V Domingo de Pascua, 3 de mayo de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA


Nos ponemos de pie, cantamos alegres y
recibimos al celebrante.
PENITENCIAL
* Tú eres la vid, Señor, y nosotros los
sarmientos. Pero nos falta amor para nosotros mismos y para lo que hacemos y lo
que es importante en nuestras vidas.
Señor, Ten Piedad
* Tú eres la vid, Señor, y nosotros los
sarmientos. Pero nos falta amor para nuestro prójimo, nuestros familiares,
amigos y conocidos. Cristo, Ten Piedad.
* Tú eres la vid, Señor, y nosotros los
sarmientos. Pero no Te permitimos obrar en nuestros corazones, impidiendo que Tu
amor redentor nos transforme y nos comunique Tu vida. Señor, Ten Piedad.
MONICIONES
SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- ¿Crecerá
la Iglesia si no se acepta en ella a quienes un día fueron reconocidos como
grandes y públicos pecadores o enemigos suyos? Seguimos leyendo el Libro de los
Hechos de los Apóstoles y nos encontramos con el rechazo sufrido por quien sería
el ‘apóstol de los gentiles’, Pablo,
antiguo perseguidor de cristianos. El testimonio de Bernabé hará que sea
aceptado. Es que debemos estar abiertos a dar oportunidades de cambiar a otros.
SALMO.-
Son
muy apropiados para este tiempo de Pascua los versos del salmo 21 que se proclamarán.
Luego de todo gran dolor descubrimos el gozo y alegría porque el Señor ha
intervenido en nuestras vidas. Así como ocurrió al mismo Señor en Su Pasión,
confiemos en que nuestro sufrimiento ha de pasar.
SEGUNDA.-
La
segunda lectura, procedente de la primera carta del Apóstol san Juan, nos
recuerda que el amor a las personas es lo fundamental y es consecuencia de
vivir como hijos de Dios, pues a Él nos acerca; el Señor conoce nuestras
propias conciencias pero no pide culpables sino arrepentidos y bien dispuestos
para amar. Nuestras acciones no requieren de palabras hermosas sino de corazones
sinceros, que no den cabida a rencores o envidias.
EVANGELIO.-
San
Juan nos presenta una comparación que la gente del tiempo de Jesús –conocedora
de los procedimientos de cultivo- comprendía muy bien. Según esta, Dios, nues-tro
Padre, es el viñador. Jesús, por su parte, es la vid, la planta de la uva. A
nosotros nos co-rresponde ser los sarmientos, las ramas de la planta. Por lo
tanto, solo unidos a Cristo dare-mos los mejores frutos, pues recibiremos los
mejores cuidados, los de nuestro Padre Dios.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Por la Iglesia. Tú quisiste que fuera una. Que el Papa, los obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos entendamos que este deseo Tuyo de unidad debe
ser cumplido en el diario quehacer de cada uno de nosotros. Roguemos al Señor.
2.
Por quienes dirigen. Por sus situaciones personales. Por los conflictos que les
causa el querer mantener la unidad en la diversidad y la justicia entre todos. Roguemos al Señor.
3.
Por nuestra parroquia. Por nuestra comunidad parroquial. Por nuestras escuelas,
colegios y liceos. Por nuestras familias y lugares de trabajo. Para que
permanezcamos unidos a Jesús y demos los mejores frutos. Roguemos al Señor.
4.
Por quienes sufren. Por las grandes cantidades de personas que no saben cómo
saldrán adelante luego de la calamidad física. Que el Señor nos ayude a dar
frutos de buenos cristianos y que, al menos, nuestras oraciones les acompañen y
fortalezcan. Roguemos al Señor.
5.
Por quienes ya no admiran a Dios y han permitido que su amor por Él se seque.
Para que vuelvan a descubrirte, Señor, y Te permitan abonarlos y podarlos para
que tengan una vida en abundancia. Roguemos
al Señor.
6.
Recordamos muy especialmente a nuestra Mamá del cielo, la Virgen María. ¡Ella
sí que dio muchos frutos, y de los buenos! ¿Saben por qué? Porque estuvo unida
a Dios con la intervención del Espíritu Santo. Pidámosle a Ella que nos ayude a
ser buenos hijos de Dios, buenos prójimos de todos. Roguemos al Señor.
7.
Ya se acerca el final de nuestros cursos de Catequesis. Rogamos, también, a
nuestra Mamá María para que nos enseñe a amar de tal modo a Dios, que nos
atrevamos a vivir de manera más definida nuestra fe, en el servicio a las
personas y la adoración a Dios. Roguemos
al Señor.
OFRENDAS
1.
Señor, queremos ser testimonio de Tu Resurrección dondequiera que nos
encontremos. Por eso presentamos estas 7
hojas de parra, sobre las cuales hay
características de todo buen cristiano: caridad,
generosidad, perdón de ofensas, ayuda al
necesitado, piedad, oración, Jesús y María en nuestro corazón. Al hacerlo
Te estamos presentando nuestra disposición para actuar así. Por supuesto,
Señor, ‘¡contamos contigo!’.
2.
Y para permanecer unidos a Ti, Señor, nada mejor que la oración. Por eso presentamos
estas manos que se unen para orar, que se unen, así, a la fuente de la
vida, a Cristo Jesús, ‘el Resucitado’.
3.
Tu Iglesia no comenzó a actuar hasta que recibió la ‘fuerza que viene de lo
alto’, el Espíritu de Dios. El PAN y el
VINO, convertidos en Cuerpo y Sangre
del Señor nos dará valor y capacidad para ser testigos de Cristo muerto y
resucitado.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor, por habernos fortalecido con Tu Palabra y el Alimento Eucarístico.
Ayúdanos a ser testigos de Tu Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
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