I Domingo de Cuaresma, Misa Familiar, 18 de febrero de 2018


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Saludamos y damos la bienvenida a todos los hermanos en este I Domingo de Cuaresma!
Dios está dispuesto a hacerlo todo por nuestra felicidad, por nuestra salvación. Jesús, ‘El Señor’, quiere liberarnos del pecado, que tanto daño nos causa, que nos hace esclavos.  ¡Su Palabra nos da fuerzas para triunfar! ¡La oración y los sacramentos nos disponen para la verdad! ¡Jesús es el único Dios, a Él sólo hay que adorar! Pero recordemos que nuestros esfuerzos por servir y ayudar a las personas que nos rodean es un tesoro para esta vida y para la Vida Eterna.

PENITENCIAL
1.    Porque no siempre cumplimos lo que prometemos. ¡Señor, ten piedad!
2.    Porque, a veces, dejamos que el inocente sea castigado. ¡Cristo, ten piedad!
3.    Porque no nos sacrificamos por quienes nos rodean. ¡Señor, ten piedad!

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
Dios es paciente con nosotros y muy cercano. Sin embargo, nuestra historia ha estado marcada por el pecado y el alejamiento de Dios; pero su Misericordia Lo ha llevado a acercarse nuevamente, mostrándonos el camino de la verdadera felicidad. Es que Él es fiel y siempre está con nosotros. Él sabe que somos débiles ante la tentación y que necesitamos Su ayuda.

MURAL DE CUARESMA: I DOMINGO (Catequizando y catequista)
Al inicio de la Cuaresma y por la importancia de prepararse bien para la Semana Santa nos hemos preguntado: ’¿Qué podemos hacer para agradar a Dios?’ Cada Domingo de Cuaresma nos acercaremos a colocar nuestra contribución para hacer un mundo más hermoso.
Hoy lo simbolizamos con: MANOS (para quien haya ayudado a hacer algún trabajo en el hogar), CORAZÓN (si han sido compañía para alguien que esté muy solo), CHUCHES (cuando  hayan compartido con un niño que no tenga), PIES (para quienes hayan visitado a un enfermo, alegrándole), LIBRO (por haber cumplido las tareas), MANOS JUNTAS (para quien se haya acordado de rezar), u OTRO que represente su sacrificio.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. La Iglesia –que somos todos los bautizados- necesita  gestos creíbles de conversión ante un mundo que rechaza a Dios. Para que el Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos, así como cada uno de sus miembros, sepamos cambiar para que el mundo se convierta. Roguemos al Señor.
2. Los gobernantes no siempre buscan el beneficio de sus ciudadanos. Oramos para que haya en ellos cambios de actitudes ante las necesidades de sus pueblos, del mundo. Roguemos al Señor.
3. Hay personas que intentan conducirnos a Dios: sacerdotes o religiosos; catequistas, vecinos o miembros de grupos de fe; o alguien desconocido, pero que ama a Dios sinceramente. Te pedimos, Señor, que fortalezcas su fe y sus ánimos de llevarte a todas partes. Que haya en ellos, también, signos sensibles de conversión. Roguemos al Señor.
4. Seguir a Cristo no es la más sencilla decisión cuando contamos tan solo con nuestras fuerzas. Pedimos, Señor, nos acompañes ante las tentaciones que, cada día, tenemos que enfrentar. Roguemos al Señor.
5. Nos gusta pensar que los que sufren están muy lejos de nosotros; Tú sabes, Señor, que no es así. Danos sensibilidad para reconocer al que sufre, valor para ayudarlo y caridad para tratarlo como la persona digna que es. Roguemos al Señor.
6. Tú nos entregas cada día lleno de oportunidades de ayudar a quienes nos rodean y de cambiar lo que no hemos hecho bien. Oramos para que no caigamos en la tentación de dejarlo para después. Suplicamos por tantos enfermos graves y por quienes ya no pueden hacer nada. Roguemos al Señor.
7. Hoy los niños de Catequesis no quieren pedir por ellos mismos, pues sabemos que Tú, Señor, estás a cargo. Sin embargo, hay muchos niños tristes, que pasan hambre de comida y de amor; les cuesta aprender porque no tienen quién les ayude; deben trabajar como si fueran ya personas grandes; o son maltratados física o emocionalmente. ¿Qué podemos hacer por ellos, Señor? Ayúdanos a sacrificarnos por ellos en silencio, a darles nuestra mano atenta y respetuosa, nuestro consuelo, compañía y amistad. Roguemos al Señor.

OFERTORIO (Lee un niño)
Señor Jesús, sabemos que siempre estás con nosotros, hasta en los momentos más difíciles estás ahí. Sin embargo, reconocemos que dentro de poco Te harás físicamente presente en la Eucaristía. Te presentamos, pues, nuestras vidas, junto con este PAN –que pronto dejará de serlo y será tu Cuerpo- y con este VINO –que se convertirá en tu Sangre. ¡El gran milagro de la Eucaristía. ¡Gracias, Señor, por amarnos hasta morir en la Cruz!




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