V Domingo de Pascua, 3 de mayo de 2015



MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días tengan todas y todos! Los saludamos con alegría, como nos lo pide la Pascua. Sean bienvenidos, en el Día del Señor, a la V Eucaristía dominical de este Tiempo de gozo, cuando tiene que notársenos nuestra decisión de cambiar lo que estaba mal y llenar todo del Amor de Jesús.
 Haciendo un ‘detalle’ dentro de nuestra alegría pascual, ya hemos llegado al mes de mayo, mes dedicado a la Virgen María. Ella es la animadora por excelencia para que permanezcamos siempre unidos a Jesús. Él es la vid, nosotros los sarmientos y Dios el labrador. Los frutos que demos han de ser buenos y abundantes, en unidad de amor auténtico. Tan es así que debe  notársenos, dondequiera que estamos, que seguimos a Jesús Resucitado.
Nos ponemos de pie, cantamos alegres y recibimos al celebrante.

 PENITENCIAL
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero nos falta amor para nosotros mismos y para lo que hacemos y lo que es importante en nuestras vidas. Señor, Ten Piedad
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero nos falta amor para nuestro prójimo, nuestros familiares, amigos y conocidos. Cristo, Ten Piedad.
*  Tú eres la vid, Señor, y nosotros los sarmientos. Pero no Te permitimos obrar en nuestros corazones, impidiendo que Tu amor redentor nos transforme y nos comunique Tu vida. Señor, Ten Piedad.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- ¿Crecerá la Iglesia si no se acepta en ella a quienes un día fueron reconocidos como grandes y públicos pecadores o enemigos suyos? Seguimos leyendo el Libro de los Hechos de los Apóstoles y nos encontramos con el rechazo sufrido por quien sería el ‘apóstol de los gentiles’, Pablo, antiguo perseguidor de cristianos. El testimonio de Bernabé hará que sea aceptado. Es que debemos estar abiertos a dar oportunidades de cambiar a otros.
SALMO.- Son muy apropiados para este tiempo de Pascua los versos del salmo 21 que se proclamarán. Luego de todo gran dolor descubrimos el gozo y alegría porque el Señor ha intervenido en nuestras vidas. Así como ocurrió al mismo Señor en Su Pasión, confiemos en que nuestro sufrimiento ha de pasar.
SEGUNDA.- La segunda lectura, procedente de la primera carta del Apóstol san Juan, nos recuerda que el amor a las personas es lo fundamental y es consecuencia de vivir como hijos de Dios, pues a Él nos acerca; el Señor conoce nuestras propias conciencias pero no pide culpables sino arrepentidos y bien dispuestos para amar. Nuestras acciones no requieren de palabras hermosas sino de corazones sinceros, que no den cabida a rencores o envidias.
EVANGELIO.- San Juan nos presenta una comparación que la gente del tiempo de Jesús –conocedora de los procedimientos de cultivo- comprendía muy bien. Según esta, Dios, nues-tro Padre, es el viñador. Jesús, por su parte, es la vid, la planta de la uva. A nosotros nos co-rresponde ser los sarmientos, las ramas de la planta. Por lo tanto, solo unidos a Cristo dare-mos los mejores frutos, pues recibiremos los mejores cuidados, los de nuestro Padre Dios. 
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Por la Iglesia. Tú quisiste que fuera una. Que el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos entendamos que este deseo Tuyo de unidad debe ser cumplido en el diario quehacer de cada uno de nosotros. Roguemos al Señor.
2. Por quienes dirigen. Por sus situaciones personales. Por los conflictos que les causa el querer mantener la unidad en la diversidad y la justicia entre todos. Roguemos al Señor.
3. Por nuestra parroquia. Por nuestra comunidad parroquial. Por nuestras escuelas, colegios y liceos. Por nuestras familias y lugares de trabajo. Para que permanezcamos unidos a Jesús y demos los mejores frutos. Roguemos al Señor.
4. Por quienes sufren. Por las grandes cantidades de personas que no saben cómo saldrán adelante luego de la calamidad física. Que el Señor nos ayude a dar frutos de buenos cristianos y que, al menos, nuestras oraciones les acompañen y fortalezcan. Roguemos al Señor.
5. Por quienes ya no admiran a Dios y han permitido que su amor por Él se seque. Para que vuelvan a descubrirte, Señor, y Te permitan abonarlos y podarlos para que tengan una vida en abundancia. Roguemos al Señor.

6. Recordamos muy especialmente a nuestra Mamá del cielo, la Virgen María. ¡Ella sí que dio muchos frutos, y de los buenos! ¿Saben por qué? Porque estuvo unida a Dios con la intervención del Espíritu Santo. Pidámosle a Ella que nos ayude a ser buenos hijos de Dios, buenos prójimos de todos. Roguemos al Señor.
7. Ya se acerca el final de nuestros cursos de Catequesis. Rogamos, también, a nuestra Mamá María para que nos enseñe a amar de tal modo a Dios, que nos atrevamos a vivir de manera más definida nuestra fe, en el servicio a las personas y la adoración a Dios. Roguemos al Señor.

OFRENDAS
1. Señor, queremos ser testimonio de Tu Resurrección dondequiera que nos encontremos. Por eso presentamos estas 7 hojas de parra,  sobre las cuales hay características de todo buen cristiano: caridad, generosidad, perdón de ofensas,  ayuda al necesitado, piedad, oración, Jesús y María en nuestro corazón. Al hacerlo Te estamos presentando nuestra disposición para actuar así. Por supuesto, Señor, ‘¡contamos contigo!’.
2. Y para permanecer unidos a Ti, Señor, nada mejor que la oración. Por eso presentamos estas manos que se unen para orar, que se unen, así, a la fuente de la vida, a Cristo Jesús, ‘el Resucitado’.
3. Tu Iglesia no comenzó a actuar hasta que recibió la ‘fuerza que viene de lo alto’, el Espíritu de Dios. El PAN y el VINO, convertidos en  Cuerpo y Sangre del Señor nos dará valor y capacidad para ser testigos de Cristo muerto y resucitado.


ORACIÓN FINAL
Gracias,  Señor,  por  habernos  fortalecido con Tu Palabra y el Alimento Eucarístico. Ayúdanos a ser testigos de Tu Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
 

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