Domingo XIV del Tiempo Ordinario, 5 de julio de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos ustedes! Nuevamente
nos disponemos a dar gracias a Dios por Su Misericordia puesta de manifiesto en
nuestras vidas cada día, a cada instante. Venimos a agradecerle porque con su
Palabra y con la Eucaristía nos alimenta para que no nos debilitemos en los
caminos de nuestra vida que, a veces, atraviesa momentos muy difíciles.
En este primer Domingo de julio, próximos
a las vacaciones escolares, conviene que nos preguntemos cómo va nuestra
relación con Dios, con Su Palabra, con Su mandato de seguirlo y servirlo en
quienes nos rodean, especialmente en los más necesitados de nuestra atención.
Al efecto, podríamos intentar descubrir a Dios en los
hermosos paisajes que veremos, en los rostros y actitudes de las personas, y,
aún, en las dificultades que debamos enfrentar. ¡Todo nos habla de Dios! Él
está presente y hace muchas cosas para llamar nuestra atención. Solo tenemos
que hacernos sensibles a Su amor. Que el Señor no encuentre cerrados nuestros
corazones, que Lo busquemos con insistencia. ¡Él responderá!
PENITENCIAL
1. Nos cuesta mucho escuchar Tu voz, Señor, y seguimos otras voces más
imponentes -aunque menos claras- que nos seducen. SEÑOR, TEN PIEDAD
2. Somos muy tercos y nos empeñamos en ser el gran personaje de nuestra
historia, olvidando que Tú, Señor, nos socorres y apuntalas en nuestras
debilidades. CRISTO, TEN PIEDAD
3. Nos encanta creer cualquier cosa que exprese alguna persona o institución
sin siquiera intentar investigar su origen. En cambio, cuestionamos fácilmente
lo que nos dices en Tu Palabra. SEÑOR, TEN PIEDAD
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- La primera lectura procede del Libro de Ezequiel,
el profeta, que es enviado por Dios a Su pueblo, aunque sabe que se resistirá
al mensaje de Su enviado. Dios siempre toma la iniciativa de servirnos y
guiarnos. Nosotros, en cambio, solemos resistirnos a Su voz y a Su amor, que
solo buscan nuestro bien real.
SALMO.- Al llegar los peregrinos a Jerusalén, subían al
Templo cantando himnos y cánticos apropiados. El Salmo 122 es uno de esos cantos de las subidas, el cual se
refería a los difíciles tiempos de la persecución de Antíoco Epifanes. La
invitación es a escuchar y repetir el verso responsorial convencidos de que
Dios nos regala constantemente Su Misericordia.
SEGUNDA.- San Pablo nos brinda una hermosa reflexión en su
segunda Carta a los Corintios, nuestra segunda lectura de hoy. Hemos de
recordar que nuestras debilidades permiten la acción poderosa de Dios en
nuestras vidas y, por eso, el apóstol declara ser fuerte cuando es débil,
porque entonces actúa la gracia de Dios en él.
EVANGELIO.- Con frecuencia nos cuesta creer en las
capacidades especiales que pueda tener uno de nuestra familia. Eso es lo que
ocurrió con Jesús. Sus paisanos lo conocían como ‘el carpintero’ y se resistieron a recibir de Él la sabiduría de
Dios. Les faltaba fe. Nuestra falta de fe entristece a Dios y nos imposibilita
de recibir Su acción sanadora y transformadora. Hemos de recordar
que en el bautismo recibimos la misión de llevar la Palabra de Dios a todos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Nuestro mundo está aturdido y desensibilizado. Oramos por la Iglesia,
para que abra puertas y sentidos para acoger a quienes la necesitan. Que cambie
solo aquello que Tú quieras cambiar. Que
Te conozca, para que Te ame. Roguemos al
Señor.
Nuestro papa Francisco llama la atención del mundo, que lo señala en
positivo y en negativo. Oramos para que sea sensor de los pequeños del Señor y
dureza de roca para decir lo que Tú quieres que diga. Que Tu Espíritu lo
proteja, Señor. Roguemos al Señor.
Oramos por las naciones del mundo y, especialmente, por Venezuela. Te
entregamos, Señor, a quienes ejercen la autoridad a cualquier nivel, para que busquen
ceñirse la corona de la justicia. También Te entregamos a todos sus ciudadanos,
para que se descubran responsables del bienestar y crecimiento de su país y
trabajen cada día por lograrlo. Roguemos
al Señor.
Nuestras familias pueden construirnos o destruirnos. Te entregamos los
juicios que unos tenemos de otros y Te suplicamos que, de ahora en adelante,
seas Tú quien juzgue nuestras capacidades y nuestras acciones. Que entendamos
que tenemos capacidades que desarrollar porque somos hechura de Tus manos. ¡Muy
buena hechura, por cierto! Roguemos al
Señor.
Solemos referirnos con desprecio respecto a las personas que son bien
diferentes a nosotros. De ellos creemos lo malo pero dudamos y desestimamos lo
bueno que nos cuentan. Danos, Señor, la capacidad de creer que esas personas
también salieron de Tus manos y que tienen muchas cosas buenas que dar. Roguemos al Señor.
Nos perdemos de la maravilla de Tu Creación, Señor, cuando despreciamos
lo bueno y noble que has puesto en los demás. Te agradecemos y rogamos por
nuestros vecinos, compañeros de trabajo o de actividades políticas, por los que
comparten con nosotros la santa misa,
por quienes nos atienden en nuestras necesidades sociales, económicas o
sanitarias. Haz, Señor que descubramos que ellos son manifestación Tuya de amor
hacia nosotros. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
1.
Un día
nos veremos tal cual somos, Señor, no como nos vemos ahora –llenos de cosas
malas. Sin embargo, sabemos que Tú sí nos miras bien –con más cosas buenas que
malas. Creemos que Tú quieres que nos veamos no como nos
vemos nosotros, sino como nos miras Tú. Con este espejo Te entregamos
los ojos de nuestras almas, para que, viendo nítidamente aquello que se oculta
a los ojos físicos, aprendamos a ser
misericordiosos.
2.
Hay
muchas personas que ‘son como son’ y que no están dispuestas a cambiar su
manera de actuar. Parecen cajas cerradas que ni muestran las
maravillas que Tú has hecho en ellas ni creen que hay virtudes en los demás.
Por eso los ponemos al pie de Tu altar, para que les hagas valientes para
descubrir las bendiciones que cada persona representa.
3.
Nuestra
naturaleza se recrea y enriquece en cada Eucaristía. Creemos, Señor, que este
pan y este vino se transformarán en Ti mismo y nos capacitarán para dar y
recibir Tu Palabra en cada hecho de nuestras vidas.
¡Por todo esto Te agradecemos, Señor!
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