Novena de Navidad: Misas de Aguinaldos, 23 de Diciembre de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos
ustedes! ¡Ya esta es nuestra octava Misa de aguinaldos! Cada vez más nos
disponemos para celebrar la llegada del Dios-con-nosotros, el Emmanuel, a
nuestros corazones.
Durante estos días hemos recorrido
lugares del Antiguo y del Nuevo Testamento para comprender por qué Dios se hizo
Hombre. ¡Sólo amor! Amor que transforma, amor que da vida, que vence las
tinieblas que alaba a Dios y que hace nuevo a ese ser humano que Tú creaste. Y
en este Adviento que ya termina, Señor, agradecemos la presencia de María que
nos ha centrado en ti, Dios nuestro, que siempre actúas en favor de los que
menos valen para el mundo. ¡Jesús, ven a nuestros corazones!
PENITENCIAL
Señor, somos lentos para perdonar y
prontos para pedir perdón. Nuestras ambiciones nos llevan muchas veces a
destruir lo que amamos. ¡Señor, ten
piedad!
Nos cuesta vivir en fidelidad. Creemos
que todas nuestras infidelidades deben ser perdonadas solo porque lo pidamos,
sin compromiso nuestro. ¡Cristo, ten
piedad!
La respuesta más popular y aplaudida por
el mundo no suele ser la que Dios nos pide. Nos da miedo defraudar al mundo y
te defraudamos, Señor, con frecuencia. ¡Señor,
ten piedad!
PRIMERA LECTURA (Mal 3, 1-4. 23-24)
El profeta Malaquías nos
describe cuál ha de ser la misión del profeta. Su descripción nos refiere a
Juan el Bautista, el mensajero que habría de preceder y preparar el camino del
Señor. Tal vez a nuestro pueblo, a nuestras familias, a cada uno de nosotros, a
este mundo de hoy, nos hace falta reflexionar ante este llamado y abrir
nuestros corazones a Aquél que ya viene.
Lectura
de la profecía de Malaquías
Yo envío a mi mensajero, para que
prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que
ustedes buscan; y el ángel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el
Señor de los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién
permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y
como la lejía de los lavanderos. Él se sentará para fundir y purificar:
purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán
para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia. La ofrenda
de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados,
como en los primeros años. Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que
llegue el día del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los
padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo
no venga a castigar el país con el exterminio total. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Salmo 24, 4-5b. 8-10. 14)
Oraremos hoy con el Salmo 24. Con
frecuencia perdemos el camino del Señor, no le somos fieles. Por eso hemos de
pedirle a quien es todo fidelidad que nos guíe por su camino y nos conceda ser
fieles a Él.
/R. ¡Levanten
la cabeza: se acerca la salvación!
• Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque
tú eres mi Dios y mi salvador. /R.
• El Señor es bondadoso y recto: por eso
muestra el camino a los extraviados; Él guía a los humildes para que obren
rectamente y enseña su camino a los pobres.
/R.
• Todos los senderos del Señor son amor
y fidelidad para los que observan los preceptos de su alianza. El Señor da su
amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza. /R.
EVANGELIO (Lucas 1, 57-66)
La promesa del Señor se cumple
e Isabel da a luz a su hijo Juan en la ancianidad. Observaremos tanto el gozo
por la misericordia de Dios como la incomprensión ante la respuesta que le da
Zacarías -el anciano padre. Al obedecer al Señor hemos de ser valientes, porque
no siempre los nuestros lo aprobarán. ¿Será que nosotros nos hemos preguntado
qué es lo que Dios quiere para nuestras vidas? Escuchemos el relato de san
Lucas.
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas
Cuando llegó el tiempo en que Isabel
debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la
gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los
ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías,
como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían:
“No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por
señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió:
“Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías
recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una
gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la
región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo
en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del
Señor estaba con él. Palabra del Señor
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Tú eres, Señor, el Dios de las
promesas. Que tu Iglesia testimonie, como María, la grandeza de tu poder y se
haga servidora tuya en medio de la humanidad. Roguemos al Señor.
2. Que el anuncio del Nacimiento del
Redentor llene de paz y esperanza a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad; que esta noticia sea causa de felicidad para quienes han perdido el
sentido de sus vidas. Roguemos al Señor.
3. Que los gobernantes dejen de actuar
como poderosos; que se hagan humildes servidores de los ciudadanos y gocen la
paz que descubren quienes viven para adorar a Dios. Roguemos al Señor.
4. María, los padres queremos ser
transmisores del don precioso de la fe. Que la solidez de nuestra confianza en
Dios nos lleve a formar buenos cristianos que no se amilanen con los
antivalores que les ofrece el mundo actual. Roguemos al Señor.
5. Señor, perdonar y pedir perdón
solucionaría muchos problemas en nuestras vidas. Manifiesta en nosotros el don
de la humildad para que tu misericordia nos alcance. Roguemos al Señor.
6. Quien cree en Ti, Señor, no morirá
para siempre. Te encomendamos el descanso de nuestros difuntos y te rogamos el
consuelo para quienes hoy los lloran. Roguemos
al Señor.
7. Queremos suplicarte que colmes de
bienes a los organizadores de esta Eucaristía y les socorras en sus necesidades
y las de sus familiares, según tu gran Misericordia. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
LUCES
El pecado nos conduce por caminos de
oscuridad. Nos ponemos ante Ti y suplicamos tu Luz.
FLORES
(DE NAVIDAD)
Así como estas plantas se engalanan de
sus flores en Navidad, queremos engalanar nuestro espíritu por tu Natividad,
Jesús.
DEVOCIONES
(Rosario, imágenes de la Virgen o algún santo)
Junto a María, nuestra Madre, nos
disponemos a adorarte, Señor, Salvador nuestro.
LA
ESTRELLA
Te entregamos nuestra decisión de no
seguir otras estrellas, sino la única que nos conduce a Ti, Señor.
ALIMENTOS
Nos hacemos instrumentos útiles a Ti,
Señor, para socorrer a los más necesitados.
COLECTA
Somos Iglesia, Señor, y queremos ser
generosos, aunque comprendemos que Tú siempre lo serás más que nosotros. Te
entregamos con ella lo que somos.
EL
ALIMENTO: CÁLIZ Y VINAJERAS
Oh Buen Jesús, que en el portal de Belén
te entregaste al mundo y que, a punto de cumplir tu plan de salvación quisiste
quedarte como nuestro Alimento, acepta estas ofrendas y repite el Milagro
Eucarístico que nos anticipa el cielo.
Por todo esto, ¡gracias, Señor!
ORACIÓN FINAL
Oh, Jesús Niño, Tú eres nuestro Rey; mas, sin embargo,
te presentaste débil y necesitado para enseñarnos a amar a los más pequeños, a
los que no cuentan para muchos. Recibe nuestra adoración desde nuestra
pequeñez, desde lo que somos y lo que quisiéramos ser. Bendícenos y guárdanos
en tu Corazón por el amor que María, tu Madre, nuestra Madre, tiene por nosotros.
Amén
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