XXX Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de octubre de 2016



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todos los hermanos aquí presentes! Al momento de darles la bienvenida a nuestra Celebración del XXX Domingo Ordinario los invitamos a apreciar las bendiciones con que el Señor nos dice que nos ama, aunque tengamos tantos defectos y hayamos equivocado tantas veces el camino. Él siempre nos quiere consolar. Él quiere seguir haciendo grandes cosas por nosotros. Él quiere nuestra alegría verdadera. Él, Sumo y Eterno Sacerdote, nos ha dado la Salvación y debemos vivir como quien ha sido salvado a tan grande precio, la Cruz Redentora.

El mundo nos muestra supuestas maravillas para lograr la felicidad pero, si dejamos que el Señor Jesús sea nuestro centro y lo llevamos dondequiera nos encontremos, podremos ser verdaderamente dichosos y ayudar a otros a lograrlo. En este sentido recordamos a esas personas que dedican su vida a llevar el mensaje de amor y vida de nuestro Señor Jesucristo en tierras lejanas, normalmente en medio de muchas necesidades. Es que hoy la Iglesia celebra el DOMUND, o la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe. Porque Él debe ser conocido hasta en los confines de la tierra.

PENITENCIAL
1.- Por las veces en que no ayudamos a los pobres o ignoramos a quien necesita de nuestra ayuda, si ‘no es importante’. ¡Señor, ten piedad!
2.- Por las veces en que no nos comportamos como los verdaderos amigos de Jesús y damos, por el contrario, testimonio de vida ‘para que otros no quieran convertirse a Él’. ¡Cristo, ten piedad!
3.- Porque muchas veces nos creemos mejores que los demás y nos negamos a descubrir que otros, dentro de sus circunstancias de vida, muchas cosas buenas pueden hacer. ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA: Al estilo del Antiguo Testamento, el Libro del Eclesiástico  nos recordará que Dios nos escucha a todos cuando le hablamos  –a todos y siempre-  pero que sus preferidos son los más pobres, los débiles, los que no tienen voz en nuestra sociedad. Porque cada persona merece ser escuchada y atendida, según el proceder del Señor.
SALMO: Oraremos con el salmo 33. Por cuanto siempre existen momentos de dolor, conviene tener la certeza de que el Señor siempre escuchará  nuestros ruegos. De ahí que nos debamos gloriar en Él, bendecirlo y alabarlo, pues sin importar cuán grande sea nuestro problema, nos dará su paz. Con Dios de guía, toda situación adversa será más llevadera.
SEGUNDA: Escucharemos lo que sería la despedida de san Pablo de su discípulo y amigo, Timoteo. Aunque el Apóstol tiene la certeza de la proximidad de su sacrificio, se goza de haber tomado la cruz como elección de vida y de haber predicado la fe en el Señor Jesús a los que no lo conocían. Espera, en cambio, el premio a sus desvelos y humillaciones.

EVANGELIO: El Evangelio de Lucas, nos presentará dos modelos bastante diferentes que tienen en común el  que se trata de hombres de fe. Uno cree ser merecedor de los favores de Dios. El otro se reconoce indigno pecador ante el Señor. ¿Cuál oración creemos que será grata a Dios? ¿La del soberbio perfecto o la del humilde pecador? Recordemos esto: Dios ama a los humildes, mientras que los soberbios viven alejados de su Presencia.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1.- Porque la Iglesia debe ser luz que guía a todos, especialmente a cada bautizado. Por eso, roguemos al Señor.
2.- Encomendamos al papa Francisco, a los obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos y demás servidores del Señor; para que seamos coherentes con la fe que profesamos y nos dispongamos a cambiar actitudes egoístas y soberbias por otras misericordiosas. Por todo esto, roguemos al Señor.
3.- Por quienes no se saben misioneros. Por los padres que dejan la fe para  que otros la transmitan a sus hijos. Por quienes olvidan que sus actos pueden ser eficientes evangelizadores, nosotros rogamos al Señor.
4. Por los misioneros y las misioneras para que, sostenidos en la oración de la Iglesia y ayudados por su aporte material, puedan cumplir el encargo de Jesús de ir por el mundo y predicar el Evangelio. Roguemos al Señor.
5. Si soy Iglesia, estoy llamado a hablar de Jesús y a actuar como Él nos lo enseñó. Para que entendamos que también nosotros evangelizamos con lo que decimos y hacemos. Que nos animemos a orar y conocer más nuestra fe. Roguemos al Señor.
6.- Encomendemos a quienes realizan procesos de catequesis, para que aprendan a escuchar el paso del Señor y nada ni nadie les impida hablar con Él y recibir su sanación y la Salvación. Por eso, roguemos al Señor.
7.- Recordemos a muchas personas que nos han pedido oración por sus necesidades y situaciones. Que sepamos ayudarles con amor. Roguemos al Señor.

8.- Finalmente, recordamos a los difuntos. Supliquemos al Señor les conceda ver y disfrutar su Luz en la Jerusalén celestial. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1.    Te entregamos nuestra convicción: Tú, Señor, eres nuestro Amigo y jamás nos fallarás. (Dos niños/as de una familia portan el cartel ‘Jesús, el Amigo Fiel’ y lo pegan a la parte frontal del mantel del altar)
2.    Nos gusta tener siempre la razón hasta en lo relativo a nuestra fe. Nos disponemos a ponernos en el lugar del otro y aceptarlo tal cual es, admirarlo y rogar por él (Los esposos de una familia portan un cartel: No soy mejor que tú; yo también me equivoqué. ¡Perdóname!)
3.    Señor, ofrendamos el pan y el vino –las ofrendas propias del sacrificio eucarístico- porque Tú siempre nos escuchas, comprendes nuestras necesidades y situaciones y obras con poder en nuestras vidas. Por tu Presencia Eucarística, ¡gracias, Señor!

ORACIÓN FINAL
Señor, que en tu infinita Misericordia nos amas a cada uno de nosotros por igual y estás siempre dispuesto a escucharnos y ayudarnos, danos sentirnos iguales de quienes nos rodean, comprenderlos y poder perdonar sus errores y los nuestros. Amén.


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