XXX Domingo del Tiempo Ordinario, 29 de octubre de 2017
MONICIÓN
DE ENTRADA
¡Muy buenos días a todos los hermanos! Sepan que todos
son bienvenidos a nuestro XXX encuentro con el Señor Jesús dentro del Tiempo
Ordinario. Y ¡cómo no hacerlo!, si es el
mismo Jesús quien nos invita porque quiere llenarnos de su amor, que todo lo
puede.
Al hablar de amor debemos pensar en Dios que, como
Padre, nos ha amado y traído a la existencia; como Hijo, se entregó totalmente
por nuestra Salvación; y como Espíritu Santo, permanece dándonos la Gracia
necesaria para que alcancemos la santidad. Por eso nos pide que lo amemos y que
amemos al hermano, al prójimo. Él nos conceda la gracia de descubrirlo y amarlo
en nuestro prójimo.
PENITENCIAL
Porque nos gusta ser bien tratados, pero nos
cuesta tratar de la misma manera a extranjeros, pobres o a quienes vemos como
inferiores. ¡Señor, ten piedad!
Porque vivimos tan secundaria y ligeramente
nuestra fe que pocos quieren descubrirla y seguirla. ¡Cristo, ten piedad!
Porque decimos que amamos a Dios, pero no
consideramos que el amor al prójimo sea parte de lo mismo. ¡Señor,
ten piedad!
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Aunque
no lo hubiera entendido así, el pueblo de Dios estaba llamado a amar a los
pobres, a los más pequeños y necesitados, según lo exigía la Alianza que ellos
habían acordado con Dios. Así lo
escucharemos en la Primera Lectura, tomada del libro del Éxodo.
SALMO.- Hoy
oraremos con el Salmo 17, sencilla y hermosa expresión de la presencia del
Señor en medio de nosotros: ¡porque nos ama! Y, ante un amor tan fuerte, que
todo lo puede, el salmista se desborda en frases de amor. Aunque en el momento
haya dificultades, ‘el que nos ama’, nos sostendrá y salvará.
SEGUNDA.- San
Pablo expone como contagiosa la fe vivida por los cristianos de Tesalónica en
la primera Carta que les escribe. Así ocurre con quienes, recibiendo la Palabra
con un corazón sincero, se vuelcan a darle gozoso cumplimiento.
EVANGELIO.- Seguimos
con el evangelista san Mateo. Lo perfecto de la Ley es el amor; y no solo a
Dios, sino -de igual manera- al prójimo. Se le propone una nueva trampa, en la
que sus enemigos tampoco podrán hacerlo caer, porque la Verdad está en sus
labios para iluminar a quienes lo acepten.
ORACIÓN
DE LOS FIELES (LLEGAR
A LAS 11:30)
1. La
Iglesia ha de ser portadora del amor de Dios dondequiera que haya un bautizado. Te
suplicamos, Señor, nos hagas sensibles por nuestra particular y colectiva
condición de ‘Iglesia’, y amemos a todos. Oremos.
2. Nos
cuesta descubrir tu amor, Señor, en los gestos sencillos de las personas. Para
que descubramos tu Presencia en una sonrisa, una mano que nos ayuda, un consejo
recibido, … y les entreguemos tu amor a todos, Oremos.
3. Hay
muchas naciones en conflicto serio y grandes necesidades humanas y materiales. Oramos por el
restablecimiento de la paz y la armonía, del desarrollo y el progreso en medio
de ellas. Oremos.
4. Muchos
de los aquí presentes hemos sido recién llegados o somos extranjeros en esta
comunidad. Damos gracias a Dios por las manos generosas que nos han
auxiliado y por los corazones que nos han hecho parte de la misma, Oremos.
5. Hay,
sin embargo, muchas personas que rechazan al extranjero, al pobre o al que no
le conocen su historia. Invocamos tu Misericordia sobre estos
hermanos para que crezcan en tu amor y aprendan a disfrutarlo. Oremos.
6. En
las catequesis parroquiales se reúnen niños y niñas de diferentes escuelas y
colegios, Para que se aproveche la oportunidad para hacer nuevos
amigos, conocer sus experiencias y compartir con amor sincero. Oremos.
7.
Recordamos a los que ya no estarán entre nosotros. Para
que sus buenas obras testimonien su amor a Dios ante nosotros y les valgan el
gozo eterno. Oremos.
OFERTORIO
Quisiéramos abrir nuestros corazones a tu amor,
Señor, y aprender a amar como Tú nos pides. Por eso hemos colocado nuestros
nombres sobre este corazón: porque
queremos experimentar el amor a Dios y al prójimo.
Entendemos que tu sacrificio en la Cruz es la
mayor prueba de tu amor por nosotros. Entregamos las especies de pan y vino que se han de convertir, muy pronto, sobre
el altar, en tu Cuerpo y en tu Sangre para ser nuestro Alimento. ¡Gracias,
Señor, por tan inmenso amor!
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