V Domingo de Pascua, 29 de abril de 2018

MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengan todas y todos! Los saludamos con alegría, como nos lo pide la Pascua. Sean bienvenidos, en el Día del Señor, a la V Eucaristía dominical de este Tiempo de gozo, cuando tiene que notársenos nuestra decisión de cambiar lo que estaba mal y llenar todo del Amor de Jesús Resucitado, a quien seguimos.
 Los frutos que demos han de ser buenos y abundantes, en unidad de amor auténtico, porque Jesús es la vid, nosotros los sarmientos y Dios el labrador...
Nos ponemos de pie, cantamos alegres y recibimos al celebrante.

 PENITENCIAL
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero nos falta amor para nosotros mismos y para lo que hacemos y lo que es importante en nuestras vidas. ¡Señor, ten piedad!
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero nos falta amor para nuestro prójimo, nuestros familiares, amigos y conocidos. ¡Cristo, ten piedad!
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero no Te permitimos obrar en nuestros corazones, impidiendo que tu amor redentor nos transforme y nos comunique tu vida. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.-  ¿Crecerá la Iglesia si no se acepta en ella a quienes un día fueron reconocidos como grandes y públicos pecadores o enemigos suyos? Los Hechos de los Apóstoles refieren el rechazo sufrido por quien sería el ‘apóstol de los gentiles’, Pablo, antiguo perseguidor de cristianos. El testimonio de Bernabé hará que sea aceptado. Todos deben tener oportunidades de cambiar.
SALMO.- Luego de todo gran dolor descubrimos el gozo y la alegría porque el Señor ha intervenido en nuestras vidas. El salmo 21, de tinte pascual, nos anima a confiar en que nuestro sufrimiento pasará, así como ocurrió al Señor en su Pasión.
SEGUNDA.- El Apóstol san Juan, nos recuerda que el amor a las personas es lo fundamental, ya que proviene de vivir como hijos de Dios, a quien nos acerca. El Señor, que conoce nuestras propias conciencias, no pide corazones culpables sino arrepentidos y bien dispuestos para amar sinceramente, sin rencores ni envidias.
EVANGELIO.- San Juan nos presenta una comparación relativa a los procedimientos de cultivo, según la cual Dios, nuestro Padre, es el viñador; Jesús, por su parte, es la vid, la planta de la uva, de la que nosotros somos los sarmientos. Por lo tanto, solo unidos a Cristo daremos los mejores frutos, pues nos cuidará nuestro Padre Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Tú quisiste que fuera una. Que el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos entendamos que este deseo Tuyo de unidad debe ser cumplido en el diario quehacer de cada uno de nosotros. Roguemos al Señor.
2. Por quienes dirigen. Por sus situaciones personales. Por los conflictos que les causa el querer mantener la unidad en la diversidad y la justicia entre todos. Roguemos al Señor.
3. Por nuestra parroquia. Por nuestra comunidad parroquial. Por nuestras escuelas, colegios y liceos. Por nuestras familias y lugares de trabajo. Para que permanezcamos unidos a Jesús y demos los mejores frutos. Roguemos al Señor.
4. Por quienes sufren. Por las grandes cantidades de personas que no saben cómo saldrán adelante luego de una calamidad física o nacional. Que el Señor nos ayude a dar frutos de buenos cristianos y que, al menos, nuestras oraciones les acompañen y fortalezcan. Roguemos al Señor.
5. Por quienes ya no admiran a Dios y han permitido que su amor por Él se seque. Para que vuelvan a descubrirte, Señor, y Te permitan abonarlos y podarlos para que tengan una vida en abundancia. Roguemos al Señor.
6. Recordamos muy especialmente a nuestra Mamá del cielo, la Virgen María. ¡Ella sí que dio muchos frutos, y de los buenos! ¿Saben por qué? Porque estuvo unida a Dios con la intervención del Espíritu Santo. Pidámosle a Ella que nos ayude a ser buenos hijos de Dios, buenos prójimos de todos. Roguemos al Señor.
7. Oremos por los que se han ido para siempre, Para que reciban lo que tu Iglesia les ha enseñado que recibirían. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Señor, queremos ser testimonio de tu Resurrección dondequiera que nos encontremos. Por eso presentamos estas 7 hojas de parra,  sobre las cuales hay características de todo buen cristiano: caridad, generosidad, perdón de ofensas,  ayuda al necesitado, piedad, oración, Jesús y María en nuestro corazón. Al hacerlo Te estamos presentando nuestra disposición para actuar así. Por supuesto, Señor, ‘¡contamos contigo!’.
2. Y para permanecer unidos a Ti, Señor, nada mejor que la oración. Por eso presentamos estas manos que se unen para orar, que se unen, así, a la fuente de la vida, a Cristo Jesús, ‘el Resucitado’.
3. Tu Iglesia no comenzó a actuar hasta que recibió la ‘fuerza que viene de lo alto’, el Espíritu de Dios. El PAN y el VINO, convertidos en  Cuerpo y Sangre del Señor nos darán valor y capacidad para ser testigos de Cristo muerto y resucitado.

ORACIÓN FINAL
Gracias, Señor, por habernos fortalecido con tu Palabra y el Alimento Eucarístico. Ayúdanos a ser testigos de Tu Resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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