XXIV Domingo Ordinario, 16 de septiembre de 2018


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos! Sean bienvenidos al Banquete que Dios ha preparado para nosotros, sus hijos amados.
En este XXIV Domingo Ordinario el Señor nos hace una gran pregunta, de manera personal: ‘¡Quién dices tú que es Jesús?’. O, dicho de otra forma: ¡Qué significa Jesús para ti? Su respuesta revelará nuestra fe: Jesús es… una teoría, alguien que vivió hace dos mil años, el mago que todavía me vende milagros, el hombre lleno de sabiduría, el loco que se dejó clavar en una Cruz, el Siervo Sufriente de Dios, el Hijo del Altísimo… mi Amigo Fiel, que siempre me acompaña y fortalece… En todo caso, si es esta última mi respuesta, debo tomar mi cruz y seguirlo con servicio al necesitado, buenas obras, testimonio de fe y conocimiento de Jesús. Porque Él debe ser influyente en mi día a día, en lo público y en lo privado de mis acciones.

PENITENCIAL
1. Porque nuestra fe se hace a un lado cuando el dolor toca nuestras vidas, llegando a buscar cualquier tipo de solución. ¡Señor, ten piedad!
2. Vivimos la fe solo en el templo y, cuando llegamos a nuestra casa, vecindario o trabajo, actuamos como personas sin compromiso de fe, de paz, de perdón, de servicio. ¡Cristo, ten piedad!
3. Repetimos lo que oímos, leemos e investigamos, reenviamos mensajes; pero no descubrimos a Cristo en su Palabra. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- En la primera lectura, del Libro del profeta Isaías, se dibuja el sufrimiento del que se conoce como el Siervo de Dios, quien, sufriendo hasta lo inexpresable, confía plenamente en que su Dios lo librará. ¿Qué tal va nuestra confianza en Dios?
SALMO.- En el salmo 114, el salmista canta agradecido a Dios, quien no lo abandonó y lo libró de la muerte. La fe es, pues, la respuesta confiada del creyente ante el dolor o cualquier peligro. Por eso hemos de agradecer a nuestro Padre Dios, siempre fiel.
SEGUNDA.- Si tenemos fe en Jesucristo y su mensaje de Salvación, debemos actuar según Él lo haría. No podemos adorar a Dios y despreciar a sus pequeños; esto no es consecuente con esa fe, la cual hay que vivirla, como lo recomienda el apóstol Santiago en la segunda lectura.
EVANGELIO.-  Del evangelista san Marcos recibimos una pregunta fundamental: ‘¿Quién es Cristo para ti?’ Porque debemos saber a quién seguimos; y, si lo hacemos, debemos saber a qué nos compromete el hacerlo.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1- Oremos por la Iglesia, depositaria de las enseñanzas del Maestro, para que nos ayude a conocer mejor a Jesús y nos anime a llevar su mensaje de amor a quienes no lo conocen. Roguemos al Señor.
2- Oremos por quienes hemos decidido seguir a Cristo, para que no rechacemos la Cruz de cada día y nos hagamos sensibles a las necesidades de nuestro prójimo; que les ayudemos desde lo que podamos, sin esperar a tener grandes fortunas para hacerlo. Roguemos al Señor.
3- Oremos por todos los gobernantes, para que se sientan responsables de la justa atención de sus ciudadanos y trabajen por el bien común. Roguemos al Señor
4- Oremos por los sacerdotes, para que el Señor no deje de manifestarse a sus corazones, moviéndolos a una fe más viva y eficaz. Recordemos a quienes están enfermos, en duda, tentación fuerte o soledad. Roguemos al Señor.
5- Oremos por aquellos que no han recibido el don de la fe y viven sin la alegría de creer y esperar en Dios, para que, un día, tengan su encuentro personal con Jesús y sus vidas sean transformadas. Roguemos al Señor.
6- Oremos por quienes no tienen techo para vivir ni lo más fundamental. Para que encuentren manos amigas que les socorran. Para que descubran las capacidades que Dios les ha dado para superar cualquier adversidad. Roguemos al Señor.
7- Oremos por quienes participarán en la Catequesis y, especialmente, por sus formadores y familiares, para que sean promotores -y no entorpecedores- de su crecimiento espiritual, con el ejemplo y la palabra. Roguemos al Señor.
8- Oremos por todos los difuntos, para que gocen de la Presencia de Aquel a quien confesaron y en quien creyeron. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Nuevamente nos acercamos hasta Tu altar, Señor, llevando las ofrendas por excelencia: el pan y el vino. Lo hacemos como respuesta a tu pregunta, pues creemos que, en ellas, Tú mismo Te harás presente. Eres Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, nuestro Salvador, nuestro Amigo Fiel. Por eso, Te entregamos nuestras vidas, solo Tú puedes transformarlas. ¡Gracias, Señor!

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