XXIII Domingo Ordinario, Misa Familiar, 10 de septiembre de 2017

MONICIÓN DE ENTRADA

Seamos todas y todos bienvenidos a nuestra Eucaristía del XXIII Domingo Ordinario, cuyas lecturas son muy reveladoras. La felicidad no es algo inalcanzable y la experimentamos en tanto vamos corrigiendo nuestros errores y los de nuestro prójimo, los cuales nos impiden ser cristianos auténticos.  La corrección hecha con amor garantiza que seamos felices y podamos llegar a la patria eterna.

PENITENCIAL
v Porque nos preocupamos solo de nosotros y dejamos que los demás actúen de manera equivocada, sin aportar opciones vivificadoras. ¡Señor, ten piedad!
v Porque no amamos lo suficiente a quienes comparten su historia personal con la nuestra. ¡Cristo, ten piedad!
v Porque despreciamos el poder de la oración en comunidad ante nuestros problemas. ¡Señor, ten piedad!

MONICIÓN A LAS LECTURAS
La corrección a otros es buena cuando no procede de nuestro egoísmo o resentimiento.  No conviene vivir sin interesarnos por las debilidades propias y ajenas.  Si queremos vivir cercanos a Dios, el amor ha de ser nuestra primera y fundamental norma de vida.  Solo desde ahí toda corrección dará los mejores frutos de vida.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por el Papa Francisco y toda la Iglesia. Para que ejerzamos el profetismo que corrige con amor y humildad, siendo capaz de corregirse a sí misma. Roguemos al Señor.
2. Jesucristo padeció y murió por toda la humanidad. Para que vivamos en amor con la naturaleza toda, con cada persona, sin condicionamientos. Roguemos al Señor.
3. Somos una comunidad. Para que estemos atentos a correcciones que se nos hagan. Para que aprendamos a corregir con amor. Roguemos al Señor.
4. Hay innumerables víctimas de la violencia y la injusticia. Para que sanen las heridas de sus corazones con la oración y el acercamiento comunitarios y puedan transmitir el amor que los ha sanado, esforzarse en ser justos y comprensivos con su prójimo. Roguemos al Señor.
5. No siempre actuamos según la verdad o el amor. Muchas veces buscamos algo más que lo que expresamos. Para que la sinceridad guíe nuestras relaciones con las personas. Para que el amor por los otros determine nuestras actuaciones. Roguemos al Señor.
6. Seamos consecuentes con los que sufren. Recordamos orar por los tristes, abandonados, necesitados y enfermos, e intercedemos por los difuntos. Roguemos al Señor.

OFERTORIO

Jesús, el Unigénito del Padre, nos enseñaste cómo actúa un profeta: con amor y humildad. En esta, la Ofrenda por excelencia, te ofrecemos, Padre, nuestra humilde disposición a ser transmisores amorosos de tu Palabra, por cuanto Tú puedes transformar nuestra pequeñez y, así, transformar cuanto existe. ¡Gracias, Señor!

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