Nuestra Señora del Carmen, por Madre Adela Galindo, sctjm
Historia
Desde
los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su
profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la
visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María
Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco
siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa
para la Inmaculada Concepción.
"El
Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar
Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas
naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios
fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió
valientemente de la contaminación
de los cultos
idolátricos la pureza de la
fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió la
Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus
miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del
Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los
Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima
Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo
de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto,
antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es
el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la
Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la
Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. (…) Que María
ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.” (Benedicto
XVI, 15 DE JULIO DE 2006)
La
estrella del Mar y los Carmelitas
Los
marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para
marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María
quien, como estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia
el puerto seguro que es Cristo.
Por
la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar
el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les
apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para
ellos su Estrella del Mar. Por ese bello
nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una
estrella junto al mar.
ESCAPULARIO
CARMELITA
El
escapulario es un sacramental, esto es, un objeto religioso que la Iglesia ha
aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra
devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo
pecado, incluso al venial.
El
escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica la gracia -como hacen los
sacramentos- sino que nos dispone al amor a Dios y a la verdadera contrición
del pecado si los recibimos con devoción.
Los
seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos
y también uniformes que nos identifican, las comunidades religiosas llevan su
hábito como signo de su consagración a Dios. Los laicos no pueden llevar
hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la
santidad pueden usar el Escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el Escapulario
como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su
consagración a Ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos
piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la
espalda. Se usa bajo la ropa.
Junto con el Rosario y la Medalla Milagrosa,
el Escapulario es uno de los más importantes sacramentales marianos.
La
Virgen María entrega el Escapulario
el
16 de julio de 1251
En
el año 1246 nombraron a San Simón Stock General
de la Orden Carmelita. Éste comprendió que, sin una intervención de la Virgen,
a la Orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la Orden
bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La
flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la
protección para toda la comunidad.
En
respuesta a su ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la
Virgen a San Simón Stock y le da el Escapulario para la Orden con la siguiente
promesa: "Este debe ser un signo y
privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el
escapulario no sufrirá el fuego eterno"
Aunque
el Escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron
sintiendo el llamado de vivir una vida más comprometida con la espiritualidad Carmelita
y así se comenzó la Cofradía del Escapulario, donde se agregaban muchos laicos
por medio de la devoción a la Virgen y al uso del Escapulario. La Iglesia ha
extendido el privilegio del Escapulario a los laicos.
La Santísima Virgen
se apareció al Papa Juan XXII en el siglo XIV y le prometió para quienes cumplieran los requisitos de esta devoción
que "como Madre de Misericordia con mis ruegos, oraciones, méritos y
protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas,
(...) sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza".
¿En
qué consiste la Promesa?
Muchos Papas, santos y
teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la
devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la
muerte, la gracia de la perseverancia en
el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición
(arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su
compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen
Santísima.
Tres
significados del Escapulario
1) El amor y la protección maternal de
María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos cómo María,
cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a
sus hijos.
Envolver
en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos
envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra
desnudes espiritual. Vemos en la Biblia que Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron.
(manto - signo de perdón). Por su parte, Jonatán
le dio su manto a David: símbolo de amistad. Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.
Y S. Pablo dice: Revístanse de Cristo:
vestirnos con el manto de sus virtudes.
2) Pertenencia a María:
Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario
se convierte en el símbolo de nuestra consagración
a María, esto es, 'pertenecer a
María'. Es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a Ella
para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos
ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.
En
1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que sea tu signo de
consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente
necesitando en estos tiempos tan peligrosos". En las palabras del Papa
vemos una vez más que devoción a la
Virgen del Carmen es devoción a la Inmaculada.
Por lo tanto, quien lleve el escapulario debe estar consciente de su
consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos,
palabras y obras.
3) El suave yugo de Cristo:
"Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y
humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi
carga liviana" (Mt 11:29-30). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús
nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar. Quién lleva el Escapulario
debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que
ese yugo le traiga. Se debe vivir lo que significa.
El Escapulario
es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la
Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo.
Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los
religiosos pero adaptado a la propia vocación.
Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos
materiales), castos y obedientes por
amor a Dios.
Al
usar el Escapulario constantemente hacemos silenciosa petición de asistencia
continua a la Santísima Madre. La Virgen nos enseña e intercede para que
recibamos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor,
escuchando Su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercano
a las necesidades de nuestros hermanos.
El escapulario además es un recuerdo de que nuestra meta es el cielo y
todo lo de este mundo está pasando. En momentos de tentación, tomamos el Escapulario
en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles
al Señor. Ella nos dirige hacia el
Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.
¿Puede
darse el escapulario a quien no es católico?
Sí. El escapulario es signo
de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que Ella es Madre de
todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos
no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al Escapulario.
Advertencias
prácticas
Una
vez bendecido el primer escapulario, el devoto no necesita pedir la bendición
para escapularios posteriores. Los escapularios gastados, si han sido
bendecidos no se deben echar a la basura. Se pueden quemar o enterrar como
signo de respeto.
Debemos evitar caer en abusos
y recordar que el escapulario NO
salva por si solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa
para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo
general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que
el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos
salvará a pesar de lo que hagamos o de cuánto pequemos... Una voluntad pecadora
y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la Madre de la Misericordia."
Los papas
y santos han alertado muchas veces acerca de no abusar de la promesa de nuestra
Madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El
Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de
manera especial a quienes son devotos de Ella, aquellos que desean tenerla como
auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una
vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor".
Vivir
en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de
presunción ya que la fe y la fidelidad a los Mandamientos es necesaria para
todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.
San
Claude de la Colombiere advierte: "Tú preguntas: ¿y si yo quisiera morir
con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás
con tu escapulario"
El
Privilegio Sabatino (del sábado)
La
Virgen rescata del Purgatorio. Este privilegio es una promesa de la Virgen que
consiste en la liberación del Purgatorio
el primer sábado (día que la Iglesia ha dedicado a la Virgen) después de la
muerte, por medio de una intercesión especial de la Virgen.
Se
originó en una bula o edicto que fue proclamado por el Papa Juan XXII el 3 de
marzo de 1322 como resultado de una aparición que tuvo de la Virgen en la que
prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de esta devoción que
"como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y
protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas,
sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza".
Condiciones
para que aplique este privilegio
Son
tres las condiciones, a saber: 1) Usar el escapulario con fidelidad. 2)
Observar castidad de acuerdo al estado de vida. 3) Rezo del oficio de la Virgen
(oraciones y lecturas en honor a la Virgen) o rezar diariamente 5 décadas del Rosario.
El Papa Pablo V confirmó en una
proclamación oficial que se podía enseñar acerca del privilegio sabatino a
todos los creyentes.
El
Escapulario y la Virgen de Fátima
Refiere
Lucia (vidente de Fátima, hoy Hermana María del Inmaculado Corazón), que en la
última aparición (Octubre, 1917, día del milagro del sol), la Virgen vino
vestida con el hábito Carmelita y con el escapulario en la mano y recordó que
sus verdaderos hijos lo llevaran con
reverencia. También pidió que los que se consagraran a Ella lo usaran como
signo de dicha consagración.
Oración a la Virgen del Carmen
(SÚPLICA PARA TIEMPOS
DIFÍCILES)
"Tengo mil
dificultades: ayúdame.
De los enemigos del
alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón
maternal: ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al
expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen,
ruega por nosotros.
Amén."
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