XXVI Domingo Ordinario, 30 de septiembre de 2018
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanos! Sepamos que todos
somos bienvenidos al Banquete preparado por el Señor mismo para este Domingo
XXVI del Tiempo Ordinario.
Todas
las personas nos equivocamos, somos débiles ante las tentaciones y, muchas
veces, terminamos haciendo el mal. A pesar de esto, todas las personas somos
capaces de hacer lo bueno, somos capaces de recibir el mensaje de Dios y
responder con el bien que Él espera. ¡Dios cree en el ser humano!
No
obstante, llegamos a pensar que solo nosotros y los que están con nosotros
somos capaces de actuar bien. ¡Grave error que el Señor hoy corrige! Porque el
ser humano es imagen y semejanza de Dios y siempre puede obrar según la
Voluntad divina, aunque es libre para hacerlo o no.
PENITENCIAL
1.
Porque cuando sabemos hacer algo no dejamos que otros –tal vez más competentes-
lo hagan; de modo que ni crecemos ni dejamos a otros crecer. Señor, ten piedad.
2.
Porque llegamos a hacer cualquier cosa por obtener o conservar bienes; y
llegamos a hacer daño –a cuenta del dinero- hasta a quienes amamos. Cristo, ten piedad
3.
Relativizamos todo, hasta el bien y el mal, considerando que sólo los que
creemos buenos pueden hacer lo bueno y que todos los demás hacen lo malo. Le
negamos a Dios su poder de convertir los corazones y nos hacemos jueces
implacables. Señor, ten piedad.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Frecuentemente
somos desconfiados en los grupos ya constituidos cuando llega alguien, de quien
negamos que tenga condiciones para una labor; esto ocurre mucho a nivel de
Iglesia. El libro de los Números nos aclara que también en esas personas Dios
actúa, pues el Señor da sus dones a quien Él quiere.
SALMO.- El
salmo 18 alaba la sabiduría que se desprende de la Palabra de Dios; ella nos
anima a hacer lo que es realmente bueno. Sin embargo, hemos de reconocer que
hay errores ignorados –como la soberbia-
por los cuales hemos de pedir perdón a Dios.
SEGUNDA.- En
la Carta del Apóstol Santiago se nos advierte sobre la riqueza como la razón de
nuestras vidas, que nos lleva a cualquier tipo de excesos. Sin embargo, cuando
la riqueza sirve para ayuda y apoyo de quien lo necesite, causa provecho a
quien la tiene y a quienes le rodean. Maldición o bendición. Nosotros
decidimos.
EVANGELIO.- Todos
deberíamos hacer el bien y todo bien hecho nos debería alegrar, porque viene de
Dios y a Él alaba. Cuando me entristece que alguien actúe bien –con la excusa
de que no es de los nuestros o no piensa o actúa como nosotros- me hago causa
de tropiezo para otros, real anti testimonio del amor de Dios, que se da para
todos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
La Iglesia, misionera por excelencia, depositaria y anunciadora del mensaje de
Jesús, necesita reconocer el bien que se obra fuera de ella para hacer puentes
comunicacionales y evangelizadores. Que así ocurra con el Papa Francisco, con
cada consagrado, con cada bautizado. Oremos.
2.
Nos gusta ver mucho las diferencias y separar; Dios, en cambio, nos pide que
recordemos que somos hermanos y que Él nos ama a todos. Señor, que podamos
comprenderlo y actuar según tu deseo. Oremos.
3.
Supliquemos al Señor por los gobernantes, para que entiendan que ellos se deben
a todos los ciudadanos y busquen el bienestar y el desarrollo de todos. Oremos.
4.
El verdadero amor une y respeta. Que podamos gozar de la unidad familiar y ver
frutos de vida en el respeto a la familia humana. Oremos.
5.
La familia sana sustenta a una sociedad sana. Roguemos particularmente por las
familias aquí presentes y por las de los catequizandos y catequistas. Que
aprendan a vivir en el respeto a sus diferencias y en la unidad del amor. Oremos.
6.
Que tengamos el valor de cambiar aquellas actitudes que nos separan como
sociedad y veamos las diferencias personales como el elemento que enriquezca
las experiencias para crecimiento de todos. Oremos.
7.
Entreguemos al Señor una sentida súplica por quienes sufren, por los enfermos o
abandonados, por quienes la están pasando mal o esperan nuestra oración, por
los que sufrirán el martirio. Oremos.
8.
Oremos por todos los difuntos, para que reciban lo que esperaron según la
Misericordia de Dios. Oremos.
OFERTORIO
Dios
envió a su Hijo Jesucristo, no para redimir a unos pocos, sino para redimir a
la humanidad entera. Con el pan y el
vino entregamos nuestras vidas a Dios, permanentemente entre nosotros para
ser nuestro sustento, nuestra fuerza y nuestro alimento. Sabemos que Jesús
Eucaristía nos sanará y fortalecerá según su infinito amor. ¡Gracias, Señor,
por tu Misericordia!
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