar en el misterio de la
llegada de nuestro Salvador. Cada Domingo se encenderá un cirio que nos animará a tener una adecuada actitud. Para este I Domingo, la Palabra se centra en
la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en
vela, manteniendo una especial actitud de conversión.
Procedamos,
pues, a recibir al Celebrante y a bendecir la Corona de Adviento. El cirio
simboliza la luz de Cristo que viene a nuestro encuentro y que se impone sobre
cualquier oscuridad, pues todos necesitamos a Jesucristo.
PRIMER DOMINGO
(BENDICIÓN)
Bendice,
Señor y Dios nuestro, este Misterio
preparatorio del Adviento, reflejo de nuestra vida orientada hacia Ti, en quien
esperamos.
Bendice,
Señor y Padre nuestro, este cirio
que significará tu presencia en medio de nosotros, así como nuestra fe en el
misterio de la Natividad de Jesucristo, tu Hijo amado. Por Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.
ENCENDIDO DEL PRIMER CIRIO /
ORACIÓN DE ADVIENTO DE LA FAMILIA
(La familia designada de
encender el segundo cirio camina lentamente hacia el lugar de la Corona)
Señor, vivimos tiempos de desánimo. ¡Ven a nuestros corazones,
a nuestros hogares, para que se restablezcan los valores perdidos!
Señor, vivimos nuestra fe con mucha comodidad.
¡Ayúdanos a crecer en el amor y vivir mejor nuestra fe, para que venga tu Reino!
Señor, el mundo no cree en Dios. ¡Toca nuestras vidas
para que sintamos la necesidad de amar de verdad, de orar vigilantes y hacerte presente en nuestro entorno! Amén
(Se
acerca un adulto y enciende el primer cirio (morado, como signo de
vigilancia y deseos de conversión).
PENITENCIAL
·
Somos cristianos desesperanzados, que olvidamos
que la Navidad es la celebración del Nacimiento de Jesús para salvarnos y nos
afanamos en gastar más, comprar más, sin ver las necesidades reales. ¡Señor, ten piedad!
·
Jesús nos enseñó cómo vivir; pero preferimos preparar
fiestas, regalos y reuniones a todos los niveles, dejando nuestro corazón de
lado; olvidamos socorrer el sufrimiento ajeno. ¡Cristo, ten piedad!
·
Buscamos liberaciones en todas partes y vamos
tristes por la vida porque no recordamos que Tú, Señor, eres nuestra
liberación. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- El profeta Jeremías
recoge la profecía mesiánica que se habría de cumplir en Jesús de Nazaret,
quien traerá la justicia y la paz para todos. Comienza el tiempo de preparación
para su Advenimiento, para la llegada del Mesías y Salvador.
SALMO.- El salmo 24 canta la
esperanza del creyente en ese Dios que, humanándose, ha decidido caminar
delante de su Pueblo para darle lo que necesita para vivir en misericordia y
lealtad. Él muestra los caminos.
SEGUNDA.- La 1ª Carta a los
Tesalonicenses de san Pablo nos sitúa en la realidad: nada nuevo hay que decir,
pues ya el Señor lo dijo todo y eso es lo que la Iglesia enseña. Pero debemos
vivir ceñidos a esa Verdad. Así estaremos listos para la segunda venida de
Jesús, viviendo el amor en nuestros corazones.
EVANGELIO.- El Hijo del hombre
vendrá, como Él mismo lo ha dicho, en gloria y majestad. San Lucas nos recuerda
que al final de los tiempos seremos liberados y nada ni nadie entorpecerá
nuestra razón. Vigilemos gozosos, que el Señor vendrá para nuestra felicidad. Alegres
por su primera venida, recibámosle para que nazca en nuestros corazones.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
El mundo vive momentos difíciles.
Roguemos por la Iglesia, para que mantenga nuestra fe centrada en la esperanza
y encendida en caridad fraterna. Roguemos
al Señor.
2.
Hay mucho sufrimiento en el mundo.
Oremos por los gobernantes del mundo. Que hoy más que nunca estén atentos a las
necesidades reales de los ciudadanos y se dispongan a vivir en fraternidad,
pues Jesús nos trae la paz. Roguemos al
Señor.
3.
Muchas familias ven el futuro demasiado
incierto y se deprimen. Pidamos al Señor que envíe su Espíritu para
iluminar nuestros horizontes y hacernos descubrir cómo salir adelante, llenos
de gozo y unidad. Roguemos al Señor.
4.
Encomendemos nuestra comunidad
parroquial al Señor, para que en su seno nazca nuevamente el bendito Niño
de Belén y reavive nuestra fe en el amor y la esperanza ante cualquier
dificultad. Roguemos al Señor.
5.
Oremos por las familias de nuestra
comunidad, para que la Navidad no sea una preocupación más sino la razón
para estar auténticamente alegres, unirse y descubrir sus posibilidades en
torno al Dios-con-nosotros. Roguemos al Señor.
6.
Queremos presentar al Señor a los niños
del mundo, sin olvidar a los nuestros. Que todos puedan tener la vivencia
de la presencia de ese Dios que se hizo Niño para llegar a nuestros corazones y
transformarlos. ¡Que sean felices y te conozcan, Señor! Roguemos al Señor.
7.
Oremos por los que sufren, por los que han tenido que dejar sus hogares para
hacerse uno nuevo donde poder desarrollarse. Por los que han dejado. Por
quienes les acogerán. Roguemos al Señor.
8.
Suplicamos por la paz y el eterno descanso de nuestros difuntos. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
1.
Señor, Tú naciste para entregarlo todo, hasta
la última gota de tu Sangre, hasta tu propia Madre. Hoy queremos imitarte
entregando estos juguetes con los cuales
hemos jugado, para que otros niños también puedan usarlos. Que sean felices
jugando con ellos. Queremos decir con esto… ¡que Tú nos amas demasiado!
2.
Nada mejor podemos ofrecer que este pan y este vino que, acompañados
de nuestras propias vidas, serán transformados en tu Cuerpo y en tu Sangre,
Señor, y en testimonio de tu amor en medio de nosotros mismos. ¡Gracias, Señor!
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