Domingo XI del Tiempo Ordinario, 17 de junio de 2018


 

MONICIÓN DE ENTRADA

         ¡Muy buenos días tengan todas y todos! Seamos bienvenidos a celebrar con alegría y emoción el Banquete del Señor.
El Señor no cesa de actuar, Él sigue sembrando. Su Palabra es semilla que espera ser llevada a nuestras vidas en abundancia. Y, aunque quienes siembren no alcancen a ver los frutos de su labor, ésta ha de seguir haciéndose y ha de dar frutos abundantes.
Con profunda alegría pongámonos de pie e iniciemos este encuentro con la Vida.

PENITENCIAL
1. Porque no aceptamos que Dios es infinitamente más poderoso que cualquier otro ser, llegando a no confiar en su acción en nuestras vidas. ¡Señor, ten piedad!
2. Porque dejamos de lado a Dios, pero, en cambio, confiamos ciegamente en personas. Defraudadas por estas, afirmamos que Dios no existe. ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque cuidamos poco la aplicación de la Palabra, el ejemplo que damos y que necesitan los demás para ayudar a crecer su fe. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES A LAS LECTURAS

PRIMERA: Tomada del Libro de Ezequiel, la primera lectura es palabra de aliento dada al pueblo judío desterrado, lleno de sufrimientos y necesidades. Pues Dios mismo hará de este pequeño resto una gran nación. ¡Nuestra pequeñez no limita a Dios!

SALMO: El Salmo 91 manifiesta el agradecimiento que a Dios corresponde por su poder y su bondad para con nosotros. La misericordia divina ayuda a florecer las buenas obras en quienes siguen y aman al Señor. ¡Alabemos a Dios por cuanto de Él recibimos!
SEGUNDA: En su Segunda Carta a los Corintios, san Pablo compara la vida presente con un destierro, lleno de sufrimientos que nos llevan a anhelar el fin de todo para encontrarnos con Dios. Nuestra confianza puesta en Él nos aproximará ese encuentro gozoso.
EVANGELIO: Dios es dinámico y nos sorprende con lo que logra en nosotros. Él realiza su obra cuando se sabe de su obrar y, también, cuando pareciera no estar a cargo. El Reino de Dios es, pues, semejante a una semilla que crecerá hasta dar los mejores frutos, según lo afirma san Marcos.

ORACIÓN DE LOS FIELES

            Cuando ya se acerca el momento en que Cristo se haga presente en su Cuerpo y en su Sangre para todos nosotros les invito a elevar al Señor las intenciones que hay en sus corazones junto con toda la comunidad aquí reunida: (Respondemos:  GRACIAS, SEÑOR)

1.   Fundaste tu Iglesia, Señor, para que fuera testimonio de la construcción y unidad de tu Cuerpo, hasta llegar a la perfección de tu propia plenitud, la cual Tú bendices.  Por eso te decimos, GRACIAS, SEÑOR.
2.   Te agradecemos por la “piedra” en que se cimienta tu Iglesia,  nuestro Papa Francisco  y te suplicamos lo fortalezcas en el Espíritu Santo para que pueda cumplir la misión que Tú mismo le has encomendado en nombre del Padre eterno.  Por eso te decimos, GRACIAS, SEÑOR.
3.   Te agradecemos por nuestro(s) sacerdote(s), …, cuyo ejemplo cada día nos guía y nos orienta en la fe; te rogamos que encuentre(n) Tu consuelo en sus tribulaciones y Tu fortaleza en sus debilidades. Por él (ellos) y por todos los sacerdotes te decimos, GRACIAS, SEÑOR.
4.   Los bautizados hemos recibido de Dios la plenitud de la gracia y debemos vivir en el servicio de quien nos la dio, a través del hermano.  Por esa capacidad de servir te decimos GRACIAS, SEÑOR.
5.   Reconocemos que nuestras familias son PEQUEÑAS IGLESIAS DOMÉSTICAS, que deben recomprometerse en su condición de centros de formación y crecimiento en la fe, servicio al prójimo y promoción comunitaria.  Por todas nuestras familias te decimos GRACIAS, SEÑOR.
6.   Te agradecemos, Señor, el  nuevo compromiso cristiano de nuestros hijos e hijas, el que sean testimonio que contagie y que vivan la instrumentalidad del amor de Dios entre nosotros.  Por tus bendiciones para todos ellos te decimos GRACIAS, SEÑOR.
7.   Queremos hablarte de los evangelizadores, formadores y catequistas, verdaderos testigos de tu amor, como debemos serlo todos nosotros.  Al suplicarte que los bendigas y multipliques, te decimos GRACIAS, SEÑOR.
8.   Muchas personas que han sido parte de nuestras historias personales ya no están, se han ido contigo. Las recordamos y seguimos amando y, por ellas, te decimos GRACIAS, SEÑOR.

 MONICIONES DEL OFERTORIO

Hoy nuestra fe se viste de gozo al presentar y recibir el  pan y el vino donde creemos que Tú, Señor, te nos entregarás como alimento para el alma y fortaleza en nuestro caminar. Por todo esto, ¡GRACIAS, Señor!

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