Misa de Grado, 28 de junio de 2017
28 de junio de 2017
X:XX am-pm
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenas tardes, hermanos y hermanas! Les damos la más
cordial bienvenida a esta Celebración en la que un grupo de estudiantes de
XXXXXXX queremos agradecer a Dios -como tantas veces lo hemos hecho- su
Presencia misericordiosa en cada momento de nuestras vidas. Por lo demás,
confiamos en que su auxilio se hará presente en nuestro desempeño profesional
en diversas carreras, a saber: XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXXXXX, XXXXXXXXXX,
XXXXXXXXXXX. Importante es, además, dar gracias a tantos familiares y amigos
que nos han impulsado para que pudiéramos llegar hasta aquí, apuntalando
nuestra decisión y empeño personales. ¡El Dios de la infinita Misericordia los
bendiga a todos!
La
liturgia nos invita a confiar plenamente en Dios. En Él no hay engaño y su
fidelidad responde por toda palabra que nos haya dado. En Jesucristo se ha
acercado definitivamente a todos nosotros, capacitándonos para producir
auténticos frutos de vida. Creer para ver, fijarse en los frutos que
identifican las intenciones reales ante las apariencias.
¡Llenémonos de gozo y demos la bienvenida a
los Graduandos!
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA LECTURA
Continuamos las lecturas del libro de Génesis.
Dos personajes, Dios y Abraham, presentan actitudes diferentes. Ante la
iniciativa de Dios -quien se acerca, llama y promete algo inimaginable e
inexplicable-, Abraham responde en confianza absoluta. Porque creyó de verdad
en la promesa, esta se cumplió cabalmente. Aunque a nosotros nos gusta ‘ver
para creer’, el Señor valora a quienes creen, y les permite ver.
SALMO
Oraremos con el Salmo 104. La invitación es a
alabar a Dios, quien nos favorece constantemente. Si Abraham debía agradecer al
Señor el cumplimiento de la promesa, nosotros hemos de hacerlo por Jesucristo,
culminación de todas sus promesas, en quien gozamos de la plenitud de la vida y
del amor por toda la eternidad, en quien hemos recibido la Salvación.
EVANGELIO
Lo aparente y lo real no siempre coinciden.
Podemos tener por muy bueno algo que, realmente, resulta un fiasco. Hoy san
Mateo nos transmite esta advertencia de parte de Jesús. En su tiempo habían
desaparecido los profetas en Israel, pero los escribas y fariseos hacían sus
veces de manera cómoda, buscando no la verdad, sino que les resultara
conveniente a su manera de vivir. Pero ¿qué frutos daban? Una fe ritualista y
vacía. ¡Frutos malos! He ahí la clave para encontrar la verdad: los frutos que
se dan.
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