Solemnidad de Corpus Christi, 3 de junio de 2018
MONICIÓN
DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanos y hermanas! Sean bienvenidos a nuestro encuentro
eucarístico de este día, día grande, en que celebramos Corpus Christi, esto es,
la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, que expresa la gratitud y el recuerdo
de los cristianos por el divino beneficio de este sacramento por el que se hace
nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo.
La idea surgió hace unos 900 años en una religiosa belga,
Juliana de Cornillon, como un merecido honor al gesto de auto entrega de Jesús
en la Última Cena. Apoyada por el obispo de su diócesis, el papa Urbano IV estableció
la celebración para toda la Iglesia, siendo el papa Clemente V quien la extendió
y popularizó.
PENITENCIAL
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: La primera lectura de hoy procede del capítulo 24 del Libro del Éxodo.
Y nos narra cómo Moisés, mediante la sangre de unas vacas –que era una fórmula
de sacrificio- confirma la Alianza del pueblo judío con Dios, quien los eligió
como su parentela. Más tarde, la Sangre de Cristo confirmará la Nueva Alianza,
que dura para siempre.
EVANGELIO:
Es sencilla -pero muy clara- la narración de san Marcos en torno a lo
ocurrido durante aquella Última Cena de Jesús, cuando concluye tantas
explicaciones dadas con anterioridad en torno a Su condición de Pan de vida y
Cáliz de salvación. Al punto que las palabras que pronunció entonces se han
constituido en la fórmula litúrgica que repite el sacerdote en el momento de la
consagración: “Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre”.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Creer en la Presencia real de Cristo Resucitado nos llevará
a un verdadero ‘encuentro eucarístico’ de común unión.
Pidamos que Su
Espíritu nos fortalezca, nos ilumine y nos llene de su paz.
MONICIONES
DEL OFERTORIO
CÁLIZ Y VINAJERAS
¡Muy buenos días, hermanos y hermanas! Sean bienvenidos a nuestro encuentro
eucarístico de este día, día grande, en que celebramos Corpus Christi, esto es,
la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, que expresa la gratitud y el recuerdo
de los cristianos por el divino beneficio de este sacramento por el que se hace
nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo.
La idea surgió hace unos 900 años en una religiosa belga,
Juliana de Cornillon, como un merecido honor al gesto de auto entrega de Jesús
en la Última Cena. Apoyada por el obispo de su diócesis, el papa Urbano IV estableció
la celebración para toda la Iglesia, siendo el papa Clemente V quien la extendió
y popularizó.
Dispongámonos,
ahora, puestos de pie, para iniciar la gran Fiesta Eucarística. Cantemos y
recibamos al celebrante.
PENITENCIAL
a)
La Eucaristía es fuente de vida, santidad,
entrega y amor. Muchas veces la recibimos en automático. Pidamos perdón si
comulgamos para que nos vean o sin estar debidamente preparados para recibirla.
¡Señor, ten piedad!
b)
¡Dios puede transformar nuestra
existencia! Aunque Él mismo se nos
entrega en la Eucaristía, no
valoramos Su presencia entre nosotros. Pidamos perdón por las veces en que
damos importancia a la celebración social y pasamos a Jesús a un segundo o
tercer lugar. ¡Cristo, ten piedad!
c)
Nos acercamos a la Eucaristía sin hambre
de Dios, pendientes más del chicle o la chuchería que, porque nos gustan
demasiado, escondemos un momento para seguir disfrutándolos. Tú pasas a
ser, Señor, mi cumplimiento, pero no Te valoro ni Te disfruto. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA: La primera lectura de hoy procede del capítulo 24 del Libro del Éxodo.
Y nos narra cómo Moisés, mediante la sangre de unas vacas –que era una fórmula
de sacrificio- confirma la Alianza del pueblo judío con Dios, quien los eligió
como su parentela. Más tarde, la Sangre de Cristo confirmará la Nueva Alianza,
que dura para siempre.
