Misa de Grado, 19 de julio de 2017
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenas noches, hermanos y hermanas! Sintámonos bienvenidas y bienvenidos a esta
Celebración con la que un grupo de xxx estudiantes de xxxxx queremos agradecer a Dios, una vez más, el auxilio y la
misericordia con que nos ha asistido en cada momento de nuestras vidas, fuerza
transformadora que, sabemos, se hará presente en nuestro desempeño como
profesionales -a nivel de grado o de
especialización- en diversas carreras, a saber: xxx, xxx, xxx, xxx.
¡Gracias
al Señor y gracias a familiares y amigos! En estos se ha manifestado el divino
amor, siendo instrumentos suyos para apoyarnos en tantos momentos que parecían
extremos -por su fuerza- y nos empujaban a dejarlo todo y no concluir esta
etapa. ¡Que su infinita Misericordia los proteja y auxilie!
Hoy, la
Palabra de Dios nos invita a reconocer que somos las criaturas amadas del
Señor, quien siempre está dispuesto para darnos lo que necesitamos, quien
siempre está ahí para nosotros. La verdadera grandeza se hace palpable para los
pequeños del mundo, a quienes Dios ha dado la sabiduría necesaria para
descubrirlo.
¡Con
gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: El
pecado de muchos ha causado gran sufrimiento al pueblo judío esclavizado en
Egipto. Y esa esclavitud ha llevado a este pueblo a buscar a Dios. Entonces claman:
‘¡Libertad!’ Sin embargo, ellos no están solos en su dolor, ya que también Dios
sufre con ellos. Y, porque padece, Dios está ahí para el que debe soportar el
maltrato, el abuso, la indiferencia, la intolerancia, la miseria, el egoísmo…
¡el dolor!
SALMO: Oraremos con el Salmo 102, que nos invita a alabar a
Dios porque es bueno y misericordioso. En nuestro pecado nos hemos olvidado que
Dios es amor y ternura y que -como lo revelaría más tarde Jesús- es Padre
bueno. La invitación es muy clara: bendecir al Señor, que nos perdona y nos
enseña a perdonar. Bendecir a Dios, que siente ternura por todos sus hijos e
hijas, hace justicia y nos rescata del pecado y de la muerte.
EVANGELIO: Del fragmento del Evangelio de san Mateo que se proclamará
seguidamente, escucharemos una parábola del Reino donde Jesús se nos ofrece
para conseguir el descanso y el refugio ante los sinsabores y sinsentidos de
nuestras vidas. ¡Él nos aliviará! En Él reside la verdadera sabiduría, el más
real consuelo. Solo tenemos que ir a Él, cuyo yugo y cuya carga podremos
soportar porque su reinado trae paz y justicia.
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