Domingo de Ramos 29 de marzo de 2015 (con Procesión)
(Reunidos todos en el lugar acordado para acompañar a Jesús en la procesión, para ir con Él a la Pasión, en su entrega plena a la voluntad del
Padre, recorreremos este camino con nuestro Maestro. Comenzaremos con la
Bendición de los Ramos.)
En
el inicio de esta Semana Santa, en la que vamos a ir contemplando los misterios
centrales de nuestra fe cristiana, acudimos a Ti, Señor y Padre nuestro, para
que envíes tu bendición sobre nuestras personas, de modo que permanezcamos
siempre unidos a Jesús, el Señor, y lo manifestemos -de forma concreta- estando
cerca de cuantos necesitan de nuestro compromiso cristiano. Bendice ╬
también estos Ramos, con los que expresamos el inicio de las celebraciones de
estos días. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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(Se rocían los ramos con agua bendita)
(Se rocían los ramos con agua bendita)
MONICIÓN AL EVANGELIO
Escucharemos
el relato de san Marcos cuando Jesús entra en Jerusalén; y no lo hace montado
en un brioso caballo, rodeado de servidores, no. Lo hace en un burrito, símbolo
de paz y humildad, y rodeado de los pequeños del mundo, aquellos que habían
sido tantas veces servids por el que –ahora- es aclamado como ‘el que viene en
Nombre del Señor’, el ‘bendito’. ¿Será que nos atreveremos también nosotros a
aclamarlo, aquí y ahora? Escuchemos.
EVANGELIO (Marcos 11, 1-10)
MONICIÓN A LA PROCESIÓN
Como
decíamos en un principio, el sentido de la Procesión es acompañar a Jesús para
ir con Él a la Pasión, en su entrega plena a la voluntad del Padre; por
eso recorreremos este camino con nuestro Maestro. Es más, Le acompañaremos en
sus momentos de duda, de angustia, de absoluta soledad, de abandono de quienes
compartieron con Él la invitación del Reino y Le vieron obrar milagros. Le
acompañaremos hasta cuando Su Padre parezca haberlo abandonado. Lo haremos como
una manera de disponernos a acercarnos y acompañar a quienes hoy día están
sufriendo. Iniciemos, pues, la Procesión.
(Llegados al templo, se continúa con la Celebración Eucarística.
Se elimina el Acto Penitencial)
EUCARISTÍA DEL
DOMINGO DE RAMOS
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días
para todas y todos ustedes! Este Domingo es día de júbilo y de alegría en el cual
se percibe, además, el amor que llega al más grande sacrificio: la Cruz.
Todo gira en torno a
nuestro Rey y Señor, Jesucristo, quien hasta ese momento había hecho callar a
los demonios cuando declaraban Su filiación divina; pero que hoy permite a todos –si fuera
preciso, hasta a las piedras- proclamar que Él es Rey.
Con la Procesión
hemos iniciado la Semana más trascendental de todo el año litúrgico. Aquella en
que evocaremos la Primera Eucaristía y el mandato del amor y servicio, así como
el sacerdocio de los Apóstoles y sus sucesores. Viviremos el dolor del juicio
amañado y la condenación de Jesús, a quien podremos acompañar en Su Camino de
Cruz. Ya muerto, consolaremos a María, Su Madre; pero, también descubriremos el Sepulcro vacío y nos
gozaremos en Su Resurrección. ¡Es la gran semana!
Vivamos estos días
con una fe renovada y renovadora, que agradece a Dios tan grande amor.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- El
profeta Isaías, nos muestra una prefiguración del Señor, el Siervo de Yahvé, siempre
cercano del que sufre. La Palabra de Dios, escuchada y meditada, Le conduce y
sostiene, dándole los elementos necesarios para cumplir Su misión de ayudar a
otros. El sufrimiento del Siervo será redentor.
