XXIV Domingo del Tiempo Ordinario 13 de septiembre de 2015


MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanas y hermanos! Sean bienvenidos al Banquete que Dios ha preparado para nosotros, sus hijos amados.
Y ha dejado el Señor para este XXIV Domingo del Tiempo Ordinario la gran pregunta. ¡Porque toda preparación requiere ser evaluada! Es una pregunta simple, que nos ayudará a ubicarnos en nuestra fe. Solo requiere sinceridad para responderla. Podremos, entonces, ver con más claridad nuestro camino, para mantenernos en él… ‘¡Quién dices tú que es Jesús?’. O, dicho de otra forma: ¡Qué significa Jesús para ti?
Las respuestas pueden tener muchas variaciones, pero deberá revelarse nuestra fe: Una teoría, alguien que vivió hace dos mil años, el mago que todavía me vende milagros, el hombre lleno de sabiduría, el loco que se dejó clavar en una Cruz, el Siervo Sufriente de Dios, el Hijo del Altísimo… mi Amigo Fiel, que siempre me acompaña y fortalece… En todo caso, si es esta última mi respuesta, debo tomar mi cruz y seguirlo con servicio al necesitado, buenas obras, testimonio de fe y conocimiento de Jesús. Porque Él debe ser influyente en mi día a día, en lo público y en lo privado de mis acciones.

PENITENCIAL
1. Pensamos y decimos que confiamos en Ti, Señor, pero apenas el dolor toca nuestras vidas acudimos a cualquier tipo de solución y no Te confiamos nuestra necesidad. Señor, ten piedad.
2. Creemos que la fe se vive solo en el templo y, cuando llegamos a nuestra casa, vecindario o trabajo, actuamos como personas sin compromiso de fe, de paz, de perdón, de servicio. Cristo, ten piedad.
3. Repetimos el Credo pero no aplicamos las enseñanzas que contiene. Leemos e investigamos, pero no descubrimos a Cristo en Su Palabra. Señor, ten piedad.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- En la primera lectura, del Libro del profeta Isaías, veremos como en clara imagen a Aquel que confía a tal punto en Dios, que es capaz de soportarlo todo, porque es Dios mismo quien responderá por él. Se le conoce como ‘el Siervo Sufriente’, y es difícil pensar en otro que en Jesucristo, quien confió totalmente en Su Padre y se permitió sufrir al extremo, porque ambos buscaban nuestra Salvación.
SALMO.- En el salmo 114, el salmista canta agradecido a Dios, quien lo libró de la muerte. La fe es, pues, la respuesta confiada del creyente ante el dolor o cualquier peligro. Por eso hemos de agradecer a nuestro Padre Dios, por su fidelidad, pues nunca nos abandona.
SEGUNDA.- Si tenemos fe en Jesucristo y Su mensaje de Salvación, debemos actuar según Él lo haría. No podemos adorar a Dios y despreciar a Sus pequeños; esto no es consecuente con la fe que creemos tener. La fe hay que vivirla. Así lo recomienda el apóstol Santiago en la segunda lectura.
EVANGELIO.- Antes de revelar a sus discípulos el destino que Le espera, Jesús lanza una pregunta que les sorprende; seguidamente deberá reprenderles. Sin embargo, hoy la pregunta va dirigida a cada uno de nosotros: ‘¿Quién es Cristo para ti?’ Debemos saber a quién seguimos; y, si lo hacemos, debemos saber a qué nos compromete el hacerlo.

ORACIÓN DE LOS FIELES
1- Oremos por la Iglesia, depositaria de las enseñanzas del Maestro, para que nos ayude a conocer mejor a Jesús y nos anime a llevar Su mensaje de amor a quienes no Lo conocen. Roguemos al Señor.
2- Oremos por quienes hemos decidido seguir a Cristo, para que no rechacemos la Cruz de cada día y nos hagamos sensibles a las necesidades de nuestro prójimo; que les ayudemos desde lo que podamos, sin esperar a tener grandes fortunas para hacerlo. Roguemos al Señor.
3- Oremos por todos los gobernantes, para que se sientan responsables de la justa atención de sus ciudadanos y trabajen por el bien común. Roguemos al Señor
4- Oremos por los sacerdotes, para que el Señor no deje de manifestarse a sus corazones, moviéndolos a una fe más viva y eficaz. Recordemos a quienes están enfermos. Roguemos al Señor.
5- Oremos por aquellos que no han recibido el don de la fe y viven sin la alegría de creer y esperar en Dios, para que, un día, tengan su encuentro personal con Jesús y sus vidas sean transformadas. Roguemos al Señor.
6- Oremos por quienes no tienen techo para vivir ni lo más fundamental. Para que encuentren manos amigas que les socorran. Para que descubran las capacidades que Dios les ha dado para superar cualquier adversidad. Roguemos al Señor.
7- Oremos por quienes continuarán muy pronto sus procesos formativos en la fe y, especialmente, por sus familiares, para que sean promotores -y no entorpecedores- de su crecimiento espiritual, con el ejemplo y la palabra. Roguemos al Señor.
8- Oremos por todos los difuntos, para que gocen de la Presencia de Aquel a quien confesaron, en quien creyeron. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
Nuevamente nos acercamos hasta Tu altar, Señor, llevando las ofrendas por excelencia: el pan y el vino. Lo hacemos como respuesta a Tu pregunta, pues creemos que, en ellas, Tú mismo Te harás presente. Eres Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, nuestro Salvador, nuestro Amigo Fiel. Por eso, Te entregamos nuestras vidas, solo Tú puedes transformarlas. Gracias, Señor, Dios nuestro, por tanto amor.

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