Domingo XIII del Tiempo Ordinario 28 de junio de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, hermanas y hermanos! Sean todas y todos cordialmente
bienvenidos a la Eucaristía
de este Domingo XIII del Tiempo Ordinario, cuando volveremos a comprobar cómo Dios goza con la vida de sus hijos. Y lo
hace sin esperar nada a cambio.
Este Domingo de amor y fe –amor de Dios y fe nuestra- que se conjugan
en el hermoso misterio de la Vida verdadera. Hemos de saber que el Señor siempre
actúa a favor nuestro. Dos milagros pedidos, uno en el silencio, con el gesto
respetuoso pero atrevido de acercarse a tocar aunque sea el borde de Su manto,
pero en la seguridad del divino pode; otro pedido por intermediarios naturales,
los padres de una niña, anunciada ya como muerta, pero a quienes les bastó con
creer que Él podía hacerlo.
Realmente, si meditamos en las lecturas de este día descubriremos que
Dios sólo da vida y que siempre nos escucha y ayuda en favor de la vida; por
eso, hemos de dar gracias con toda nuestra vida y generosa caridad. Nuestra FE ha
de estar puesta en Él, quien nos responderá según lo que nos hace falta.
PENITENCIAL
1. Gastamos
increíbles cantidades de dinero comprando nuestra salud en médicos y en brujos
y adivinos. Confiamos en el poder del dinero y olvidamos el poder de Dios, que
nos dio la vida. ¡Señor, ten piedad!
2. Valoramos
a las personas según los bienes que tienen y despreciamos a aquellos que, por
carecer de lo necesario, requieren de nuestra ayuda. ¡Cristo, ten piedad!
3. Pretendemos
comprar la vida, tanto en su concepción como ante el peligro de perderla, Olvidamos
vivir en gratitud a Dios y en caridad dignificadora ante el prójimo ¡Señor, ten piedad!
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Del capítulo primero del Libro de la Sabiduría y nos explica rotundamente
que Dios no quiere la muerte, ni la enfermedad. Es que somos sus criaturas y
nos ha formado con absoluto amor. Fue la envidia del Malo la que trajo el
veneno de la muerte. Por eso Jesús sanaría a tantos, para que
experimentáramos ya de Su Reino la vida plena.
SALMO.- Aun cuando el salmista reconoce esa dualidad de
dolor y alegría que caracteriza la vida, el Salmo 29 fue una plegaría litúrgica
para la dedicación del Templo de Jerusalén tras la victoria de los Macabeos y, posteriormente,
un canto ceremonial. Nosotros debemos usarlo como canto agradecido a Dios,
quien siempre nos socorre, hasta en los momentos más difíciles, hasta en
aquellos que parecen insalvables.
SEGUNDA.- Como siempre ha enseñado la Iglesia, el cristiano
debe caracterizarse por su generosidad, por su caridad. Así lo expresa san
Pablo en su Segunda Carta a los fieles de Corinto. ¡Qué bueno si gobiernos y
ciudadanos aplicáramos el sano compartir, sin aprovechamientos o abusos ante la generosidad de otros! Porque,
ante tiempos difíciles, debe ser ejemplo el amor generoso de Jesucristo que nos
enriqueció con Su pobreza.
EVANGELIO.- Es de san Marcos el extenso Evangelio de
hoy y nos presenta dos milagros provocados por la fe en el poder de Jesús, una
fe que mueve actuar con decisión, sin comodidades resignadas, a quienes necesitan
de la acción portentosa del Señor. Conviene pues que, ante el poder de Su
Palabra, nos acerquemos, confiados, con nuestros derramamientos, con nuestras agonías.
Él obrará.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Jesús fundó su Iglesia sobre la Roca, Pedro, cuyo magisterio de
servicio se ha sucedido constantemente durante tantísimos años. Al celebrarse
mañana el día de San Pedro y San Pablo, dirijamos al Señor una sentida acción
de gracias por la certeza de la fe que nos ha sido transmitida a través de los
siglos y nuestra intercesión por nuestro Papa Francisco. Roguemos al Señor.
2. Oramos por todos los sacerdotes. Para que vivan con entusiasmo,
dedicación y entrega su vocación al servicio de Cristo y de su Iglesia, la cual
escogieron como respuesta a su llamamiento. ¡Que lo hagan bien, Señor, según Tu
voluntad! Roguemos al Señor.
3. Supliquemos al Dios de la vida por quienes tienen sus vidas en
peligro, bien sea por enfermedad, por decisiones personales o por la libertad
mal ejercida de otros. Que el encuentro contigo, Señor, les restablezca y
aumente en ellos la fe y la esperanza. Roguemos
al Señor.
4. Ya pronto terminará el mes del Corazón de Jesús, pidamos al Señor
que nuestros corazones sean como el suyo: amantes, tolerantes, abiertos,
caritativos, alegres y llenos de amor a Dios. Que haga nuestros corazones
semejantes al Suyo. Roguemos al Señor.
5. Muchas personas -tal vez escandalizadas por nuestros malos ejemplos,
tal vez cómodas y buscadoras de portentos- han perdido la fe. Por quienes creen
no creer en Ti, por quienes se quedaron rezagados, por quienes no se valoran ni
valoran su fe. Por quienes no tienen amor que
dar porque no lo reciben.
Roguemos al Señor.
6. Por los niños, jóvenes y adultos que recibieron sacramentos luego de
su respectiva preparación. Para que tengan bien claro que Tú los invitas a una
fiesta cada semana. Para que no quieran despreciar Tu invitación. Roguemos al Señor.
7. Entreguemos, hermanos, a
quienes nos han pedido que oremos por sus situaciones y necesidades.
Roguemos al Señor.
8. Oramos por todos los
difuntos, por quienes aún no gozan de Tu Presencia, Señor. Que nuestras
oraciones y sacrificios por ellos acorten su tiempo de espera para la fiesta
eterna. Roguemos al Señor.
OFRENDAS
1.
Señor, reconocemos que Tú eres la
Vida verdadera, vida que se manifestó al máximo en la Cruz. Por eso queremos
entregar en esta Cruz nuestros dolores y, además, nuestros gozos, pues por ella
nos diste la vida de los hijos de Dios.
2. Reconocemos
que sólo en Ti, Señor, está nuestra esperanza. Hemos sembrado la fe en Ti,
hemos impartido conocimientos y hemos transmitido nuestra experiencia de vida
contigo. Por eso Te presentamos a estos niños y jóvenes que perseveran en su
encuentro dominical contigo. Que en ellos sean bendecidos todos los que Te
conocieron sacramentalmente, junto con sus familias.
3.
Los padres de la niña y la
hemorroísa Te conocieron y creyeron en Ti. Nosotros,
hoy, queremos descubrirte y conocerte en el PAN y el VINO consagrados. Queremos
descubrirte como la salud para nuestros corazones y relaciones interpersonales
y como la sanación para nuestros cuerpos enfermos. Desde ya, Te agradecemos por
permanecer en medio de nosotros como el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación.
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