I Domingo de Cuaresma 22 de febrero de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy feliz I Domingo de Cuaresma para todas y
todos los hermanos! Recordemos que somos bienvenidos a nuestro encuentro
fraterno de cada semana.
Cada una, cada uno de nosotros somos una
elección del Dios de la vida que, acompañándonos, está dispuesto a hacerlo todo
por nuestra felicidad, por nuestra salvación. Jesús, ‘El Señor’, quiere liberarnos del pecado, que tanto daño
nos causa, que nos hace esclavos. ¡Su
Palabra nos da fuerzas para triunfar! ¡La oración y los sacramentos nos
disponen para la verdad! ¡Jesús es el único Dios, a Él sólo hay que adorar! Y
no menospreciemos el valor del sacrificio en la lucha contra el mal: nuestros
esfuerzos por servir y ayudar a las personas que nos rodean es un tesoro para
esta vida y para la Vida Eterna.
Cantemos, pues, y alegrémonos, ya que no
estamos solos. Dios mismo es nuestro auxilio. Jesús nos enseña cómo vencer el
mal, cómo alcanzar la Salvación. Creámosle y confiemos en Él.
PENITENCIAL
1.
Nos
cuesta pedir perdón y perdonar. Nuestro orgullo nos hace rechazarlo. Olvidamos
cómo Jesús pidió perdón al Padre por nuestras faltas. ¡Señor, ten piedad!
2.
Buscamos
la aprobación social y desestimamos la corrección fraterna para quienes nos
rodean, convirtiéndonos en cómplices de sus faltas o en simples portadores de
críticas insanas, de chismes. ¡Cristo,
ten piedad!
3.
Nos
gusta creer que sólo los demás se equivocan. Nos vemos como ‘santos’ y llegamos
a despreciar a los otros, porque ‘ellos’
son pecadores. ¡Señor, ten piedad!
MONICIÓN SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- Ante el pecado en
crecimiento del ser humano, Dios decide exterminarlo con un Diluvio. Noé, su
familia y una selección de animales son preservados en un arca. Concluido el
Diluvio, Dios escoge la hermosa figura del arcoíris para ‘firmar’ este pacto de
amor hacia la humanidad, hacia todos los seres vivientes. Dios quiere que todos
los seres vivamos en Alianza con Él. En verdad, ese sería un mundo que vive en
paz.
SALMO.- El salmo 24 constituye
un mensaje pleno de optimismo; es la oración del creyente que confía en Dios,
porque Él siempre está dispuesto a mostrarle Sus caminos, caminos de verdad y
de justicia. ¡Alabemos con el corazón!
SEGUNDA.- Hoy tenemos la I
Carta del apóstol Pedro como segunda lectura. En la misma se compara el pacto
de Dios Padre con Noé y el que hace con nosotros por medio del Bautismo. El
paso por estas aguas nos renueva y nos une a Jesucristo. Definitivamente, Dios
es paciente y misericordioso con todos nosotros.
EVANGELIO.- Dios es fiel y
siempre está con nosotros. Él sabe de nuestra fragilidad ante la tentación,
sabe que necesitamos Su ayuda. San Marcos nos referirá las tentaciones que
sufrió Jesús. Aunque explica pocos detalles, lo fundamental está en su relato: Jesús
estaba entre las fieras, en el desierto, y el Espíritu de Dios le asistía. La
experiencia de Jesús se cumple también en nosotros: nuestro mundo parece un
desierto lleno de grandes peligros y –aunque muchas veces lo dudemos- el
Espíritu de Dios nos asiste.
MURAL DE CUARESMA: I
DOMINGO (Misas con niños)
Ayer fue nuestra primera reunión de
Catequesis de Cuaresma. Se recordó a los niños la importancia de prepararse
bien para la Semana Santa. Sabemos que los niños se preguntaban: ’¿Qué podemos
hacer para agradar a Dios?’ Cada Domingo de Cuaresma ellos han de acercarse
aquí a colocar su contribución a un mundo más hermoso.
Hoy lo simbolizarán con: MANOS (para quien
haya ayudado a hacer algún trabajo en el hogar), CORAZÓN (si ha sido compañía
para alguien que esté muy solo, cerca de él), CHUCHERÍA (cuando la haya compartido
con un niño que no tenga), PIES (para quien haya visitado a un enfermo,
alegrándole), LIBRO (por haber cumplido sus tareas), MANOS JUNTAS (para quien
se haya acordado de rezar), u OTRO que represente su sacrificio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
La Iglesia –que somos todos los bautizados- necesita gestos creíbles de conversión ante un mundo
que rechaza a Dios. Para que el Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos, así
como cada uno de sus miembros, sepamos cambiar para que el mundo se convierta. Roguemos al Señor.
2.
Los gobernantes no siempre buscan el beneficio de sus ciudadanos. Oramos para
que haya en ellos cambios de actitudes ante las necesidades de sus pueblos, del
mundo. Roguemos al Señor.
3.
Hay personas que intentan conducirnos a Dios: sacerdotes o religiosos; catequistas,
vecinos o miembros de grupos de fe; o alguien desconocido, pero que ama a Dios
sinceramente. Te pedimos, Señor, que fortalezcas su fe y sus ánimos de llevarte
a todas partes. Que haya en ellos, también, signos sensibles de conversión. Roguemos al Señor.
4.
Seguir a Cristo no es la más sencilla decisión cuando contamos tan solo con
nuestras fuerzas. Pedimos, Señor, nos acompañes ante las tentaciones que, cada
día, tenemos que enfrentar. Roguemos al
Señor.
5.
Nos gusta pensar que los que sufren están muy lejos de nosotros; Tú sabes,
Señor, que no es así. Danos sensibilidad para reconocer al que sufre, valor
para ayudarlo y caridad para tratarlo como la persona digna que es. Roguemos al Señor.
6. Tú nos entregas cada
día lleno de oportunidades de ayudar a quienes nos rodean y de cambiar lo que
no hemos hecho bien. Oramos para que no caigamos en la tentación de dejarlo
para después. Suplicamos por tantos enfermos graves y por quienes ya no pueden
hacer nada. Roguemos al Señor.
7. Hoy los niños de Catequesis no quieren pedir por ellos
mismos, pues sabemos que Tú, Señor, estás a cargo. Sin embargo, hay muchos niños
tristes, que pasan hambre de comida y de amor; les cuesta aprender porque no
tienen quién les ayude; deben trabajar como si fueran ya personas grandes; o
son maltratados física o emocionalmente. ¿Qué podemos hacer por ellos, Señor?
Ayúdanos a sacrificarnos por ellos en silencio, a darles nuestra mano atenta y
respetuosa, nuestro consuelo, compañía y amistad. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
Señor
Jesús, sabemos que siempre estás con nosotros, hasta en los momentos más
difíciles estás ahí. Sin embargo, reconocemos que dentro de poco Te harás
físicamente presente en la Eucaristía. Te presentamos, pues, nuestras vidas,
junto con este PAN –que pronto dejará de serlo y será Tu Cuerpo- y con este
VINO –que se convertirá en Tu Sangre. ¡El gran milagro de la Eucaristía.
¡Gracias, Señor, por amarnos hasta morir en la Cruz!
ORACIÓN FINAL
Padre Bueno, que quisiste salvarnos aún a costa del sufrimiento de Tu Hijo Jesucristo, ilumina nuestros pasos para que veamos lo que nos tienta y vencerlos con la fuerza del Espíritu Santo. Amén.
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