XVI Domingo Ordinario, 22 de julio de 2018
MONICIÓN DE
ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos! Reciban un cordial
abrazo de bienvenida a la celebración del XVI Domingo Ordinario.
Por cuanto conocer a Dios es un tanto difícil,
Él dispuso enseñarnos y explicarnos con comparaciones sencillas que pudieran
ser entendidas por todos. Tratándose de un pueblo de pescadores, pastores y
agricultores, les resultaría fácil comprender comparaciones y referencias sobre
estos aspectos.
De ahí que Jesús se compare al Buen Pastor, que
cuida con particular esmero de cada oveja; y lo hace con amor de madre,
solícitamente pendiente de cada necesidad nuestra, pues nos conoce a plenitud.
Él sabe que muchas veces estamos cansados y agobiados, y nos da reposo.
ACTO
PENITENCIAL
Señor, nos incomoda decirle a un sacerdote lo
que está mal en nosotros -nuestros pecados- pero buscamos la guía y orientación
de cualquier profesional o de adivinos, astrólogos o expertos en ocultismo.
¡Señor, ten piedad!
Usamos la Cruz de Cristo como un simple adorno,
olvidando que quien la porte debe saberse salvado y comprometido a vivir al
estilo de Jesús, en unidad, paz, perdón y amor. ¡Cristo, ten piedad!
Buscamos a Dios cuando necesitamos de Él. Lo
olvidamos cuando todo va bien. Nos perdemos de vivir en la paz que solo Él nos puede
dar. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES A
LAS LECTURAS
PRIMERA: Unos 600
años antes, el Señor anuncia a su pueblo por medio del profeta Jeremías lo que
sucederá: Aquel a quien llamarán “El-Señor-nuestra-justicia” –esto es, Jesús-
se encargará de reunir a su pueblo, dividido, en un solo rebaño. Y los
apacentará por medio de pastores capaces de actuar con justicia y derecho en la
tierra.
SALMO: Oremos
confiadamente utilizando el Salmo 22, bellísimo, sencillo y muy utilizado. Nos
anima a confiar plenamente en el Señor, el Pastor que nos protegerá y guiará
para el logro del que debería ser nuestro más importante proyecto, la
salvación.
SEGUNDA: Escucharemos
la reflexión de san Pablo a los Efesios en torno a la Cruz de Cristo, que nos unió
en su propio Cuerpo dando muerte al odio y restableciendo la paz destruida por
el pecado. En Él somos hechura nueva de paz, unidad, crecimiento y amor.
EVANGELIO: Vamos por la
vida sin parar, sin ni siquiera analizar y comprender el porqué de las cosas. San
Marcos refiere cómo Jesús, buscando descansar un poco de tanto esfuerzo
misionero, intenta retirarse con sus discípulos a un lugar tranquilo, pero
también allí llega la gente, ansiosa de encontrarlo. Él, lleno de amor y paz,
los atiende.
ORACION DE
LOS FIELES
1.-
Pidamos al Señor su Luz sobre la Iglesia que Él mismo fundó. Que todos
los bautizados nos sintamos llamados a llevar por dondequiera que estemos su
mensaje de amor y paz verdaderos. Oremos.
2.- Muchas
veces andamos como ovejas sin pastor. Que, prestando atención a donde está
Cristo, nos acerquemos a escucharlo y hallar su paz. Oremos.
3.- Suplicamos por nuestros hogares, donde
tantas veces parecemos lobos feroces dispuestos a todo con tal de conseguir lo
que buscamos. Que se encuentre la calma perdida. Oremos.
4.- Hay muchas personas sufriendo porque están
enfermos, porque viven en soledad o conflictos constantes o porque carecen de
lo necesario. Roguemos para que en Cristo encuentren la paz y alegría de vivir
que buscan. Oremos.
5.- Por quienes recibieron los sacramentos,
pero ya se olvidaron de acercarse al encuentro de la reconciliación y al
Banquete del Señor cada domingo. Oremos.
6.- Muchos cristianos católicos buscan la
sanación de enfermedades y situaciones en el yoga, la meditación trascendental,
las corrientes orientales del pensamiento, el ocultismo, el horóscopo y cualquier
tipo de adivinación. Que entendamos que Cristo está ausente en todas esas
prácticas y que son diosecillos a quienes se adoran ocultamente. Oremos.
7.- Oramos por todos nuestros difuntos.
Especialmente, imploremos por tantos niños fallecidos por desnutrición o falta
de medicinas. Oremos.
OFERTORIO
Cada Domingo
renovamos nuestra amistad, Señor; hoy queremos expresar ese deseo al
presentarte estas ofrendas:
1. El pastor utiliza su vara para atraer a sí
las ovejas que se le alejan. Sin embargo, nos cuesta ser dóciles a tus
inspiraciones, Señor. Por eso esta vara
simboliza nuestra decisión de ser obedientes a tu Palabra, a tu voluntad.
2. Señor, Tú eres nuestra paz y nuestro
sosiego. Te quedaste como nuestro Alimento, y te lo agradecemos. Queremos
adorarte eucarísticamente y ver que crezca nuestra fe en Ti. Sabemos que este pan y este vino se convertirán en tu
Cuerpo y tu Sangre y fortalecerán, así, nuestra existencia cristiana.
¡Por cuanto Tú nos das, Señor, te damos las
gracias!
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