Sábado Santo, Solemne Vigilia Pascual, 31 de abril de 2018
LUCERNARIO
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenas noches para
todas y todos ustedes! Sepamos que todos somos invitados muy especiales a esta,
nuestra más grande celebración, la Vigilia Pascual, de la cual nacen todas las
celebraciones y vigilias, por cuanto esta es la noche santa en que Jesús ha
pasado de la muerte a la vida: ¡Cristo ha resucitado!
Los ornamentos, la música,
todo refleja alegría, todo habla de la Resurrección. Es noche de triunfo, ¡la
vida ha vencido a la muerte! La luz nueva de la Pascua, la Palabra de Dios, el
agua y la propia Eucaristía de Pascua donde el pan y el vino consagrados serán
para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesús. Hoy lo celebramos Resucitado, glorioso,
vivo, fuente del amor más sublime, nuestro Señor.
Comenzaremos la Vigilia
Pascual con la Bendición del fuego, del cual encenderemos el Cirio Pascual, que
simboliza a Cristo Resucitado, presente en medio de su Iglesia. Queremos que
Cristo sea nuestra luz, que nos encienda en el fuego de su amor para que
nuestra fe en Él ilumine cada aspecto de nuestras vidas. Así, recibiremos
y comunicaremos la luz del cirio porque somos testigos de la Resurrección del
Señor.
Les invitamos, pues, a
salir. Como el sepulcro vacío, el templo quedará a oscuras. Afuera alabaremos
al Señor y, encendido el fuego en medio de nuestros cantos, entraremos
nuevamente a celebrar la Resurrección gloriosa de nuestro Salvador, vencedor de
las tinieblas del pecado y de la muerte.
MONICIÓN AL PREGÓN PASCUAL
Comenzamos la gran fiesta
cristiana de la Pascua con la proclamación del pregón pascual que nos invita a
descubrir la entrañable misericordia de nuestro Dios que es capaz de
transformar el pecado en gracia, la muerte en Resurrección y Vida.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
A continuación, comenzaremos
a la celebración de la Palabra de Dios, la cual es portada solemnemente desde
el fondo de la Iglesia. La invitación es a dejarnos iluminar por ella. La
recibimos de pie, manteniendo las velas encendidas… Ahora podemos apagar las
velas y sentarnos.
Por cuanto el Señor siempre
ha gustado de comunicarse con nosotros, comenzaremos escuchando lecturas del
Antiguo Testamento y alabando con los respectivos salmos. A las lecturas de los
libros del Génesis, Éxodo, Isaías y Ezequiel continuarán –luego del canto de
Gloria- dos lecturas del Nuevo Testamento: la Carta a los Corintios y el
Evangelio de san Lucas. Todas estas lecturas corresponden a momentos claves de
la historia de la Salvación
ANTIGUO TESTAMENTO: Creados con amor extremo,
descubriremos cómo se manifiesta la siempre fuerza sanadora, liberadora y
transformadora de Dios. Al crear, liberar de la opresión y rescatar de la
muerte, Dios está apostando a la vida. Prestemos mucha atención porque lo
que se nos proclamará tiene mucho que ver con nuestra propia historia personal
de salvación.
GLORIA: Hermanos: ¡Dios ha obrado
maravillas a favor de cada persona! Corresponde, entonces, expresar llenos de
júbilo nuestra gratitud y nuestra alegría a Dios, siempre fiel, cuyo amor es
eterno. En esta noche de luz y de gozo, unámonos a la Iglesia universal y,
puestos de pie, volvamos a encender nuestras velas y entonemos todos juntos el
himno de nuestra alegría. (Se canta o reza el Gloria)
EPÍSTOLA: Pablo lo explica muy bien a
la comunidad de Corinto: Cristo resucitado nos trae vida nueva. El pecado ha
sido destruido y, por lo tanto, debemos morir al él y vivir para Dios. Es
momento, pues, para nosotros, de vivir la fraternidad y la solidaridad más
auténticas. ¡Vencer con Cristo!
EVANGELIO: Nos encontramos ante el
misterio gozoso y en proceso de la vida construida y por construir. Las mujeres
serán las primeras en descubrirlo: ¡Cristo ha resucitado! Su luz ya no tiene
ocaso. Nada hay que buscar entre los muertos: debemos buscar la vida en Dios,
sin miedos, pues con nosotros está Aquel que ha vencido hasta la muerte.
