Solemnidad del Corpus Christi, 18 de junio de 2017
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanas y hermanos! Cuando Jesús expresó que estaría en medio de
nosotros todos los días hasta el final de los tiempos, seguro que nadie hubiera
pensado que se escondería -por así decirlo- en un pedazo de pan, en un poco de
vino. Lo cierto es que Él nos invita porque Él mismo parte para nosotros el
pan. Venimos, en este día del Corpus Christi, sabiendo que el Señor nos hace un
espacio en su Mesa santa y nos envía, luego, a llevarlo a quienes encontremos,
como emisarios de su amor.
Celebramos
la presencia real de Jesucristo en el Sacramento del Altar desde 1264 y por
decisión del Papa Urbano IV. Ya desde entonces se hacía la exposición solemne
del Sacramento y se celebraba la procesión. Para honrar a ese Dios, el único,
el que quiso quedarse entre nosotros, hoy se acompaña al Señor por las calles y
las plazas de muchas comunidades, pidiendo que su Presencia, real y misteriosa
en la Eucaristía nos lleve a adorarle con todo nuestro corazón y a descubrirle
en las personas que más sufren.
PENITENCIAL
1.
Nos olvidamos que el Señor está presente de muchas maneras en nuestras vidas,
transformando nuestro dolor, aunque lo ignoremos. ¡Señor que lo das todo, ten
piedad de nosotros!
2.
El Señor se entrega por nosotros y para nosotros en cada Eucaristía; pero no le
permitimos guiar nuestros pasos al salir del templo: no lo dejamos actuar.
¡Cristo, sacerdote eterno, ten piedad de nosotros!
3.
Nuestra mente acepta a Jesús Eucaristía como una teoría de tantas, pero se
niega nuestro corazón a darle permiso para transformarnos. ¡Señor, Pan de Vida,
ten piedad de nosotros!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Un fragmento del Libro de Deuteronomio
constituye la primera lectura de hoy. Dios, quien siempre camina junto a
nosotros, nos capacita ante cualquier adversidad. El Señor responde al hambre y
la sed de su Pueblo, pero el hambre y la sed que siente el ser humano va más
allá de lo material, busca a su Creador.
SALMO.- Hoy
oraremos con el Salmo 147, que constituye la segunda parte del 146 del salterio
judío. Este himno alaba a Dios, Creador y Señor de cuanto existe, que obra en
la historia y en la naturaleza. Nos anima a descubrir al que es la Palabra
encarnada del Padre en nuestro cada día.
SEGUNDA.- En el
breve fragmento de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios hay una
sencilla pero clara exhortación. Por cuanto somos la Iglesia de Cristo y
comulgamos su único Cuerpo y Sangre, debemos ser uno también fuera del momento
litúrgico.
EVANGELIO.- De
san Juan escucharemos una formidable y contundente afirmación de Jesús: Él es
el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y quien come su Carne y bebe su Sangre
tiene Vida eterna. No es simple maná como el que recibieron los israelitas en
el desierto. Jesús Eucaristía es Vida que se nos comunica.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Nuestro
Señor Jesucristo quiso quedarse para siempre con nosotros en la Eucaristía (A
cada oración, respondemos: …¡El Pan de la Vida Nueva!):
1. Oramos por la Iglesia toda. Por el papa
Francisco. Por nuestros obispos (…). Para que cuenten siempre con el aliento
del Espíritu Santo y puedan llevar a cabo la misión que Jesús ha confiado a sus
Apóstoles. Danos siempre, Señor…
2. Amar tiene mucho que ver con conocer. A
Dios se le puede descubrir en las Escrituras. Que nos animemos a leer el Nuevo
Testamento para comenzar a conocer a Jesús y convertirnos, así, en amigas y
amigos suyos. Danos siempre, Señor…
3. Te encomendamos a todos los consagrados a
tu servicio. Cuídalos en sus necesidades personales. Que haya abundancia de
vocaciones auténticas y que sean tenidos por amigas y amigos dondequiera se
encuentren. Dales siempre, Señor…
4. La Eucaristía es misterio del amor más
puro. Quienes le recibimos, ¿amamos a los demás? ¿Sirve de algo decir “Dios es
amor” si, luego, no damos ni ofrecemos cariño? Para que nos tomemos en serio el
ejemplo de vida de Jesús y sus palabras.
Danos siempre, Señor…
5. Demos gracias al Señor porque su Santo
Espíritu nos capacita para descubrir las necesidades de nuestro prójimo y
servirlos con amor, porque nos hace ‘misericordiosos’. Danos siempre, Señor…
6. Queremos suplicarte, Señor, por nuestras
familias. Son ellas las que enseñarán a los más pequeños, con su ejemplo, a
perseverar y asumir con alegría el compromiso de formarnos para conocer nuestra
fe sin conformarnos con ‘salir’ de cada sacramento y, así, poderte amar, Señor,
en quienes nos rodean. Dales siempre, Señor…
7. Te suplicamos, Señor, llenes de
bendiciones a quienes hoy lloran a un ser querido y que a estos les concedas
vivir en tu morada eterna. Dales siempre, Señor…
OFERTORIO
No
caben en este día, otras ofrendas que aquellas que el mismo Cristo escogiera
para que se convirtieran en su Cuerpo y en su Sangre: el pan y el vino. Bendito
seas, Señor Jesús, por querer quedarte con nosotros todos los días hasta el fin
del mundo, para adelantarnos desde ya nuestro pedacito de cielo. ¡Gracias,
Señor, por lo que harás en nosotros!
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor, porque eres el Pan Vivo que has bajado del cielo, dándonos vida y
consuelo. ¡Que nunca nos falte tu Alimento! Amén.
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