Domingo de Ramos, 25 de marzo de 2018
MONICIÓN
DE ENTRADA
¡Muy
buenos días para todos los hermanos! Este Domingo es día de júbilo y de alegría
en el cual se percibe, además, el amor que llega al más grande sacrificio: la
Cruz.
Todo
gira en torno a nuestro Rey y Señor, Jesucristo, quien hasta ese momento había
hecho callar a los demonios cuando declaraban su filiación divina; pero
que hoy permite a todos –si fuera preciso, hasta a las piedras- proclamar que
Él es Rey.
Con
esta aclamación iniciamos la Semana más trascendental de todo el año litúrgico.
Aquella en que evocaremos la Primera Eucaristía y el mandato del amor y
servicio, así como el sacerdocio de los Apóstoles y sus sucesores. Viviremos el
dolor del juicio amañado y la condenación de Jesús, a quien podremos acompañar
en su Camino de Cruz. Ya muerto, consolaremos a María, su Madre; pero,
también descubriremos el Sepulcro vacío y nos gozaremos en su
Resurrección. ¡Es la gran semana!
Vivamos
estos días con una fe renovada y renovadora, que agradece a Dios tan grande
amor.
(Entran el sacerdote y un nutrido grupo de catequizandos
con palmas en las manos.)
PENITENCIAL
1.
Somos católicos de habitación y de templo, pero no en nuestra vida social,
donde te negamos al no ayudar al necesitado. ¡Señor, ten piedad!
2.
Irrespetamos tu Nombre y tu Sacrificio, Señor, con chistes tuyos o de tu
Iglesia, que escuchamos muy alegres y repetimos sin considerar que Te
entristecemos. ¡Cristo, ten piedad!
3. Te
aclamamos en tu templo, pero nos ocupamos poco de vivir como Tú nos has
enseñado. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El
profeta Isaías, nos muestra una prefiguración del Señor, el Siervo de Yahvé,
siempre cercano del que sufre. La Palabra de Dios, escuchada y meditada, le
conduce y sostiene, dándole los elementos necesarios para cumplir su misión de
ayudar a otros. El sufrimiento del Siervo será redentor.
SALMO.- En
sintonía con la profecía del Siervo de Yahvé, el Salmo
21 es visto como anticipación profética de lo que sería
el sufrimiento de Jesús para salvarnos a todos. Él mismo repite estos
versos al Padre sobre la Cruz. Oremos con mucha fe.
SEGUNDA.-
Muchas veces perder significa ganar. En su Carta a los Filipenses, san Pablo
nos recuerda cómo Cristo, haciéndose un simple ser humano, despojado de su
rango, sufrió la más cruel muerte por nosotros. Tanto amor fue resarcido por el
Padre, quien Lo resucitó y Lo glorificó.
EVANGELIO.- San
Marcos nos presenta el relato completo de la Pasión del Siervo sufriente de
Yahvé –que ni fue
teatro ni fue apariencia mística-, el cual constituye el mayor
acto de amor de la historia. Este camino de dolor y humillación y de obediencia
al Padre, llevó a Jesús a su Muerte en El Calvario, pero -por encima de todo- a
su Resurrección. Al hacerlo nos legó la Salvación.
ORACIÓN
DE LOS FIELES
1.
Oramos por la Iglesia. Para que decida actuar como el pollino humilde que
presentó a todos al Dios de la Vida, sin otro interés que el de servirlo a Él y
a quienes Él ama. Oremos.
2. No
podemos desconocerlo: hay muchos consagrados y laicos comprometidos que se
toman para sí el papel protagónico de Jesús. Para que nos llenemos de la
humildad y el espíritu de servicio de Jesús. Oremos.
3. A
veces vivimos la Semana Santa como un tiempo de descanso y nada más. Para que reconozcamos que ese tiempo Te corresponde
y que, cuando Te lo entregamos con prácticas de piedad y servicio al prójimo,
nos resultará de gran beneficio. Oremos.
4. Hay
muchas personas que viven en constante sacrificio por su condición de vida, su
enfermedad o las situaciones difíciles que atraviesan. Para que puedan fijar su
mirada en tu Pasión y Muerte y se gocen en tu Resurrección, de manera que
renueven su esperanza y su alegría. Oremos.
5.
Muchas personas poderosas Te odian, Señor, y tratan de destruirte martirizando
y asesinando a quienes Te aman y siguen. Oramos por los miles de cristianos que
sufren y mueren sólo por serlo. Que la Luz del Resucitado fije su mirada en Ti,
Señor, y, así, perseveren hasta el final y reciban el premio de la resurrección.
Oremos.
6. Por
quienes se alejan de tu fe por medio de prácticas idolátricas para que
reconozcan que Tú eres el único que nos da vida verdadera y que eres quien está
dispuesto a todo por
nuestra felicidad y Salvación. Oremos.
OFERTORIO
(Un matrimonio porta hasta el altar el cáliz y las
vinajeras. Ellos se colocan a cada lado del sacerdote y se escucha la monición
del Ofertorio)
Tú
prometiste, Señor, que estarías siempre con nosotros, hasta el final de los
tiempos. Cada día Te vuelves a ofrecer a Dios Padre, de manera incruenta, por
amor a nosotros. Sólo podemos colaborar contigo en presentarte las especies de pan y vino. De manera especial nos
comprometemos a orar para que siempre haya sacerdotes que consagren tu Cuerpo y
tu Sangre y nos guíen hacia Ti. ¡Gracias, Señor, por amarnos de esta
manera! (Ahora entregan la Ofrenda y se retiran)
ACCIÓN
DE GRACIAS
Señor,
Dios nuestro, Te agradecemos por hacernos sensibles a tu entrega y sufrimiento
en la Cruz por amor a nosotros. Haz que, por tu sacrificio, nuestra fe sea
renovada y nuestras actitudes Te hagan presente dondequiera que nos encontremos,
para gloria del Padre. Amén.
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