SALMO: En medio de las angustias y el
dolor por situaciones vividas, el salmista sabe que, por su fe y confianza en
Dios, recobró ánimos y pudo salir adelante. Por eso da gracias a Dios, quien es
la razón de su esperanza.
SEGUNDA: El antiguo Pueblo de Dios fue
esclavo del pecado y vivió una fidelidad demasiado ligera. La Alianza Nueva que
se da por medio de la Muerte y Resurrección de Jesucristo, purificará por
siempre a los que Él redimió y a todo aquel que siga Su camino con corazón
sincero. En el Mesías sacerdote y ofrenda se da nuestra liberación del pecado.
EVANGELIO:
Es sencilla -pero muy clara- la narración de san Marcos en torno a lo
ocurrido durante aquella Última Cena de Jesús, cuando concluye tantas
explicaciones dadas con anterioridad en torno a Su condición de Pan de vida y
Cáliz de salvación. Al punto que las palabras que pronunció entonces se han
constituido en la fórmula litúrgica que repite el sacerdote en el momento de la
consagración: “Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre”.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Creer en la Presencia real de Cristo Resucitado nos llevará
a un verdadero ‘encuentro eucarístico’ de común unión.
Pidamos que Su
Espíritu nos fortalezca, nos ilumine y nos llene de su paz.
1. Tú eres fiel, Señor Jesús. Bendice a la Iglesia, a cada
bautizado, dondequiera que se encuentre, para que sea fiel a la misión que le
has encomendado. Roguemos al Señor.
2.
Tú nos diste el ejemplo de cómo
servir. Bendice a los ministros de tu Iglesia -el Papa Francisco; nuestros
obispos: …; a nuestros sacerdotes: …- para que todos ellos sientan el gozo de
servir al rebaño que Tú mismo les has confiado. Roguemos al Señor.
3.
Tú eres ‘la Iglesia’. Bendice
nuestra vida comunitaria, nuestro crecimiento como vecinos, estudiantes,
trabajadores, de modo que se pueda observar cómo nos amamos. Roguemos al Señor.
4.
Tú nos enseñas lo bueno que es
orar. Bendice a tus hijos con el don de la oración comunitaria y personal, que
puede hacernos mover las más grandes montañas: las que están en nuestro
corazón. Roguemos al Señor.
5.
Tú eres Familia Trinitaria, Señor.
Bendice nuestros hogares para que tengamos el valor de cambiar nuestras
actitudes que los destruyen y empobrecen. Roguemos
al Señor.
6.
Tú eres el Camino, Señor Jesús.
Bendice nuestros pasos y acompáñanos en nuestras decisiones. Roguemos al Señor.
7.
Tú eres la Verdad, Señor Jesús.
Bendice nuestra voluntad para que seamos auténticos y aprendamos a vivir en tu
Verdad. Roguemos al Señor.
8.
Tú eres la Vida, oh Jesús. Bendice
nuestra decisión de morir al egoísmo y vivir plena y abundantemente, según tu
oferta para nuestro cada día. Roguemos
al Señor.
9.
Tú eres el Príncipe de la Paz.
Bendice nuestra historia personal y comunitaria con esa Paz que no es como la
que da el mundo. Roguemos al Señor.
10.
Tú nos enseñaste que existe la Vida
Eterna. Bendice nuestro recuerdo de quienes ya han pasado de esta vida a la
verdadera y dales a todos ellos el descanso que esperaron. Roguemos al Señor.
MONICIONES
DEL OFERTORIO
CÁLIZ Y VINAJERAS
Traemos
ante Tu altar, Señor, una ofrenda que el hombre elabora para que Tú la
transformes. Es que, aunque nuestros ojos no lo puedan distinguir así, ellas
serán tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad, que se nos darán en el
Alimento para la Vida verdadera y para nuestra Salvación, Señor.
Por
todo esto, ¡GRACIAS, Señor!
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