VI Domingo de Pascua, 1 de mayo de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
La
Resurrección del Señor Jesús debe continuar siendo motivo de profunda alegría
para cada cristiano, cada cristiana. Por eso, llenos de alegría y esperanza en
Cristo Jesús, Señor de la Historia, les saludamos: ¡Muy buenos días tengamos
todas y todos los hermanos! (…) Démosle la bienvenida a la Eucaristía de este
Sexto Domingo de Pascua a quien está a cada lado nuestro; miremos sus rostros y
descubramos en ellos la Presencia y el amor de Jesús. (…)
Hay
un tiempo para todo y ¡qué bueno cuando hemos cumplido lo que teníamos que
hacer en él! En este Domingo nos encontramos con un Jesús que, encarnado en
María, vive su desarrollo como persona y descubre para qué existe; que nos da
la Salvación y, Resucitado, se manifiesta a quienes Él escogió de antemano.
Ahora ya está próximo el momento de ascender a su Padre para sentarse a su
derecha, como lo celebraremos en una semana.
Hemos
de ver que en nuestro tiempo hay muchas dificultades por superar, así como ocurrió entre los Apóstoles. Pero contamos con la
Palabra de Dios, los sacramentos y ese amor trascendente de Jesús que se debe
manifestar cada día de nuestras vidas, en cada detalle.
Es
tiempo, pues, de iniciar nuestra Eucaristía alegres y cantando. ¡San José nos acompañe!
(Danza litúrgica: Me voy, pero les dejo mi paz.)
PENITENCIAL (3
niñas/os leen las 3 proclamaciones)
1. Queremos
arreglar al mundo y, muchas veces, imponemos a los otros actitudes y acciones
de difícil cumplimiento; pero ni nos molestamos en cambiar nosotros también. ¡Señor
del amor transformador, ten piedad de nosotros!
2. Muchas
veces tratamos de buscar bienestar, reposo, seguridad, éxito, gloria en ofertas
engañosas del mundo; dejamos a Dios de lado y la recompensa es un gran vacío. ¡Cristo
que lo das todo, ten piedad de nosotros!
3.
No hay paz en nuestros corazones pero preferimos culpar a los demás por las
situaciones de conflicto o división que enfrentamos. ¡Señor dador de la paz, ten
piedad de nosotros!
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- Es muy
fácil decir a otros que ‘hagan’ sin
considerar las condiciones existentes para hacerlo. La primera lectura, de los
Hechos de los Apóstoles, plantea cómo se quería imponer el cumplimiento de la
ley judía a los primeros fieles cristianos convertidos por Pablo y Bernabé, de
lo que surge, entonces, el primer Concilio de la historia, el de Jerusalén, el
cual vendría a evitar cargas doctrinales innecesarias.
SALMO.- El
salmo 66, cantado en las procesiones solemnes del pueblo judío, constituye una
invitación del salmista para que todas las naciones alaben a Dios, quien ha
salvado a su pueblo. Es que la bendición de Dios no es solo para ese pueblo
elegido sino, a través de este, para todo el universo, por lo que debe se le
invita a alabarlo. Unámonos a la alabanza a nuestro Dios.
SEGUNDA.- Mediante una hermosa
descripción de la Jerusalén celestial, última expresión de la ternura y
generosidad de Dios, la segunda lectura, del Libro del Apocalipsis, nos plantea
lo que será nuestro encuentro definitivo con Dios. Llama la atención la
ausencia total de oscuridad o cualquier tristeza, por cuanto la vida plena y su
Luz provienen del mismo Padre celestial y del Cordero.
EVANGELIO.- El Evangelio
de San Juan nos presenta a Jesús, el Amigo y Maestro, que pronto se va, y
quienes le aman siente soledad profunda. Sin embargo, Jesús les alegra y
conforta: el Padre velará por su familia
con amor, solicitud providente y ternura. El Hijo promete ‘estar siempre con
ellos, hasta el final’; y el Espíritu Santo habitará en ellos, enseñándoles y
acompañándolos en una relación estable. ¡Dios
está con nosotros!
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Queremos una Iglesia servidora, a la que podamos acudir en nuestras necesidades
y encontrar consuelo y auxilio. Oremos por el papa, los obispos, sacerdotes,
religiosos y religiosas y los laicos. Que la Misericordia divina se nos note y
todos podamos comenzar a vivir esa ‘Jerusalén celestial’ ya aquí en este mundo.
Oremos.
2.
Hoy es día de san José Obrero. Mucha gente se afana trabajando sin lograr
resultados satisfactorios que les permitan a ellos y sus grupos familiares
vivir dignamente. Oramos para que les
sea restablecida su capacidad de ser sustento de sus hogares, proveyéndolos de
todo lo necesario, comenzando por la fe. Oremos.
3.
Muchas personas murieron a consecuencia de terremotos; muchas más quedaron sin
hogar ni trabajo. Para que se den respuestas humanas, dignas y suficientes para
atender esta necesidad. Que nuestras oraciones les sostengan. Oremos.
4.
Oramos por ustedes, niños, niñas y adolescentes que en estos días reciben la
comunión u otros sacramentos. Por sus grupos familiares para que les acompañen
en sus procesos de fe y no tengan desgano en continuar buscando al Señor luego
de culminado el curso. Oremos.
5.
¡Socorre a tus pequeños, Señor! Oramos por los enfermos, por quienes los
atienden y por quienes les dan lo que necesitan. Oramos por los enfermos
mentales y por quienes sufren adicción. Oramos por quienes están, justa o
injustamente, privados de libertad. Oremos.
6.
Oramos por Venezuela; por todos los venezolanos; por los que en ella viven. Oremos.
7.
Encomendamos a la Misericordia de Dios a todos nuestros difuntos, para que
hayan encontrado el consuelo y la felicidad prometidos. Oremos.
OFERTORIO
1.
Nuestras manos unidas expresan las
necesidades de todos los presentes, sus acciones de gracias y sus posibilidades
de servir a Dios en cada persona. Por eso nos acercamos a Ti, Señor, haciendo
este gesto de amor y necesidad de Ti, de tu amor providente, gesto que dice a
todos que queremos vivir siempre unidos a Ti, Jesús, que nos hemos entregado a
Ti.
2.
Con el pan y el vino, Señor, traemos
hasta tu altar los sufrimientos de todos los enfermos en su mente, alma,
corazón o cuerpo, de nuestra parroquia, de nuestras familias, de nuestra
diócesis, de nuestro país. Es que sabemos que la Eucaristía, Jesús, es la
fuente de nuestra fuerza y de nuestra salud.
ORACIÓN FINAL
Padre
Bueno, que en Jesús nos has dejado la paz que lo trasciende todo, ayúdanos a
apoyarnos en quienes, como san José, supieron buscar tu justicia y dar,
simplemente, lo que tenían, guiados por tu amor. Amén.
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