Visita del Nuncio Apostólico en la celebración del 30° aniversario de la visita de San Juan Pablo II a Mérida
Con la finalidad de
celebrar el trigésimo aniversario de la visita de San Juan Pablo II a la ciudad
de Mérida -ocurrida en enero de 1985- la Arquidiócesis de Mérida recibió a
Monseñor Aldo Giordano, Nuncio Apostólico del papa Francisco en Venezuela, dentro
de una serie de actividades conmemorativas. Como todos saben, el día 28 de
enero se celebró en la ciudad de Mérida una Eucaristía solemne, en la Parroquia
Universitaria ‘Jesús Maestro’, para rememorar la Misa que ofreciera el Santo
Papa en ese mismo lugar. Por supuesto, la Misa fue presidida por el Nuncio
Apostólico y -al igual que entonces- concelebrada por los obispos y sacerdotes
de Mérida.
Quisiera destacar lo
que llamó la atención de muchos: el enviado del Papa, Monseñor Aldo, visitaría
varias aldeas de Mérida y compartiría con la feligresía. En medio de tantas
parroquias y comunidades de gran presencia católica, Monseñor se dedicó a las
pequeñas comunidades -como la nuestra- que han visto en su visita la presencia
de un hombre de Dios al servicio de Jesucristo, del Papa y de la Iglesia, hecho
en el cual apreciamos a un constructor de paz en su ardua y difícil labor de
diplomático y pastor al frente de la Nunciatura Apostólica en Venezuela.
Como habrá podido
observar, nos ha llenado de alegría su visita, Monseñor. Hemos estado
preparándonos en la oración, pidiendo al Señor que haya frutos de reavivamiento
en la fe y en el sentirnos una Iglesia que va al ritmo de los tiempos, muy a su
estilo.
También hemos querido
mostrarle lo que somos y lo que hacemos. Por eso quisimos que conociera lo que
es una Paradura, la cual se celebró en la Aldea de Capaz, luego de la solemne
Eucaristía para honrar a san Benito de Palermo.
Quisimos presentarle
a nuestros niños y jóvenes en sus instituciones educativas, por cuanto ellos
son el semillero de católicos que se está formando en sus hogares,
instituciones y parroquia. Y lo hicimos bajo la protección del mensaje de san
Juan Bosco, amigo de los jóvenes, cuya Eucaristía se celebró seguidamente.
Monseñor, a usted y a
nuestros obispos, Baltasar y Alfredo, así como a cada sacerdote asistente a
estos encuentros del Pueblo de Dios con sus pastores, queremos dar nuestra más
sentida palabra de gratitud.
Sean conscientes de
nuestra disposición a seguir orando por sus intenciones y necesidades. Sean
conscientes de que aquí, en este pueblecito merideño, siempre estaremos bien
dispuestos para manifestarnos como Iglesia, tanto en lo cotidiano como en lo
eventual. Sabemos que contamos con nuestros pastores; pero queremos que
recuerden nuestros pastores que cuentan con nosotros.
Gracias, Monseñor Aldo, por hacer más cercano
y presente a nuestro papa Francisco –a quien Dios bendiga-, de quien recibimos
a través de usted su invaluable amor y preocupación por Venezuela, su gente, su
Iglesia. ¡Ésta es su casa!
Le despedimos con un
sincero deseo de éxitos pastorales, bajo la Luz del Señor y con la protección
de nuestra Madre, María de Coromoto. ¡Reciba sus bendiciones y vaya con Dios!
¡El Señor bendiga su
Iglesia!
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