Conversando con el padre Arkel, 11 de enero de 2012
Entrevista realizada el 11-1-2012
Parroquia
Claret en Los Dos Caminos, Caracas

Arkel Felipe Zambrano
fue un sacerdote venezolano, perteneciente a la Congregación de Misioneros
Claretianos, con 28 años de ordenado, ejerció la docencia y su carrera, Técnico
en Turismo.
Como sucede en ocasiones, tuvo una experiencia de Dios en una
misa carismática y quiso ser claretiano. Le gustó la vida de San Antonio María
Claret. Hizo el postulantado en Barquisimeto, en el seminario Divina Pastora, aunque ya no le
tocaba por ser hombre mayor de edad; pero él consideraba que no era lo mismo ‘vivir la aventura de Dios’ que ser seminarista.
También cursó estudios en el ITER, en Caracas.
En cuanto a los lugares donde estuvo trabajando como Misionero Claretiano, el padre
Arkel recorrió las diferentes casas que hay en Venezuela Él lo dijo así: …”Trabajé
en la Misión de Delta Amacuro, por el río Orinoco; estuve trabajando en cada
parte; en Mérida, trabajé en mi Parroquia, se llama ‘Corazón de María’ de Los
Curos, la parroquia que se llama Los Curos. Estuve trabajando en Barquisimeto. Estuve en Maracaibo, pero no
resistí el calor; también estuve en San Félix,
Bolívar, esa es una ciudad tan
grande, Ciudad Guayana, allí trabajaba con el obispo, que era una comunidad
abierta porque trabajaba no solamente con mi parroquia sino en Puerto Ordaz
también”. Fui pasando por todas las casas de mi país hasta llegar a Los Teques;
ahora, estoy aquí, en Caracas porque he estado muy enfermo.
Y refirió: “Yo nací en
Mérida. Soy el tercero de cinco hermanos,
único hijo de una familia de cuatro muchachas, cuatro mujeres (Quila, la
mayor, ya fallecida; Belquis, Gladys Elena y Zaida) y yo; viví toda la vida en
Los Andes. Allá nací en un barrio muy pobre de la ciudad de Mérida. Mis padres
se llamaban Felipe y Avelina; como mi papá era de San Cristóbal -de un pueblo del
Táchira llamado La Grita- pues, mi vida se desarrolló allá en La Grita; tengo
mis primos allá. Y decidí hacerme sacerdote. Mi título original es maestro de
escuela. Enseñé a mucha gente a leer porque era la época de la facilidad de
enseñar a leer por el método de Fe y Alegría. Me hice profesor sin llegar a
graduarme. Hice estudios de turismo, Guía de Turismo… Pero me decidí a hacerme
sacerdote.”
Arkelito –como muchas personas lo llamaban por cariño que
bien se sabía granjear-continuó explicando. Esta vez dice algo muy
significativo en cuanto a su condición de enviado
por Dios para una misión. Veamos: “Pero la vida es muy hermosa y por eso le
digo a los jóvenes que no duden si el Señor los está llamando. En mi caso, el
Señor me dio mucha paz, y yo transmito paz. Él me dio una letra más para mi
nombre: yo soy Arkel Zambrano, AZ, y -como soy padre- el Señor me dio la P, así
que soy PAZ. Esa paz que Dios me dio es lo que yo transmito, entonces yo puedo
estar muy molesto –eso es normal, soy humano- y me pregunto qué voy a lograr
con eso; por eso la gente me busca, converso con ellos, los confieso, oro por
ellos porque llevo paz. Pienso que esta es una característica de un sacerdote:
un sacerdote no puede ser violento, no podemos tener una doble vida –somos
sacerdotes o no somos- porque estamos
sirviendo a un Señor que no se nos va a morir, que es Dios. Soy feliz, soy
alegre, le paso mi alegría a la gente; busco que la gente se enamore de Dios,
no busco que me sigan a mí, sino a Dios -porque
yo me puedo morir un día de estos. Y yo tampoco le tengo miedo a la
muerte. Lo más lindo que me pasó fue esto, que antes yo tenía mis complejos -como
una persona normal-, tuve una experiencia preciosa de Dios que me cambió la
vida; en verdad yo siento que soy otra persona. Si a mí hace muchos años me
hubieran dicho que yo iba a ser sacerdote yo no lo hubiera creído. Fue una cosa
tan increíble lo que me pasó, que uno no lo puede explicar porque no tiene
palabras, son cosas muy espirituales, del Espíritu Santo de Dios. Entonces yo
lo que hago es enseñarle a la gente a rezar, a orar, a buscar a Dios, que lo
conozcan más.”
Al tratar de indagar si hubo otros amores fuera del Señor
Jesús en su vida, el padre Arkel explica: “No me enamoré como para casarme. Yo
era normal, echador de broma, tenía novias, pero de treinta y pico de años no
me había enamorado de ninguna chica como para casarme. No le veía la gracia a
casarme por casarme, ¿casarme para divorciarme?, como hicieron muchos amigos;
entonces el Señor me llamó. Dios me tenía reservado este camino porque yo de
verdad me enamoré de Dios. Yo tuve una experiencia muy bella y le pido al
Señor: Señor, hazme santo, yo quiero irme
para el cielo.”
Ahora bien, podemos preguntarnos cómo se relaciona un sacerdote
que quiere ser santo con Dios. Su explicación fue muy sencilla: “Cada día le
hablo al Señor con mis propias palabras, no tengo una oración especial, le
hablo como a mi Amigo: ‘Buenos días,
Señor, Gracias por estar vivo en mi corazón, gracias por estar ahí con tu Madre
Santísima, gracias porque me amas , gracias , Señor, enséñame a amarte como Tú
eres, enséñame a vivir esta experiencia con las personas que tengo a mi
lado, gracias por las personas que
conocí el día anterior , gracias por mis hermanos sacerdotes; (pido por cada quien, pido por mi familia que
está allá en Mérida, por las personas que conozco, que están a mi alrededor y
oro por ellos).’ Mi vida es una vida completa en el sentido que siempre estoy
rezando u orando o trabajando por la Iglesia. Estoy al servicio de la Iglesia.
Ahorita esto celebrando las misas en una parroquia donde están las hermanas de San José de Tarbes y las
atiendo en sus necesidades espirituales.”
Pero, cuando se habla de trabajar por la Iglesia nos
encontramos con la palabra servicio. Al respecto expresó: “El servicio es
importante en esto del amor a Dios. Dentro de mis limitaciones me gusta ir a la
cárcel de mujeres de Los Teques, y les llevo un poquito de paz a esas personas
que necesitan la alegría de Dios, se sienten muy solas porque todos necesitamos
del amor de Dios; es que todos somos
hijos de papá y mamá y necesitamos compañía y consuelo… Algo muy grande que me
dio Dios es la confesión, porque he llegado a conocer a las personas y saber
ayudarlas; tal vez eso sea una gracia que Dios me ha regalado: que yo siento
esa alegría al momento que la persona se convierte.”
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