III Domingo del Tiempo Ordinario, 24 de enero de 2016
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengan todas y todos! Reciban nuestra más
cordial bienvenida a la celebración del día consagrado al Señor, el Domingo, cuando
escucharemos a Dios, nos encontraremos con Jesús y su Santo Espíritu nos
restablecerá y animará; así como María, la Madre, estará entre nosotros,
intercediendo por sus pequeños.
Por supuesto, esta Eucaristía debe
hacernos vivir mejor nuestra fe. Para ello hemos de esperar y recibir la
Palabra que Dios nos ha de dar, con corazón humilde, sabiendo de nuestra
condición de debilidad y de nuestra necesidad de la Misericordia de Dios. Y,
guiados por su Palabra, el Señor nos irá modelando para que podamos actuar
según la necesidad del Cuerpo de Cristo, que es su Iglesia, y llevar –con el
ejemplo- la Palabra recibida a todos los ambientes de nuestras vidas como
evangelizadores de la Misericordia de Dios.
ACTO PENITENCIAL
1. Porque no buscamos leer tu Palabra,
Señor, ni le prestamos atención cuando se la proclama en las misas. ¡Señor, ten piedad! (Se
escucha: ‘Los abuelos son los que leen
la Biblia.’)
2. Nos han enseñado que somos el cuerpo
de la Iglesia, cuya cabeza es Cristo. Pero no nos gusta que Él piense o
intervenga en las decisiones de ese, su cuerpo. Cristo ten piedad (Se
escucha: ‘¿Y qué si Dios no quiere?’)
3. Nos admiramos por la sabiduría de la Palabra
de Dios, pero no nos disponemos a hacerla viva en nuestro cada día. Cristo ten piedad (Se
escucha: ‘Jesús hacía eso porque era
Dios; yo no. Así que, olvídate.’)
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
(Un adulto lleva en procesión la
Palabra, se la entrega solemnemente al monitor, quien la llevará y colocará
sobre el ambón)
PRIMERA.- El profeta Nehemías nos transmite lo ocurrido cuando se hizo
la lectura solemne de la Ley
en el Templo de Jerusalén, reconstruido a la vuelta del exilio de Babilonia. La
lectura o la escucha de la Palabra de Dios siempre han de ser motivo de alegría
para el creyente y han de movernos a compartir y a fraternizar. ¡Dios nos habla!, ¡la comunidad
le habla a Dios!
SALMO.- Utilizaremos versos del salmo 18 que nos ubican en la
grandeza de la Ley de Dios, quien es majestuoso y tiene el poder de iluminar
todo a su paso: la vida del creyente y la historia misma. La Ley nos ha sido
dada no para limitarnos sino para darnos sabiduría, verdad y justicia. Palabras
de refugio y salvación.
SEGUNDA.- Muy gráfica y claramente, san Pablo explicará a la
comunidad de Corinto, en su primera Carta, que todos constituimos un todo, dentro
del cual nosotros somos cuerpo y Cristo Jesús es la cabeza. Por supuesto, esta
comparación detallará que cada parte del cuerpo es necesaria en sí misma y en
su relación con los otros miembros del cuerpo. La unión se da en el amor de
Jesús.
EVANGELIO.- Un sábado Jesús se ofreció para proclamar la Palabra en
la sinagoga de Nazaret; al leer palabras de Isaías que expresaban que ‘el
ungido’ estaba ‘lleno del Espíritu de Dios’ y viviendo el amor concreto que
sirve, perdona y se da -amor que surge como fruto de esta condición- el Evangelio
de Lucas refiere que Jesús confirmó que esa Palabra se refería a Él mismo. Esa
unción se le notaría también en cada gesto, cada día de su vida… ¿Será que se
nos nota a nosotros el bautismo recibido?
ORACIÓN DE LOS FIELES
1)
Oremos por la Iglesia. Para que sea obediente -como cuerpo que es- a las
inspiraciones que Jesucristo –cabeza suya- le presenta. Roguemos al Señor.
2)
Oremos por los dirigentes del mundo. Para que promuevan la unidad, el respeto a
las personas, la convivencia fraterna y el desarrollo de condiciones de vida en
dignidad para todos. Roguemos al Señor.
3)
Oremos por todos nosotros. Para que recordemos poner por obra la ‘teoría’ del
amor verdadero que se nos enseña en la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.
4)
Oremos por todos los cristianos. Para que, orando insistentemente, podamos
cambiar nuestros corazones y practicar, cada día, el Mandamiento del Amor que
Jesús nos enseñó. Roguemos al Señor.
5)
Oremos por quienes son víctimas de la violencia y quienes les rodean. Para que
opongamos paz y amor a tales prácticas y cambiemos tanto sufrimiento inútil por
construir un mundo más fraterno. Roguemos
al Señor.
6)
Para que los padres de familia comprendan la importancia de dar una fe que se
vive cada día a sus hijos. Para que entendamos que Dios es el mejor invitado
que podamos recibir en nuestros hogares. Roguemos
al Señor.
7)
Oremos por los difuntos, para que encuentren la recompensa de Dios a sus obras
de amor y el perdón ante sus errores. Que nuestras oraciones –especialmente en
este Jubileo de la Misericordia- les ayuden. Roguemos al Señor.
8)
Oremos por quienes están en proceso de catequesis. Para que al hacerlo sean
enriquecidas nuestras vidas y se obtengan frutos de felicidad duradera en el
amor de Cristo Misericordioso. Roguemos
al Señor.
OFERTORIO
1)
Te entregamos nuestros sentidos,
nuestros pensamientos, nuestros horarios y nuestras adicciones, para que sean llenos de Ti
y nos ayuden a frecuentar tu Palabra y hacerla parte de nuestro cada día. (Pasan
5 niños haciendo gestos: 2/ sentidos, vista y oídos; 1/pensamiento; 1/ reloj o
celular; 1/celular. Todos se postran ante el altar, en gesto de entrega.)
2)
Los muñecos representan a las
personas. Tienen un cuerpo y una cabeza. Al ofrendarlos queremos aceptar el
planteamiento de san Pablo sobre la Iglesia, reconocernos cuerpo místico de
Cristo, nuestra cabeza, y ofrecer nuestra disposición a formarnos y servirte
como miembros de tu Iglesia, Señor.
c)
Entregamos el pan y el vino, que se
convertirán en el alimento que nos fortalece. En ellos presentamos, además,
nuestras vidas, para construir la Iglesia de Jesús.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor, por enseñarnos con tu Palabra y acompañarnos con tu Presencia. Que,
dócil a tu Santo Espíritu, tu Iglesia
cause admiración en todos por el amor. Amén. .
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