Misa de Grado, 18 de julio de 2017


 
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenas noches, hermanos y hermanas! Sintámonos bienvenidas y bienvenidos a esta Celebración con la que nosotros,  un grupo de XXXX estudiantes de XXXX, queremos agradecer a Dios, una vez más, el auxilio y la misericordia que, cual fuerza transformadora, se ha manifestado hasta hacer que hoy podamos vivir ente encuentro que nos apuntala a un futuro de mayor compromiso y servicio hacia quienes nos necesiten desde nuestra condición de profesionales  -a nivel de grado o de especialización- en diversas carreras, a saber: XXX, XXX, XXX. 
Esa gratitud se hace justamente extensiva a tantos familiares y amigos que nos han impulsado y apoyado para que llegáramos hasta aquí, en el día del triunfo y del logro, por cuanto ellos han constituido el estímulo necesario, han confiado en nosotros y nos han acompañado en este camino. ¡Es justo encomendarlos a la Misericordia divina!
La Palabra de Dios nos invita a reconocer los signos de la presencia divina que se hacen patentes ante nosotros. Muchas veces alabamos a personas o instituciones -que, sin duda, tienen méritos- pero olvidamos descubrir el paso de Dios.  Curiosamente, el sufrimiento de otros nos puede sacar de la zona de comodidad y confort en que nos amparamos, llegando a ser instrumentos de su Misericordia.
¡Con gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!


MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: Dios nos capacita para actuar correctamente en la vida. Seguramente todos hemos escuchado el relato de Moisés, el pequeño que fue salvado de la muerte que le esperaba como varón judío recién nacido. El libro del Éxodo nos llevará hasta el momento en que, ya grande, Moisés vivencia el dolor de su pueblo y se ocupa de ayudar. En su temor huirá, pero Dios ya le ha escogido como su instrumento.
SALMO: Oraremos con el Salmo 68 que nos hace presente al creyente que, en medio de su gran dolor, suplica a Dios por la injusticia y el horror de su sufrimiento. Sin embargo, se consuela ante la esperanza que crece al encomendar su causa al Señor, porque sabe que siempre es escuchado. En consecuencia, alaba a Dios y se constituye en causa de alegría para otros que puedan estar sufriendo también.
EVANGELIO: San Mateo nos presenta una dura realidad en el fragmento del Evangelio que se proclamará seguidamente: nuestros sentidos se complacen en tantas cosas que se van presentando ante nosotros como fabulosas, al punto que nos resulta cómodo ignorar a Jesús y lo que Él hace por nosotros día tras día. Hemos de aguzar nuestros sentidos espirituales para percibirlo y gustar de su presencia transformadora, antes que sea tarde.
  


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