LITURGIA BAUTISMAL
BENDICION DEL AGUA
El agua es signo de la vida
nueva que, con su Resurrección, nos trae Jesucristo. Ha llegado el momento de
bendecir el agua y de renovar nuestras promesas bautismales. Recordemos que el
símbolo del agua hace referencia al Bautismo. En este Sacramento recibimos la
vida nueva de Jesús por cuanto por el agua somos incorporados a Jesucristo
Muerto y Resucitado, haciéndonos hijos de Dios Padre.
ANTES DE LA ASPERSIÓN
Ahora, recordando nuestro
propio bautismo por el que fuimos incorporados a la vida de Dios, el celebrante
asperjará sobre nosotros el agua que acaba de bendecir. Al hacerlo, dos
expresiones de nuestra propia Salvación se harán presentes: por una parte la
grandeza de Dios y, como respuesta nuestra, el compromiso que adquirimos en el
Bautismo. Encendamos, nuevamente, nuestras velas de la Luz del Cirio Pascual.
ORACIÓN DE LOS FIELES
La Creación toda ha sido renovada con la Resurrección de Cristo. A Él
presentemos nuestras oraciones, llenos de confianza. (Respondemos: Cristo Resucitado, escucha nuestra
oración)
1. Todos somos Iglesia que
nació a la luz de la Resurrección del Señor. Para que seamos anunciadores
valientes y renovados del Mensaje de Salvación que Jesús nos entregó y
cuya Resurrección confirmó. Oremos.
2. Nuestra Iglesia sufre el
martirio en cientos de cristianos que son perseguidos y asesinados. Oremos por
ellos y por quienes los persiguen, por quienes persiguen al Hijo Único de Dios.
Oremos.
3. Presentamos a quienes
rigen los destinos de los pueblos, para que la Resurrección de Jesús ilumine
sus proyectos y decisiones, y sea posible la paz y el desarrollo, la justicia y
el perdón en todas las naciones, especialmente en la nuestra. Oremos.
4. Oremos, también, por quienes
sufren sin ver solución a sus situaciones de vida. Para que la Resurrección del
Señor les llene de esperanza. Oremos.
5. Necesitamos, Señor,
muchos sacerdotes santos, que te adoren y sirvan solo a Ti. Que sean testigos
creíbles de tu amor y tu sacrificio. Que sean capaces de cambiarlo todo para
serte fieles. Por eso, hoy queremos encomendar a todos los sacerdotes que están
presentes en nuestras vidas. Oremos.
6. Por todas las personas
que te han desconocido. Por quienes no te buscan. Por quienes hemos dado
testimonio falso de Ti. Para que unos y otros descubramos la Verdad del
Evangelio. Oremos.
7. Recordamos a quienes han
pasado por nuestras historias personales y ya no están, porque se han ‘dormido’
para siempre. Oramos por ellos. Y por cuanto creemos que Cristo ha resucitado,
entendemos que ellos también resucitarán, pues en este día nuestra muerte ha
sido vencida. ¡Estemos alegres! ¡Nos volveremos a ver! Oremos.
OFERTORIO
(Un matrimonio seleccionado presenta la ofrenda del
pan y del vino)
La Iglesia toda se goza
ante la ofrenda de amor permanente que es el pan y el vino, por cuanto
se convertirán en Jesús mismo, el Alimento para nuestra Salvación, del cual
participaremos en gesto fraterno y como memorial del misterio que hemos estado
celebrando. ¡Gracias, Señor!
ACCIÓN DE GRACIAS
Señor Jesús, Sumo y Eterno
Sacerdote, a Ti dirigimos nuestra mirada agradecida por el misterio redentor
que acabamos de celebrar. Al hacerlo, Te damos gracias, también, por cada
sacerdote que, sobre la tierra, ha consagrado tu Cuerpo y tu Sangre. Suplicamos
para ellos tus bendiciones y la fuerza que viene de lo alto. Y a nosotros aquí
presentes y las pequeñas Iglesias domésticas que cada uno, cada una,
representamos, infúndenos el amor y la caridad necesarios para transformar
nuestro entorno y dar gloria a tu Nombre dondequiera que nos encontremos. Amén.
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