XXVII Domingo Ordinario, Misa Familiar, 7 de octubre de 2018
MONICIÓN DE
ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos! El XXVII Domingo
del Tiempo Ordinario nos presenta lecturas que giran en torno al amor
matrimonial, por lo que bien podríamos llamarlo ‘Domingo del amor y del
matrimonio’.
Sacramento de la Iglesia, la unión matrimonial
de los esposos en la fidelidad y entrega mutuas constituye la verdadera
voluntad de Dios. Por eso conviene descubrir ese amor que une a los esposos con
Cristo, fijándose en que lo que los une es más que lo que los desune, forjando la
admiración y la comunicación como herramientas que ofrece el Señor para superar
las naturales dificultades.
(Por ser este día inicio de
la catequesis parroquial, se puede iniciar con una procesión con la Cruz, tres
corazones y la luz de Cristo, junto al mensaje: “AMOR DE DIOS”)
PENITENCIAL
1. Porque cada vez somos más del momento y vemos
como bueno amar solo por un tiempo, mientras no surjan dificultades. Perdón,
Señor, por no creerte. ¡Señor, ten
piedad! (Un chico/a muestra un corazón roto)
2. Aunque sabemos que de Dios viene el amor,
desestimamos nuestra relación con Él, llegando a avergonzarnos de ser católicos
y de tener a Cristo por Señor nuestro. ¡Cristo
ten piedad! (Un chico/a muestra un corazón con la
palabra ‘Dios’, roto)
3. Pensamos que la fidelidad es cosa del pasado
y exigencia de la Iglesia, olvidamos que es mandato de Dios para los esposos, a
quienes auxilia con su Gracia. ¡Señor,
ten piedad! (Un chico/a muestra un corazón con las
palabras; hombre, mujer, hijos, Dios, familia; está roto)
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
Creados semejantes a Dios y para
complementarse, el hombre y la mujer son bendecidos al tomar en cuenta la
divina voluntad en sus vidas, pues son partícipes de la gloria de Jesucristo,
en quien se plenifican. Dios los capacita para actuar como Él; por ejemplo,
amar para siempre. Así quiere el Señor que se establezca la pareja humana: dos
que se hacen uno en Cristo para dar vida y ser testimonio de vida, capaces de
cambiar la sociedad con su amor transformador.
ORACIÓN DE
LOS FIELES
1. Por la Iglesia, Esposa de Cristo. Por cada
uno de sus ministros y consagrados. Por sus laicos. Que todos tengamos el valor
de ser propagadores del amor de Dios. Roguemos
al Señor.
2. Ponemos en manos del Señor los hogares, los
matrimonios, de quienes estamos aquí presentes. Que se redescubra el amor que
los originó para que la admiración y el respeto de unos y otros sea fermento de
la Gracia de Dios en ellos. Roguemos al
Señor.
3. No olvidemos orar por aquellos hogares que
están atravesando situaciones difíciles de desamor, pobreza, infidelidad o
falta de esperanza. Que el Señor los restablezca. Roguemos al Señor.
4. Muchos creen en el mal llamado amor del momento, siendo que el amor es
una fuerza que une y se fortalece en la entrega, el sacrificio y la admiración
de unos por otros. Que tengamos el valor de descubrir el amor de Cristo en
nuestros matrimonios y hogares. Roguemos
al Señor.
5. Tal vez hemos pronunciado palabras hirientes
contra nuestros esposos o esposas… (silencio) Hoy queremos que tu Santo
Espíritu, Señor, nos inspire palabras de amor para decirles… (silencio) y sean, así, reavivados nuestros matrimonios.
Roguemos al Señor.
6. Oramos al Señor por los catequistas y catequizandos,
por todas sus familias, para que sean bendecidas. Roguemos al Señor.
7. Supliquemos al Señor por todos los difuntos.
Roguemos al Señor.
OFERTORIO
1. En estos esposos ofrecemos al Señor el amor de todas nuestras familias, de
todos los esposos. Al hacerlo, sabemos que Tú los bendecirás y los colmarás de
tu paz y de tu capacidad de seguir adelante hasta el final.
2. Hay esposos y familias que se olvidan de
llenarse con tu amor y los frutos de ese amor en cada uno de ellos. Esta cajita vacía que ahora comenzamos a
llenar de características del amor y de
quien es amado, son sólo algunas. Sabemos que Tú puedes llenar esos
corazones con muchas cualidades que sostengan esos hogares.
3. Con el
pan y con el vino te entregamos
a quienes te ofrecen sus sacrificios y esfuerzos para vivir en el amor y
consagrarte sus hogares. ¡Gracias, Señor, por ser nuestro Alimento y hacerte
presente en nuestras vidas!
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