Domingo I de Adviento, 27 de noviembre de 2016



LA CORONA DE ADVIENTO
De arraigada tradición, la Corona de Adviento nos ayudará a visualizar el proceso de preparación para la Navidad que se verificará durante cuatro semanas a lo largo de los cuatro Domingos de Adviento. Lo haremos encendiendo cuatro velas de diferentes colores, una cada vez. Cada color nos invita a fijarnos en aspectos de interés para favorecer dicho proceso.
Hoy iniciaremos encendiendo la vela verde. La invitación es a llenarnos de esperanza.

BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

I Domingo de Adviento
¡El Señor vino, viene y vendrá!
¡Jesús, necesitamos de Ti!
Llega tu Luz a transformar mi vida, Señor
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos dìas para todos los presentes! El año litúrgico comienza con un tiempo fuerte de cuatro semanas de preparación para la Navidad, ya tan cercana. Por eso hemos de tener presente que este es el I Domingo de Adviento. La invitación es a llenarnos de alegría profunda porque hemos conocido el mensaje de la Salvación que nos trajo Jesucristo y todavía tenemos tiempo para cambiar. Quienes hemos recibido el poderoso mensaje de la Salvación tenemos que recobrar fuerzas en el Señor para salir a su encuentro y latir al compás de ese Niño que, naciendo en la más absoluta pobreza, nos trae la mayor riqueza: la eternidad.

PENITENCIAL
1.- Necesitamos cambiar, Jesús, porque olvidamos hacia dónde vamos y perdemos la esperanza. ¡Señor, ten piedad!
2.- Necesitamos despertar, Jesús, porque preferimos seguir viviendo siempre igual, evitando el esfuerzo de parecernos a lo que nos enseñas.¡ Cristo, ten piedad!
3.- Necesitamos estar alerta, Jesús, porque no sabemos cuántas oportunidades tendremos para ser mejores personas. ¡Señor, ten piedad!

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Todos tenemos anhelos de una paz que no sabemos cómo lograr. Hoy se proclamará del profeta Isaías una lectura que nos refiere la existencia de un día en que el Señor nos reunirá a todos en la paz eterna de su Reino, según Él mismo lo había prometido. ¡Tengamos esperanza y dispongámonos a su cumplimiento.
SALMO.- Adviento es tiempo de alegría, de ahí que es muy apropiado cantar el Salmo 121. Cuando el peregrino llega al templo de Jerusalén, se asombra por su grandeza y capacidad para albergarlos y protegerlos a todos: Están en casa, an la Casa del Señor. La alegría transforma el cansancio por tan grande esfuerzo e impulsa a renovarlo todo: capacidades, entusiasmo, la misma fe.
SEGUNDA.- El cansancio de la vida, con sus múltiples problemas, nos sume en un sueño paralizante. ‘Es hora de despertar’ -invita el Apóstol San Pablo en su Carta a los Romanos- de salir de la noche y abrazar el día, haciendo lo que es propio para quien ha conocido a Jesús. Dejémosle nacer en nuestros corazones.
EVANGELIO.- Además de la alegría, el Adviento nos invita a cambiar nuestros hábitos, a intentar hacerlo todo mejor; y lo hace porque Jesús llegará. El Evangelio de san Mateo nos lo recuerda de boca del Señor: Nadie conoce el dìa ni la hora final; por eso debemos estar preparados.

ORACIÓN DE LOS FIELES
  1. Por la Iglesia – formada por todos los bautizados- para que dejemos que la esperanza nos impulse a mejorar nuestras actitudes de cada dìa. Oremos.
  2. Por los pueblos que viven dificultades, para que se abran caminos nuevos y puedan superarlos con vistas a la paz y la unidad de todos. Oremos.
  3. Mucha gente sufre en el mundo. Para que ayudemos a los que sufren y están cerca de nosotros. Que seamos conscientes del gran amor de Dios al hacerlo. Oremos.
  4. Por todos nosotros aquí reunidos, para que demos cabida al amor de Dios para transformarnos y podamos llevar al mundo que está ahí afuera la esperanza del Dios hecho hombre. Oremos.
  5. Por nuestra parroquia, para que la alegría y la esperanza ante el nacimiento de Jesús nos impulsen a la unidad y la fraternidad, al perdón y la entrega, a la Misericordia. Oremos.
  6. Por los que ya duermen el eterno descanso, para que reciban aquello que creemos. Oremos.

OFERTORIO
  1. Señor, queremos ofrecerte esta cunita donde queremos que Tú descanses. Ella representa nuestros corazones, que te ofrecemos llenos de esperanza.
  2. Con este pan y este vino queremos alabarte, Señor, y declarar ante todos que creemos que Tú estarás realmente presente en ellos al ser consagrados.

ORACIÓN FINAL

Gracias, Señor, por venir a despertar nuestras vidas con tu llamado a estar vigilantes para recibir a quien Tú enviaste y llevarlo a todos. Amén.

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