II Domingo del Tiempo Ordinario, 15 de enero de 2017

MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, amigas y amigos! Sean todas y todos bienvenidos a la Eucaristía del II Domingo del Tiempo Ordinario cuando, realmente, iniciamos la primera parte del Tiempo Ordinario que llegará hasta las puertas de la Cuaresma.
Hoy hemos de comprender que Dios se relaciona con nosotros, seamos profetas, apóstoles o cristianos de este siglo… porque todos hemos sido llamados a la vida de hijos suyos y tenemos una misión que cumplir.
Realmente, todos nosotros fuimos ungidos en el bautismo y, así, llamados a una misión particular, de la cual hemos de dar testimonio donde nos encontremos. Tal y como lo hicieron, Juan Bautista, Pablo y tantos hombres y mujeres de todos los tiempos, a quienes reconocemos como amigos del Señor.

PENITENCIAL
-Porque decimos que Jesús está presente en nuestras vidas, pero actuamos como quien no ha recibido su Luz. ¡Señor, ten piedad!
-Porque nos da vergüenza ser reconocidos como cristianos en nuestros círculos laborales, culturales o sociales. ¡Cristo, ten piedad!
-Porque olvidamos que Dios está por encima de nuestras pequeñas fuerzas y que podemos recurrir a Él en nuestras necesidades. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Con muchos años de anticipación, el profeta Isaías anuncia que vendrá un siervo –llamado aquí el Siervo de Yahvé- que cumplirá la misión redentora de ser Luz para todas las naciones. También nosotros, los bautizados, estamos llamados a hablar en nombre de Dios –como el profeta- y a llevar su Luz –como hizo el Cristo.
SALMO.- Expresiva acción de gracias, en el Salmo 39 el salmista insiste en pedir la ayuda divina ante cualquier necesidad. Porque el Señor atiende cada súplica nuestra y, a cambio, solo pide nuestra presencia ante Él como la única manera de conocer y cumplir su Voluntad. Su bondad es lo que hemos de anunciar al mundo.
SEGUNDA.- Al comienzo de su Primera Carta  a los Corintios, san Pablo refiere que Dios mismo lo ha llamado para ser apóstol, razón por la cual Pablo busca vivir al estilo de Jesús y contar a todos la novedad salvadora de Cristo. Por nuestro bautismo, también nosotros fuimos llamados y hemos de comunicar a todos la Buena Nueva de Jesús.
EVANGELIO.- Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Así lo testimonia Juan Bautista a sus discípulos, indicándoles que el bautismo que él administra es con agua, pero el del Cordero es con Espíritu Santo. Juan dejó a Dios ser Dios y aceptó su lugar de humilde preparador del camino para que el Señor se manifestara.

ORACIÓN DE LOS FIELES
(UN ADULTO):
1. Somos Iglesia. Oramos por el papa Francisco, los obispos, sacerdotes, religiosos y consagrados, así como por todos los bautizados, para que tengamos el valor de testimoniar al Señor Jesús. Roguemos al Señor.
2.- Para que, conscientes de ser Iglesia, practiquemos la Misericordia en cada ambiente o situación que desarrollemos, sirviéndote a Ti y a las personas. Roguemos al Señor.
3.- Para que establezcamos orden en nuestra vida espiritual y se logren transformaciones. Que no sometamos nuestra fe al mundo sino el mundo a nuestra fe. Roguemos al Señor.
4.- Para que nos sintamos responsables de mejorar el mundo desde nuestro cada día. Para que bendigamos de palabra, pero también de hecho, con nuestros actos. Roguemos al Señor.
(UN NIÑO):
5.- Queremos recordarte, Señor, a las personas que viven soledad o cualquier tipo de dolor. Te pedimos que nos ayudes a descubrir a los que sufren o se sienten tristes y están cerca de nosotros, muevas nuestros corazones y nos des valor para actuar. Roguemos al Señor.
6.- Hoy te encomendamos a quienes nos cuidan y guían, a nuestros padres, abuelos, maestros catequistas y formadores. Ayúdalos a enseñarnos a vivir como hijos de Dios. Roguemos al Señor.
7.- Hoy también oramos por esos familiares y amigos que ya no están y por todas las personas que se han ido a tu encuentro. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1.- Hemos sido marcados por el bautismo. Presentamos esta cruz para señalar nuestra decisión de vivir al estilo de Cristo, llevándolo siempre a Él.
2.- Nuestras familias son muy importantes. En esta, entregamos todas las nuestras para pedir la Luz de tu Espíritu y ofrecer nuestra disponibilidad para ser mensajeros de tu amor, Jesús.
3.- La vida nos desgasta. Necesitamos tu ayuda, Señor, para superar las dificultades y complicaciones que van surgiendo. Te entregamos el pan y el vino que, por la acción sacerdotal que Tú ordenaste, nos permitirán recibir a Jesús Eucaristía.

ORACIÓN FINAL

Gracias, Señor, por llamarnos a todos a crecer y compartir con Jesús la misión de vivir nuestra fe en el servicio y con la alegría de quien todo lo espera de Ti. Amén

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