Misa de Grado, 17 de julio de 2017
¡Muy
buenas noches, hermanos y hermanas! Sintámonos bienvenidas y bienvenidos a esta
Celebración con la que un grupo de xxxx estudiantes de XXXXX queremos agradecer a Dios, una vez más, su
presencia misericordiosa; Él nos ha asistido en cada momento de nuestras vidas
-y lo sabemos- lo seguirá haciendo a través de nuestro desempeño como
profesionales -a nivel de grado o de
especialización- en diversas carreras, a saber: XXX.
En
este día hemos de manifestar, además, nuestra gratitud hacia tantos familiares
y amigos que enriquecieron nuestra decisión y empeño personales en la consecución
de este logro de vida al constituirse en estímulo y apoyo para que pudiéramos
llegar hasta aquí. ¡Y todo lo ha permitido Dios por su infinita Misericordia!
Hoy, la
Palabra de Dios nos invita a reconocer que, si bien el dolor y el desconsuelo
constituyen parte de su seguimiento, no es menos cierto que en el Señor
encontramos la recompensa a todos ellos. De manera que resulta sumamente
apropiado orar con el salmista en medio de nuestras situaciones de sufrimiento,
porque ‘nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo
y la tierra.’
¡Con
gozo, demos la bienvenida a los Graduandos!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: La
lectura continuada del libro del Éxodo, que iniciaremos hoy, nos plantea la
dura situación que comenzó a vivir el Pueblo de Israel en Egipto. Allí habían
sido protegidos por José, el hijo de Jacob vendido por sus hermanos, habían
prosperado y se habían hecho muy numerosos. Pero, muerto José, un nuevo faraón
decide un panorama diferente que enfrenta este pueblo al maltrato, la
humillación y hasta a la muerte. Porque los poderosos muchas veces deciden
hacerse dueños de las personas y sus vidas.
SALMO: Oraremos con el Salmo 123, de gran hermosura. El
salmista alaba fluida e insistentemente al Señor que lo ha salvado de una
situación de profunda angustia y de gran riesgo. El creyente sabe descubrir la
intervención de Dios aun en la adversidad y hasta los sufrimientos padecidos se
utilizan para alabar, bendecir y agradecer a Aquel que impidió un sufrimiento
mayor, reconociendo que ‘nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el
cielo y la tierra.’
EVANGELIO: En el fragmento del Evangelio de san Mateo que se
proclamará seguidamente, Jesús advierte a sus seguidores -los de entonces y los
de todos los tiempos- que su seguimiento no nos hará simpáticos al mundo, que
busca otras cosas diferentes a Dios o la vida en santidad, razón por la cual
podemos padecer grandes dolores. Sin embargo, todo esfuerzo o sacrificio que
hagamos por amor a Él nos será recompensado con creces.
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