Eucaristía última noche del Novenario de José Rigoberto Salas Peña, 28 de mayo de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
Muy buenas noches tengan todas y todos al encontrarnos reunidos hoy en la Casa del Señor, para dar gracias a Él por la vida.
Hoy ya celebramos el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, con la emoción contenida de saber que el Señor, presente en
medio de nosotros, parte el pan para nosotros, para cada una, cada uno de
nosotros. El mismo Jesús nos ha dejado un puesto en su mesa santa, lo cual nos
debe llevar a vivir la Misericordia en nuestro cada día. En recorrido por las
calles y las plazas de muchas comunidades, el Señor se hará presente mañana en
nuestras realidades y nos llenará de bendiciones.
Cada uno de nosotros hemos venido a esta
Eucaristía con diversas motivaciones personales. Pero, junto a todo eso, los familiares y amigos de José Rigoberto Salas Peña queremos
encomendarlo hoy en nuestras oraciones, al llegar
a la última noche de su Novenario porque, aunque le sabemos físicamente
lejano, creemos que, espiritualmente, siempre estará presente en los corazones
de quienes le conocimos servicial, alegre, valiente en las adversidades, algo
terco y optimista.
Pongámonos
de pie para iniciar esta celebración.
MONICIONES A
LAS LECTURAS
PRIMERA: La primera lectura procede del Libro del Génesis. Refiere la
bendición que hizo el Sacerdote Melquisedec a Abraham cuando este llegó
victorioso de una batalla. El origen o el final de este rey y sacerdote no se
conocen; pero él dispuso que el sacrificio fuese pan y vino, tal y como lo
enseñó Jesús y nosotros lo seguimos
haciendo.
SALMO: El Mesías esperado por el pueblo judío no podía tener
principio ni fin, ni depender de ninguna investidura humana. El salmo 109
aclama a Melquisedec, rey de Salem y
sacerdote del Dios altísimo, por cuanto animaba su esperanza en la llegada del
Rey y Mesías prometido. Así también lo ha visto la Iglesia.
SEGUNDA: Pertenece a san Pablo, en su Primera Carta a los Corintios,
el documento más antiguo sobre la consagración en la Ultima Cena, constituyendo
parte de la oración que proclama el sacerdote
durante la Consagración: ‘Cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman
la muerte del Señor, hasta que vuelva’.
EVANGELIO: Frecuentemente observamos situaciones dolorosas y nos
limitamos a contárselo a otro, sin la menor intención de intervenir ayudando.
Así sucedió con los Apóstoles, que ni remotamente supusieron que fuera a ellos
a quienes les correspondía intervenir a favor de la gente necesitada que seguía
a Jesús para que –solo entonces- Dios obrara con su poder.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Cristo se hará presente en su Cuerpo y en su Sangre para todos nosotros; por eso elevaremos al Señor las intenciones que hay en nuestros corazones:
1.
Por la Iglesia de Cristo para que sea
testimonio de la construcción de su Cuerpo, hasta llegar a la perfección de Su
propia plenitud. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2.
Por la “piedra” en que se cimienta esa
Iglesia, nuestro Papa Francisco, por sus
intenciones y necesidades. Para que, fortalecido por el Espíritu Santo, sea
fiel cumplidor de la misión que el mismo Jesús le encomendó en nombre del Padre
eterno. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3.
Por todos los sacerdotes, religiosos y
religiosas para que con su ejemplo y orientación en la fe, se constituyan en
Luz de Cristo en medio de la oscuridad del mundo. Te suplicamos por los que
están enfermos de alma o de cuerpo.
ROGUEMOS AL SEÑOR.
4.
Por las intenciones y necesidades personales
de todos los aquí reunidos. Por los que sufren por la aparente lejanía de sus
seres queridos. Por quienes no han encontrado la paz y el perdón que Jesús nos
dejó. ROGUEMOS AL SEÑOR.
5.
Suplicamos al Señor por todos los difuntos,
especialmente por José
Rigoberto Salas Peña, para que el Señor no les tome en cuenta sus
faltas sino el amor de su Iglesia y haga que el testimonio de sus vidas mueva a
otros a ser, cada día, mejores y más auténticos cristianos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
6.
Por Sioli Andrade de Salas, su esposa; por
sus hijos y por todos los familiares, amigos y conocidos de José Rigoberto,
para que entendamos que esta ‘ausencia’ suya es parte de la vida misma y
aprendamos a consolarnos y fortalecernos en el Señor. ROGUEMOS AL SEÑOR.
MONICIONES DEL OFERTORIO
Queremos
alabarte, Señor, pues tu amor es grande:
1. LUCES: ¡Tú eres la Luz del mundo! Queremos que nuestras vidas estén bañadas por tu Luz.
2. FLORES:
¡Tú eres la vida misma! Te damos gracias por la vida y te pedimos la
transformes con el rocío de tu Espíritu.
3. ALIMENTO:
¡Tú quieres que demos de comer al que no tiene! Como expresión de
sacrificio y donación personal entregamos este alimento que hoy hemos tomado de
lo nuestro para compartirlo.
4. CÁLIZ
Y VINAJERAS: Presentamos y recibimos el pan y el vino donde creemos que Tú,
Señor, te nos entregarás como alimento para el alma y fortaleza en nuestro
caminar.
Por todo esto, ¡GRACIAS, Señor!
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