SALMO.- En sintonía con la profecía del Siervo de Yahvé, el Salmo 21 es visto como anticipación profética de lo que sería el
sufrimiento de Jesús para salvarnos a todos. Él mismo repite estos versos al Padre cuando estaba sobre la
Cruz. Acompañémoslo con mucha fe: Él nos acompaña en nuestros sufrimientos.
SEGUNDA.- Muchas
veces perder significa ganar. En su Carta a los Filipenses, San Pablo nos recuerda
cómo Cristo, haciéndose un simple ser humano, despojado de Su rango, sufrió la
más cruel muerte por nosotros. Tanto amor fue resarcido por el Padre, quien Lo
resucitó y Lo glorificó.
EVANGELIO.- San
Marcos nos presenta el relato completo de la Pasión de Aquél a quien el Profeta
nos presentaba como el Siervo sufriente
de Yahvé. En lo que podemos considerar el mayor acto de amor que pueda
conocer la historia, Jesús recorrió un camino de dolor y humillación y de
obediencia al Padre, que terminó con Su Muerte en El Calvario, pero -por encima
de todo- con Su Resurrección. Al hacerlo
nos legó la Salvación.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oramos por la
Iglesia. Para que decida actuar como el pollino humilde que presentó a todos al
Dios de la Vida, sin otro interés que el de servirlo a Él y a quienes Él ama. Roguemos al Señor.
2. No podemos
desconocerlo: hay muchos consagrados y laicos comprometidos que se toman para
sí el papel protagónico de Jesús. Para que nos llenemos de la humildad y el
espíritu de servicio de Jesús. Roguemos
al Señor.
3. A veces vivimos
la Semana Santa como un tiempo de descanso y nada más. Señor, que reconozcamos
que ese tiempo Te corresponde y que, cuando Te lo entregamos con prácticas de
piedad y servicio al prójimo, nos resultará de gran beneficio. Roguemos al Señor.
4. Hay muchas
personas que viven en constante sacrificio por su condición de vida, su
enfermedad o las situaciones difíciles que atraviesan. Para que puedan fijar su
mirada en Tu Pasión, Muerte y se gocen en Tu Resurrección, de manera que
renueven su esperanza y su alegría. Roguemos
al Señor.
5. Muchas personas
poderosas Te odian, Señor, y tratan de destruirte martirizando y asesinando a
quienes Te aman y siguen. Oramos por los miles de cristianos que sufren y
mueren sólo por serlo. Que la Luz del Resucitado mantenga clara su mirada en
Ti, Señor, para que perseveren hasta el final y reciban el premio de la
resurrección. Roguemos al Señor.
6. Por quienes se
alejan de Tu fe por medio de prácticas idolátricas, para que reconozcan que Tú
eres el único que nos da vida verdadera y que eres quien está dispuesto a todo por nuestra felicidad y
Salvación. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
(Un matrimonio
porta hasta el altar el CÁLIZ y las VINAJERAS. Ellos se colocan a cada lado del
sacerdote y se escucha la monición del Ofertorio)
Tú prometiste,
Señor, que estarías siempre con nosotros, hasta el final de los tiempos. Cada
día Te vuelves a ofrecer a Dios Padre, de manera incruenta, por amor a
nosotros. Sólo podemos colaborar contigo en presentarte las especies de PAN y
VINO. De manera especial nos comprometemos a orar para que siempre haya
SACERDOTES que consagren Tu Cuerpo y Tu Sangre y nos guíen hacia Ti. ¡Gracias,
Señor, por amarnos de esta manera! (Ahora
entregan la Ofrenda y se retiran)
ORACIÓN FINAL
Señor, Dios nuestro,
Te agradecemos por hacernos sensibles a Tu entrega y sufrimiento en la Cruz por
amor a nosotros. Haz que, por Tu sacrificio, nuestra fe sea renovada y nuestras
actitudes Te hagan presente dondequiera que nos encontremos. Amén.
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